Depósitos pequeños y cajeros automáticos, la última arma de los lavadores de dinero
Por Mark Schoofs
The Wall Street Journal
A las 8:50 de la mañana del 15 de marzo de 2006, Luis Saavedra y Carlos Roca comenzaron a ir de banco en banco en Queens, Nueva York, depositando dinero en cuentas de otras personas, según las autoridades estadounidenses. Sus depósitos nunca excedieron los US$2.000 y la mayoría osciló entre US$500 y US$1.500.
Alrededor del medio día, cruzaron hacia Manhattan y continuaron su recorrido por los bancos del sector. Para las 2:52 de la tarde habían consignado más de US$111.000 en 112 cuentas, aseguran las autoridades, quienes reconstruyeron sus movimientos a partir de los recibos de consignación incautados.
Sus cómplices en Colombia usaron sus tarjetas débito para retirar el dinero en pesos, pasando raudamente entre máquina y máquina, según las autoridades. «En su mejor momento, la organización estaba moviendo cerca de US$2 millones al mes», calcula Bridget Brennan, Fiscal Especial de Narcóticos de Nueva York.
Saavedra y Roca fueron arrestados en junio. Posteriormente fueron acusados de transferir dinero a una organización colombiana de tráfico de drogas que vende cocaína y éxtasis en EE.UU. Los fiscales dicen que ambos empleaban una práctica de lavado de dinero conocida en inglés como «microstructuring», una estratagema reconocida por su simplicidad. Para eludir la sospecha de los bancos, siempre hacían depósitos pequeños. El dinero era retirado sin mayores inconvenientes en los cajeros automáticos en Colombia.
El «microstructuring» representa uno de los retos más complicado para las autoridades encargadas de detener el movimiento de dinero ilegal de los narcotraficantes, terroristas y bandas organizadas. Las transacciones son tan pequeñas que pasan desapercibidas. Aunque este caso está relacionado a Colombia, esta modalidad se practica en otros países, como México y Rusia.
Cuando el dinero depositado por Saavedra y Roca era retirado en Colombia, quedaba lavado. Estaba en pesos, lo que hacía que fuera virtualmente imposible de rastrear. Funcionarios de Nueva York no identificaron a los narcotraficantes conectados al caso debido a que la investigación sigue en curso.
Este mes, Saavedra, de 41 años, se declaró culpable de lavado de dinero en segundo grado y enfrenta hasta seis años en prisión. Roca se declaró inocente. Su abogado, Alex Grosshtern, dice que Roca cumplió 20 años en julio y hasta su arresto vivía con sus padres. «Si acaso», dice Grosshtern, «es un pequeño engrane en una organización potencialmente muy grande».
Salvatore Dalessandro, un agente de inmigración y aduanas de EE.UU. que dirige la fuerza de trabajo El Dorado, una unidad anti lavado de dinero en Nueva York, estima que su agencia ha acusado o puesto tras las rejas a 25 personas por lavado de dinero a través de «microstructuring» en lo que va del año.
Las redes de cajeros automáticos han hecho más sencillo que nunca mover dinero alrededor del mundo. El número de cajeros automáticos en Colombia, por ejemplo, más que se duplicó entre 1995 y 2000, pasando de 2.238 a 5.520, según la Asociación Bancaria y de Entidades Financieras de Colombia.
El Fondo Monetario Internacional ha estimado que el lavado de dinero alcanza a entre US$1,2 billones y US$3,1 billones al año, el equivalente a entre un 2% y un 5% del Producto Interno Bruto del mundo, según datos de 2005. Los expertos señalan que buena parte del lavado de dinero pasa a través del sistema financiero estadounidense. Las autoridades tienen problemas para mantenerse al tanto de las estrategias que se usan para hacer que las ganancias de actividades ilegales aparezcan como legítimas.
Las autoridades dependen mucho de los bancos, los cuales tienen que reportar todas las transacciones mayores de US$10.000 e instaurar procedimientos para detectar el lavado de dinero y otras actividades sospechosas.
Una de las tácticas que utilizan quienes tratan de lavar dinero es mover cantidades cada vez menores. «Antes había depósitos de seis, siete, ocho mil dólares para no sobrepasar el límite de US$10.000, ahora veo» depósitos de menos de US$1.000, asegura Frank Di Gregorio, un investigador de lavado de dinero de la fiscalía de distrito de Queens y la fuerza de trabajo El Dorado. «En los últimos dos años comencé a ver que los montos descendían a los cientos», dice.
Los bancos han comenzado a prestar atención a este ardid. Debido a que el «microstructuring» involucra depósitos en EE.UU. pero retiros en otros países, no es difícil que los bancos programen su software para que identifique estas transacciones.
