De la Plaza Roja de Moscú al lobby de Washington
Por Juan Paredes Castro
El Comercio, Lima
Como no le ha salido otra central sindical que compita con ella civilizadamente, la CGTP exhibe una carta blanca arbitraria para hacer a veces lo que le viene en gana.
Estamos ante un gremio que por lo mismo que el Perú exhibe cifras de crecimiento económico importantes y sin precedentes debería manejar algún punto de centro y equilibrio en sus propuestas y exigencias.
Como ser, por ejemplo, consciente del daño que nos puede causar, camino a la ratificación del TLC, sus intervenciones acomedidas en las esferas políticas influyentes de Washington, en las que aviva un inusitado pánico respecto a presuntos incumplimientos laborales en el Perú.
La CGTP pretendería ser aquí el equivalente de la AFLCIO en Estados Unidos. Solo que hay tanta distancia entre ellas como entre los intereses que defienden. Es más: nada resulta tan sorprendente como ver a la CGTP, otrora concurrente obligada de la Plaza Roja en Moscú, ahora presente en los corrillos de intriga de Washington. De pronto su lobby contra el TLC, que sería bueno y útil si lo animara una causa legítima y responsable, se vuelve un lobby contra el Perú y sus objetivos económicos.
Lo que es incapaz de medir por ahora la CGTP es que, más temprano que tarde, el TLC con EE.UU. se ratificará y entrará en funciones, y que lo que este tratado comercial internacional traerá consigo, junto con otros como el que suscribiremos con Europa, serán nuevas reglas de juego en las relaciones empresarial-laborales, que llevarán a un sindicalismo cuyo rostro aún no conocemos.
Si contra nuestro temor la CGTP sabe lo que se viene, es decir la inminente ratificación del TLC, entonces lo que quiere es evitarla a toda costa, porque de por medio está su supervivencia.
Con la CGTP pasa lo que con muchas de nuestras instituciones, que carecen fundamentalmente de representación o la han perdido, y que por ende se hallan desconectadas de sus supuestas bases. Sin embargo, continúan tomando asiento en las convocatorias de diálogo y decisión fundamentales. No importa cuán lejos hayan quedado las prácticas ideológicas y políticas que alguna vez sustentaron sus vidas. Lo insólito es que les cuesta abandonarlas en un mundo que hace mucho rato que ya va en dirección opuesta.
No sabemos si es un problema de inercia, que sus respetables dirigencias no han sabido superar, o es el resultado de la necesidad de mantenerse sobre la montura de un caballo anquilosado.
Quizá Mario Huamán y Juan José Gorriti aún estén a tiempo de reciclar la CGTP de cara a los modernos tiempos empresariales y laborales que se avecinan.
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