El nuevo desafío del liberalismo argentino
Si bien el liberalismo nunca dejará, de una u otra forma, de dominar la escena económica y política mundial, el problema que le representa encontrar nuevos exponentes que refrenden su doctrina, se ha convertido en el oponente más grande a enfrentar.
En una sociedad en que las emociones priman por sobre la razón, apelar a ejemplos es lo más sencillo a la hora de conceptualizar. Es así que en Argentina la palabra liberalismo se ha asociado no con las teorías precursoras de Montesquieu o Locke, sino con gestores políticos puntuales.
Esta ecuación da como resultado que las nuevas generaciones relacionen a las políticas liberales, como males que necesariamente deben ser excluidos.
Como cuando un policía comete un error, la institución es descalificada; cuando un político de ideas liberales comete errores, el fracaso no es visto como personal, sino estructural. Entonces no habrá fallado el ejecutor, sino la implementación de políticas liberales.
En estos términos, el principal propósito del liberalismo de hoy, debe reposar en la necesidad de reinventar la percepción cultural de su sentido. Esto quiere decir que, si hoy es visto para muchos como sinónimo de pobreza y exclusión, mañana debiera ser observado como defensor de la libertad, las instituciones, la propiedad privada y la economía de mercado.
Valores que por cierto jamás ha abandonado, pero sí aparecen como relegados en el son de la gente común.
Aunque la tarea no es sencilla, el liberalismo corre con una ventaja irreducible. La reunión armónica de los deseos instintivos y primordiales del hombre.
Nadie, aún por más fundamentalismo socialista que predique, puede deshacerse del deseo de adquisición (propiedad privada), de libertad, o de desarrollo económico.
Esos, son los componentes que aseguran su perdurabilidad en el tiempo.
Preguntaba en una conferencia:
¿Qué fundamentos creen que debiera poseer un partido político para ofrecer prosperidad a la hora de gobernar?
Entre el bullicio se distinguía: promover las libertades civiles. Abogar por el desarrollo de las libertades individuales como motor del progreso social. El Estado de Derecho, y el sometimiento a las leyes vigentes.
Por último, ¿“Que piensan acerca de las teorías liberales»?.
Silencio sepulcral… Una mano al fondo: “Desastrosas” condenó con vehemencia alguien.
Con respetuosa abstención del habla, el resto del auditorio, comprendí, asentía.
Si para hablar de la teoría liberal es conveniente ubicar primero sus principios, y luego su nombre, pues bienvenido.
Muchos sin saberlo comparten su estructura y aborrecen su nombre.
En base a querer separar esa semblanza debe apuntar la neo transmisión liberal.
No al convencimiento por medio de ejemplos, sí al atraimiento por conocimiento concreto de sus intenciones. Esas mismas intenciones que la mayoría anhela, sin tener en claro de donde provienen.
Leandro Viotto Romano Es etudiante de la carrera de derecho e Instructor de Derechos Humanos por el Centro de entrenamiento conjunto para operaciones de paz avalado por la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas (ONU) para los DDHH.
- 23 de enero, 2009
- 11 de marzo, 2025
- 10 de marzo, 2025
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