Elecciones presidenciales en Argentina: Nada cambiará demasiado
Se avecina una nueva elección. No debería ser una mas. Se trata de elegir presidente y vice. No es nada nuevo que este país posee una marcada vocación presidencialista. Buena parte de la sociedad cree que casi todo pasa por esta figura institucional a la que le hemos atribuido poder, asimilándolo mas al de una monarquía que al de la cabeza visible de uno de los poderes del sistema republicano que hemos abrazado.
La expectativa es importante. Tal vez, desproporcionadamente importante. Se enfrentan en esta oportunidad, como tantas otras veces, oficialismo y oposición. Entre los que hablan de que «el cambio recién comienza» y los que dicen querer otro rumbo, parece estar la pelea.
Sin embargo cabe preguntarse, estas son las opciones de «cambio» ?. Se abusa de esta palabra. Se habla de revolución, de cambios, de grandes transformaciones, sin embargo se hace bastante poco por modificar las raíces profundas de nuestros problemas.
Ya no se trata solo de criticar simplemente al oficialismo por el perverso modelo que sostiene y consolida. Sino también por apuntar a lo mas endémico del sistema. La oposición no solo no plantea opciones al modelo, sino que no ejerce el poder que le confiere la república como contrapeso de los oficialismos de turno. No suma, no propone, no ofrece alternativas legislativas que muestren sus convicciones.
Oficialismo y oposición participan en esta compulsa electoral aunque esta se parezca mas a una pulseada que a un proceso democrático donde se dirimen modelos de pensamiento.
Deberíamos los argentinos estar decidiendo que país queremos, sin embargo nada de eso se define en esta contienda de octubre. Las ofertas electorales que tenemos son férreas sostenedoras del modelo vigente.
Por exagerado que parezca, la inmensa mayoría de los partidos políticos que compiten por el favor popular no aspiran a modificar NADA de lo esencial del sistema. Esto podría tener cierta lógica si no fuera porque la sociedad se manifiesta permanentemente en contra de mucho de lo que sucede.
Esto no parece tener consistencia. La gente se queja, pretende desterrar algunas prácticas, sin embargo ningún grupo es capaz de convertirse en el espacio referente de esas demandas.
Basta recorrer parcialmente la problemática actual para darse cuenta que NINGUN candidato presidencial de los que parecen tener chances, está dispuesto a:
-Reformar el sistema político incluyendo la eliminación de las listas sabanas.
– Modificar la política cambiaria de flotación imperante.
– Culminar con el monopolio autoritario del BCRA.
– Desregular la economía para obtener una verdadera competencia.
– Destruir la base monopólica de las concesiones publicas.
– Moralizar de una vez por todas, la actividad política otorgándole transparencia.
– Desterrar el clientelismo como herramienta electoral.
– Eliminar la pauta publicitaria como forma de amedrentar a los medios. –
– Archivar definitivamente la historieta de los planes sociales.
– Combatir la corrupción estructural del sistema con medidas creíbles.
– Desterrar la coparticipación para recuperar las autonomías provinciales.
– Recuperar el federalismo no solo desde la retórica sino desde el ejercicio.
– Terminar con el Estado intervencionista que participa en todo.
– Consolidar una política internacional propia y no un espejo de las ajenas.
Existen otras cuestiones sobre las que NINGUNO tiene siquiera ideas respecto de cómo abordarlas como las que tienen que ver con combatir la violencia y reformular el sistema de seguridad.
Así las cosas, todo se reduce a buscar los mejores «gestionadores» de esta Argentina que nadie quiere modificar. Se trata pues de discutir sobre el cambio, cuando en realidad no se tiene interés alguno en cambiar algo.
La partidocracia nacional es una firme expresión del costado mas conservador de esta nación. Conservador en el sentido mas actual de la palabra, del que conserva, del que no quiere que nada cambie.
Alguien podría decir entonces que no habrá diferencias si elegimos a unos u otros. Existirán algunas diferencias. Cada uno ofrece, en definitiva, una tonalidad distinta de la realidad, pero lo cierto es que nada cambiará demasiado.
Cada candidato tendrá su estilo propio obviamente. Unos serán mas contestatarios, otros mas moderados. Algunos mas frívolos, otros mas formales.
Lamentablemente todos los candidatos nos aseguran continuidad de aquello que se hace de una forma y que seguirá haciéndose de la misma manera después del 28 de octubre. Inclusive sobre aquellos aspectos que no saben como abordar, tenemos plenas garantías que no encontraran el camino.
En definitiva por mucho entusiasmo que le pongamos a la cuestión, nada cambiará demasiado, al menos NO en esta elección.
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