Crisis política en Turquía: claves
El primer ministro de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, pidió al Parlamento su aprobación para convocar a elecciones generales anticipadas el 24 de junio .
Erdogan criticó la decisión de la Corte Constitucional de anular la elección parlamentaria, a finales de abril, de un nuevo presidente.
Los partidos de la oposición, apoyados por el ejército, boicotearon el voto parlamentario para evitar que el ministro de Relaciones Exteriores, a quien acusan de querer poner fin al secularismo en Turquía, se convirtiera en presidente.
¿Por qué varios partidos de la oposición y el ejército turco están tan interesados en defender el secularismo?
El secularismo, es decir la separación de la religión y el Estado, es fundamental para la identidad de Turquía como nación.
Turquía fue fundada en 1923 por el general Mustafá Kemal Ataturk, sobre las bases de lo que había sido el Sultanato Otomano.
Como resultado, desapareció formalmente el Imperio Otomano.
Ataturk, como primer presidente, consideraba que este país mayoritariamente musulmán debía ser moderno y laico, por lo que introdujo una serie de reformas, como un código jurídico, la abolición de instituciones islámicas, la emancipación de la mujer, el uso de ropas occidentales y la introducción de un alfabeto basado en las letras latinas para sustituir al alfabeto turco otomano, de origen árabe.
La elite gobernante de Turquía y su poderoso ejército consideran que es esencial proteger el legado de Ataturk.
El ejército ha encabezado tres golpes de Estado contra gobiernos electos, al considerar que el secularismo corría peligro.
Cuando, hace diez años, Turquía eligió a su primer partido pro-islámico, el Partido del Bienestar, el ejército hizo una campaña en su contra para sacarlo del gobierno. El año siguiente, el partido fue prohibido por los tribunales.
¿Corre peligro el secularismo?
A pesar de los esfuerzos del ejército y otros sectores, parece que los partidos islámicos son populares en Turquía.
En 2002, el Partido de Justicia y Desarrollo (AK), del actual primer ministro Recep Tayyip Erdogan, tuvo una victoria arrolladora en las elecciones.
Este partido tiene sus raíces en el Islam político, pero insiste en que respeta los principios seculares de la constitución.
El ejército ha tolerado su posición en el gobierno, pero le preocupa la perspectiva de que uno de sus miembros pueda convertirse en presidente de Turquía.
La elite secular dice que Ataturk se revolcaría en la tumba si el estado moderno que fundó lo llegara a encabezar un presidente cuya esposa use el velo islámico.
¿A qué se debe la actual crisis constitucional?
La Corte Constitucional anuló los resultados de la primera vuelta de las votaciones para elegir a un nuevo presidente, llevadas a cabo el 27 de abril en el Parlamento.
Los partidos seculares de la oposición, con el apoyo de los militares, cuestionaron el proceso ante ese tribunal para impedir que Abdullah Gul, actual ministro de Relaciones Exteriores y candidato oficialista a la jefatura de Estado, ganara la votación en una segunda ronda.
Estos partidos acusan a Gul de mantener una agenda islamista secreta que, en su opinión, podría amenazar la tradición secular de la Turquía moderna.
El presidente de Turquía, como jefe de Estado, puede vetar cualquier ley del país y designar a algunas figuras clave dentro del gobierno.
En la actualidad, su elección está en manos de los legisladores.
El primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, quiere que se haga un cambio en la Constitución para que el presidente pueda ser elegido directamente por voto popular.
¿Cómo podría afectar esta situación las perspectivas de Turquía de ingresar a la Unión Europea?
El actual debate sobre el secularismo en Turquía podría tener repercusiones negativas sobre sus aspiraciones de ingresar a la Unión Europea (UE).
Diversas encuestas sugieren que la mayoría de la población europea se opone al ingreso, tanto por diferencias religiosas, como por temor a que se desate una ola migratoria de Turquía hacia los países más ricos.
En el actual clima de preocupación por el fundamentalismo islámico, muchos europeos verían como una amenaza a sus democracias liberales la posibilidad de que Turquía deje de ser un estado secular, ya que, con sus 71,1 millones de habitantes (ONU, 2006), si pasa a formar parte de la UE se convertiría en el país con más votos en el Consejo Europeo.
En 1999, Turquía presentó su candidatura, pero se le impuso una serie de condiciones, entre ellas que mejorara la situación de los derechos humanos y aplicara reformas financieras.
Desde entonces, los turcos abolieron la pena de muerte, introdujeron medidas drásticas en contra de la tortura y, en el ámbito económico, aplicaron un programa de recuperación pactado con el Fondo Monetario Internacional.
En octubre de 2005, la UE inició oficialmente las conversaciones, que podrían tomar hasta 15 años, sobre el ingreso de Turquía al bloque.
Otro de los temas candentes es la exigencia de que Turquía reconozca a Chipre, miembro de la UE desde 2004.
Chipre se encuentra dividida desde 1974, cuando Turquía invadió el norte de la isla, como respuesta a un golpe militar apoyado por el gobierno griego.
Turquía reconoce sólo a las autoridades turco-chipriotas y mantiene cerca de 30.000 soldados en el norte de la isla, por lo que esa parte del país no se beneficia de la membresía en la UE.
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