De hecho, los retiros de dinero a menudo siguen un patrón, por ejemplo, el que se hagan justo antes y después de la media noche para burlar el límite diario de retiros. Según agentes de la fuerza El Dorado, el gigante financiero Citigroup Inc., fue de los primeros en identificar las anormalidades en 2003 y 2004. Citigroup, que está entre los muchos bancos que Saavedra y Roca aparentemente usaron, prefirió no hacer comentarios, siguiendo su política de no hablar sobre su programa de lucha contra el lavado de dinero.
Pero incluso si un banco alerta a las autoridades, usualmente no es suficiente para revelar la red de actividades ilegales que se tejen a través de los diversos bancos involucrados en estas estrategias. De hecho, a finales de 2004 Astoria Federal Savings, un banco regional de Nueva York, alertó a las autoridades sobre lo que supuestamente eran cuentas controladas por Saavedra. Pero al principio, el caso no prosperó porque los investigadores no tenían evidencia que uniera a las cuentas, abiertas bajo múltiples nombres, con Saavedra. Pese a la alerta, no pudieron cerrar la red de más de 380 cuentas en seis estados que, según las autoridades, Saavedra controlaba.
Lo que finalmente llevó a la condena de Saavedra no fue una sofisticada forma de investigación sino la suerte. Agentes de una unidad de la agencia antidrogas estadounidense DEA recibieron una información de rutina en marzo del año pasado sobre un intercambio ilícito que estaba a punto de llevarse a cabo.
En un restaurante McDonald’s en Queens, agentes encubiertos vieron cómo Saavedra y Roca recibían una bolsa. Los agentes siguieron a los dos hombres hasta un hotel y los arrestaron, encontrando US$283.000 bajo el colchón de la cama de la habitación así como los recibos de lo que había sido una jornada de depósitos de seis horas en 112 cuentas.
Los agentes también encontraron un cuaderno, al que los investigadores han llamado «la piedra roseta». Contenía una lista de más de 100 cuentas con información clave como números de cuenta, los nombres de soltera de las madres de los titulares y números personales de identificación, que a menudo eran secuencias fáciles de recordar como 1234. El cuaderno tenía una extensa lista de direcciones de sucursales de los grandes bancos de Nueva York.
Al darse cuenta que habían tropezado con algo inusual, los investigadores forjaron un plan: liberaron a Saavedra y Roca, tratando de darles la impresión de que habían sido arrestados por un detective común y corriente que no tenía idea de crímenes financieros, asegura un agente. Los investigadores incluso devolvieron el cuaderno, aunque conservaron una fotocopia. Saavedra reanudó sus excursiones bancarias bajo la vigilancia discreta de las autoridades.
Saavedra, un ciudadano colombiano que aparentemente entró a EE.UU. ilegalmente, vivía la típica vida de un inmigrante de pocos recursos. Hasta finales del año pasado, cuando se mudó a Florida, residió en un barrio humilde de Queens, ocupando una habitación en un apartamento de dos cuartos rentado por una familia colombiana, dicen las autoridades. Saavedra conducía una camioneta que no llamaba la atención y no se vestía con ropas costosas. Trabajaba en las noches, colocando afiches publicitarios en el metro de Nueva York y otros lugares.
Las estrategias de «microstructuring» efectivas requieren muchas cuentas y abrirlas puede ser un proceso que requiere mucho trabajo. Las autoridades dicen que no conocen todos los detalles sobre cómo Saavedra coordinó el uso de las cuentas. Al parecer utilizó a otros colombianos, algunos de los cuales pueden ser sus familiares o sus cómplices, para abrir las cuentas, dicen los agentes. Estas personas usaron pasaportes extranjeros, visas para EE.UU., tarjetas de crédito o documentos similares para abrir las cuentas y luego pasaron los documentos y tarjetas a Saavedra o sus cómplices, añaden los investigadores.
Algunos de los titulares de las cuentas aparentemente llenaron formularios que les permitieron mantener temporalmente las cuentas sin una identificación tributaria o prueba de residencia. Se supone que los bancos debían monitorear esto para asegurarse que se entregara la documentación necesaria pero en algunos casos se «perdían en el sistema», dice Brennan. Los bancos cooperaron con la investigación, asegura.
En otros casos, las redes de lavado de dinero le han ofrecido a la gente vacaciones gratuitas en EE.UU., bajo la condición de que abran numerosas cuentas. O simplemente le pagan a la gente, entre US$500 y US$1.000. Una investigación en curso involucra a un sospechoso que usa una laptop para coordinar más de 1.000 cuentas, afirma Dalessandro.
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