Las tres cosas que me preocupan de Correa
Estos siete meses de gobierno son suficientes para saber cómo sería después de la Asamblea el régimen totalitario del dueño de Alianza País. Para entender mejor lo que nos puede deparar nuestro negro futuro con una constituyente sumisa y controlada por el dictador criollo, hay que considerar tres hechos: lo sucedido en nuestro país, lo pasado con Chávez en Venezuela y las características psicológicas del compañerito.
Lo que hemos vivido es una muestra visible de lo que hasta un ciego debería ver para saber lo que se viene. Correa ha irrespetado todo principio democrático constitucional. Ha despreciado y denigrado la institucionalidad de los poderes del Estado. Los ha atacado cuando no le han servido para satisfacer sus fines y los ha auspiciado cuando servilmente han sido sus borregos. Es claro también que para su propósito autocrático necesita dominar en la Asamblea para que con un nuevo marco constitucional hecho a su medida, tenga el “marco legal” que le permita ejercer una perpetua dictadura democrática. Con sus acciones ha encumbrado el autoritarismo a categoría de desfachatez suprema, concebida como un desprecio total hacia los derechos constitucionales de los ecuatorianos.
El otro punto a tomar en cuenta sobre el posible dictador del Socialismo del Siglo XXI, es lo que Chávez significa para Correa. Aparte de ser una fuente de inspiración y su dueño, el coronel golpista simboliza la guía de cada paso tomado para conseguir el poder totalitario ejecutado en el país llanero. Esta previa experiencia venezolana le da a Correa dos ventajas: la primera es que sabe de antemano el inicio y resultado de las estrategias y lo segundo es que cuando en Venezuela una movida de Chávez no ha funcionado como se lo esperaba, Correa y sus ideólogos pueden mejorarla e incluso modificarla para adaptarla a nuestra realidad nacional. Más preocupante para los ecuatorianos que las similitudes entre Correa y Chávez, lo que nos debe aterrar son sus diferencias, ya que a pesar de que ambos son esbozos de dictadorzuelos tercermundistas, Correa es muchísimo más peligroso que Chávez; porque es más ególatra, nunca ha trabajado, ni tiene experiencia administrativa. Correa jamás ha administrado ni una tienda de la esquina y no tiene ninguna experiencia en el manejo de la cosa pública. Otra preocupación futura es que si Correa no ha respetado la Constitución actual, tampoco respetará la futura. En otras palabras, solo respeta lo que le conviene e irrespeta todo lo que no le permita hacer las cosas a su terco antojo.
El tercer y más grave problema del prepotente de las sonrisas, radica en lo inmutable de su personalidad autoritaria. Mantiene pensamientos obsesivos imbuidos por el odio hacia determinadas personas o lo que para él representan. Su estado afectivo es cambiante llegando con suma facilidad a la agresividad física y verbal incontenible. Arremete con diátesis explosivas, que en buenos términos significa reaccionar exageradamente en desproporción para el pequeño estímulo que produce la reacción. Es un individuo soberbio, ególatra y narcisista extremo que incluso ha creado su propia moda de camisitas bordadas sacadas a la luz pública del clóset donde esconde sus cosas ocultas. Altamente vanidoso, necesita constantemente del adulo y el lambisconeo para reafirmar su sobrevalorado ego. Es terco, irrespetuoso, autócrata y conflictivo. Pero lo más preocupante desde el punto de vista terapéutico, es que su personalidad no es cambiable, tratable ni controlable bajo ningún esquema médico o psicológico. Aún no existe forma conocida o inventada en la psiquiatría o la psicología para rectificarla, aminorarla y peor cambiarla. Es un individuo que mantiene permanentemente en sus entrañas pensamientos obsesivos e incontrolables, como por ejemplo; el odio a los pelucones. Analíticamente Correa los detesta porque siempre estuvo entre ellos y jamás pudo ser como ellos, a pesar de querer ser como ellos. Cuando niño sufrió la carestía de la imagen paterna por problemas ajenos a su voluntad. Sin embargo, fue educado en un colegio de pelucones, donde no fue aceptado por el grupo pelucón por sus evidentes limitaciones económicas. En esa época no fue invitado a las fiestas de los jóvenes pelucones, así como tampoco pudo acceder a los clubes o los lugares a donde estos se reunían. Posteriormente en la universidad fue a un instituto superior de pelucones donde estuvo rodeado de pelucones, pero también sin poder ser pelucón. Luego fue a especializarse en el exterior y a su regreso no encontró trabajo en ninguna empresa pelucona, así que tuvo que resignarse a ser profesor de los pelucones que siempre había odiado, pero que una vez más por esas burlas del destino, los debía instruir, pero sin poder ser como ellos.
Con estas tres graves preocupaciones que no son tratables, controlables ni modificables, el futuro de la patria es muy negro, así como claramente también son negras las intensiones dictatoriales del emperador Correa.
- 23 de enero, 2009
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