La libertad bolivariana

ABC Digital, Asunción

SALAMANCA. En una viñeta humorística que publica «El País» en su edición de hoy y firmada por Máximo aparece la primera plana de un periódico llamado «El Imparcial» y su título dice: «Unos han ganado y otros no han perdido. O viceversa».

El dibujo es con motivo de las elecciones municipales que se realizaron en toda España este fin de semana. Pero en realidad se trata de un título muy adecuado para referirse al estado de la prensa en Venezuela, después que el gobierno del patético Hugo Chávez decidió clausurar un canal de televisión cuya línea no le era favorable. Claro, lo hizo «con la ley en la mano», ya que el pretexto fue que la licencia había caducado y la misma no fue renovada.

El tipo de prensa que desea todo dictador -y Chávez lo es a pesar de todos sus maquillajes- es el que está sintetizado en el titular incluido más arriba. Es decir: aquel que no contiene ninguna opinión. O, en el mejor de los casos, uno que diga que sí al comienzo, que no al final y todo lo contrario en el centro.

A mediados de la semana pasada Chávez se reunió con un grupo de universitarios que les son fieles, claro está. A lo largo de su interminable discurso se refirió al cierre del canal Radio Caracas Televisión (RCTV) y en un momento dado levantó en el aire una serie de hojas de papel que eran, según Chávez, los telegramas que había recibido de diferentes organismos internacionales como la OEA, la SIP, y de varios gobiernos hablando a favor del canal condenado. «¿Y saben qué hago yo con estos papeles?», preguntó al auditorio; y él mismo se respondió: «Pues echarme aire» mientras se abanicaba con ellos. Luego, pidió un abucheo para los firmantes de tales papeles, abucheo que comenzó él mismo: «juuuuuuu».

Ver los últimos momentos del canal, sus colaboradores, sus técnicos, sus periodistas, sus animadores, ir desapareciendo poco a poco hasta que la pantalla quedó en negro, me recordó aquella mañana de marzo de 1984 cuando se presentaron en nuestro diario los enviados del ministro del Interior, Sabino Augusto Montanaro, con la orden de clausura, «por tiempo indeterminado» de nuestro periódico. El portador del documento era el comisario general Cantero al que le acompañaban otros dos hombres que no recuerdo quiénes eran. ¿Dónde se encuentran ahora todos ellos? Porque las clausuras pueden ser «por tiempo indeterminado», pero las dictaduras no lo son. Ni siquiera las más largas del mundo. Todas terminaron. Y terminaron mal, porque a todo lo largo de la historia de la humanidad no ha existido un solo dictador bueno; lo que se dice ni uno solo. Y los dictadores son soberbios, son crueles, son intolerantes, son irracionales, son autosuficientes y carecen del sentido del humor. Por eso, al único dictador que me divierte verlo es a Chaplin en «El Gran Dictador».

Hace un par de semanas atrás hablaba de las intenciones de la República Socialista Bolivariana de Venezuela de vendernos la señal de un canal que vendría a ser una opción frente al canal norteamericano CNN; sobre todo porque el canal venezolano antepondría los valores de la libertad, la democracia y la imparcialidad de la noticia como respuesta a las «manipulaciones» que hace CNN para favorecer al imperialismo norteamericano. Ahora ya sabemos cuál será su concepto de libertad y la no manipulación, con el agravante que tendremos que verlo a Chávez en los interminables discursos de tres horas y más aprendidos de su maestro del Caribe.

Con este gesto, Chávez ha puesto la guinda que corona su obra: logró poderes extraordinarios del Congreso para dictar decretos-leyes que no pasen por las cámaras, introdujo cambios en la Constitución Nacional para poder ser reelegido todas las veces que así lo desee, y ahora ha terminado con la libertad de expresión. Venezuela, definitivamente, no puede seguir en el Mercosur. Los empleados de la televisión venezolana dijeron «No lograron que bajemos la cabeza y nos cerraron». Sigamos su ejemplo y no permitamos que Chávez nos siga humillando simplemente porque tiene dinero.