Sin gobierno, Bélgica lucha por mantenerse unida
BRUSELAS.- En medio de un creciente debate sobre la posibilidad de su partición, Bélgica cumplió ayer 100 días sin nuevo gobierno tras las elecciones del 10 de junio, que dejaron en evidencia la existencia de una grieta mucho más profunda de lo pensado entre los valones del empobrecido Sur y los flamencos del próspero Norte.
Un sondeo publicado ayer por el diario flamenco Het Laatste Nieuws reveló que el 46,1% de los flamencos quiere que Bélgica se divida, mientras que el 65,6% piensa que el país se dividirá «tarde o temprano», contra el 29,9% que cree lo contrario y el 4,5% que prefiere no opinar sobre el tema.
Los analistas tomaron el sondeo como un claro indicio de que los separatistas ganan fuerza en medio de la crisis política.
En efecto, las elecciones legislativas del pasado 10 de junio, en las que los belgas despidieron a la administración del saliente primer ministro, el liberal flamenco Guy Verhofstadt, dejaron al descubierto las rivalidades entre Flandes (Norte) y Valonia (Sur).
Los flamencos, que representan el 59% de los 10,5 millones de belgas, apoyaron durante los comicios a los partidos que impulsan un sistema federal muy descentralizado, en el que Flandes tenga libertad, entre otras cosas, para administrar su economía. Porque si hay algo que Flandes tiene en claro, es que no está dispuesta a seguir subvencionando a la empobrecida región francohablante de Valonia.
Por su parte, los belgas de lengua francesa, que representan el 40% restante de la población, demostraron en los comicios que pretenden conservar un gobierno fuertemente centralizado.
Las grandes diferencias económicas y culturales entre flamencos y francófonos, sumadas a la complicada estructura federal de Bélgica, que cuenta con tres regiones, tres comunidades lingüísticas [flamenco, francés y alemán] y siete parlamentos, llevaron a un reparto del voto más disperso que nunca.
Así, en Flandes, los partidos con un programa altamente nacionalista e incluso separatista lograron una clara victoria, mientras que en Valonia los comicios supusieron el final de la hegemonía socialista y el resurgimiento de los liberales.
Pero después de 100 días de encuentros bilaterales, negociaciones nocturnas y avances limitados, los partidos ganadores no han podido evitar la parálisis política casi total que está sumiendo el país en una crisis de identidad, ya que la actual imposibilidad de formar gobierno no hace más que alimentar la idea de que ambas partes tienen cada vez menos cosas en común.
Y, dada la falta de acuerdo sobre una nueva reforma del complejo sistema federal belga que los valones del Sur rechazan, las negociaciones, encabezadas por Yves Leterme -el hombre fuerte del Partido Democristiano Flamenco (CVD) que sostuvo que Bélgica es un «accidente en la historia»- fueron suspendidas hace dos semanas.
Tras esa suspensión, el rey Alberto II, obligado a desempeñar el papel de mediador por primera vez desde el inicio de su reinado, en 1993, confió una misión de «exploración» al experimentado presidente de la Cámara de Representantes, Herman van Rompuy, quien desde entonces trabaja en absoluta discreción con otros líderes políticos para intentar formar un gobierno de coalición, hasta la fecha sin resultado alguno.
Alarma en Europa
Mientras se acentúa la crisis política, los belgas han visto florecer en los últimos días artículos alarmistas en los medios extranjeros sobre la posible partición del país. El encargado de abrir la polémica fue el semanario francés Le Nouvel Observateur , que se refirió a la actual parálisis política en Bélgica como «La guerra de los belgas». En tanto, el británico The Economist opinó que era necesario decirle adiós a Bélgica, un país que «nadie se dedicaría a inventar si no existiese».
Por su parte, el diario británico Daily Telegraph publicó un artículo titulado «La crisis de identidad de Bélgica; una nación dividida», en el que se refirió a la situación actual como la «peor crisis en 177 años».
Sin embargo, y para asombro de muchos, el reino continúa funcionando con normalidad bajo el mando del gobierno saliente de Verhofstadt, que se limita a tratar «asuntos ordinarios».
Por otro lado, cansado de la crisis política en su país, un profesor belga subió ayer un insólito y por demás llamativo aviso en eBay (un popular sitio destinado a la subasta de productos a través de Internet), que decía: «Se vende Bélgica, un reino divido en tres partes… Incluye un rey y su corte (precio no incluido)».
«Quería atraer la atención. Mi propósito era dejar en claro que Bélgica es un país muy valioso; es una obra maestra que debemos conservar», explicó Gerrit Six, autor del aviso, que, tras una oferta de compra de 10 millones de euros, fue borrado por autoridades del sitio.
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