Cómo un instrumento financiero se volvió una amenaza para la economía mundial
Por Carrick Mollenkamp, Deborah Solomon, Robin Sidel y Valerie Bauerlein
The Wall Street Journal
Hace años, dos banqueros londinenses dejaron Citigroup Inc. para abrir una firma especializada en una nueva clase de fondo de inversiones. El nombre que le pusieron a su compañía fue Gordian Knot Ltd. (nudo gordiano), porque les gustaba la leyenda de Alejandro Magno desenredando un complejo nudo al cortarlo con su espada.
Ahora, la Secretaría del Tesoro de Estados Unidos y los bancos más grandes del mundo tratan de desenredar su propio nudo: cómo prevenir que una clase entera de estos fondos —llamados vehículos de inversiones estructuradas (SIV, por su sigla en inglés)— no se desmoronen y se conviertan en un desastre económico y financiero.
La industria que se formó a partir de los esfuerzos de ambos banqueros, Nicholas Sossidis y Stephen Partridge-Hicks, está en problemas. El temor es que decenas de estos enormes SIV, muchos de los cuales están afiliados a grandes bancos, se vean forzados a deshacerse de miles de millones de dólares en valores respaldados por hipotecas y otros activos. Una venta masiva podría repercutir sobre los mercados de deuda, los que desempeñan un papel crucial en la economía global al proveer financiamiento para todo, desde la nómina salarial de las empresas a los créditos hipotecarios.
En las últimas semanas, banqueros y funcionarios de la Secretaría del Tesoro han mantenido reuniones urgentes para tratar el problema. Convocaron a Partridge-Hicks y Sossidis debido a la experiencia que tienen en los SIV. Desde el elegante barrio Mayfair de Londres, Gordian Knot gestiona el mayor fondo de ese tipo, con activos de US$57.000 millones.
Ambos forman parte de un exclusivo grupo de banqueros londinenses que engendró una industria de US$400.000 millones. Los fondos SIV prosperaron rápidamente, ya que permitían a los bancos cosechar ganancias de estos valores nuevos sin la necesidad de reservar capital para mitigar los riesgos.
Ahora, esta industria se ha convertido en una amenaza importante para la estabilidad de los mercados financieros globales. Tras encuentros recientes, Citigroup, Bank of America Corp. y J.P. Morgan Chase & Co. anunciaron un esfuerzo poco común. Tratarán de recaudar hasta US$100.000 millones hasta fines de año para una venta ordenada de muchos de estos SIV. La medida también pretende restaurar la confianza de los inversionistas en los mercados de deuda que esos fondos utilizaron para recaudar dinero. El monto de US$100.000 millones es un cálculo aproximado que se basa en el hecho de que cerca de una tercera parte de la deuda de US$350.000 millones emitida por los SIV expira en los próximos seis a nueve meses.
Grandes obstáculos
El plan de los bancos y el Tesoro estadounidense todavía enfrenta obstáculos importantes. Algunos banqueros no quieren participar porque dicen que el plan equivale a un rescate con fondos privados de Citigroup, lo que ese banco niega. Citigroup es el mayor jugador en el mercado de los SIV al contar con siete fondos que manejan unos US$80.000 millones.
«Conceptualmente es una buena idea, pero preferimos papeles de mayor calidad», dice Chris Vincent, jefe de William Blair & Co., que gestiona unos US$2.500 millones en inversiones en renta fija. Vincent agrega que su firma no está del todo conforme con los SIV y que el plan de crear el fondo «equivale a una superversión de un SIV».
Los defensores del fondo aseguran que no se trata de un buen negocio para los SIV, ya que tendrán que pagar una comisión para participar en el fondo, aceptar un precio descontado por sus activos y proteger a los inversionistas de posibles pérdidas. El fondo ha reunido el apoyo de grandes inversionistas estadounidenses como Fidelity Investments y bancos como Wachovia Corp.
El origen de una idea
La idea de los SIV nació a fines de los años 80, una época de grandes cambios en los mercados de crédito. El concepto de valores respaldados por hipotecas inmobiliarias comenzaba a evolucionar y el mercado de los bonos chatarra estaba en pleno auge.
Partridge-Hicks, que trabajaba en Londres, y Sossidis, que estaba en Nueva York, buscaban maneras para que los clientes de Citigroup —los fondos de pensiones y los bancos— lucraran más con el incipiente mercado de valores respaldados por activos, tales como las hipotecas comerciales y los pagarés de tarjetas de crédito.
Ambos banqueros incubaron la idea de crear un fondo que emitiría a los inversionistas papeles comerciales de corto plazo y notas de mediano plazo y después usaría el dinero recaudado para adquirir activos de mayores retornos y plazos. El negocio del banco serían las comisiones que cobraría por operar el fondo. Los activos del fondo serían propiedad de los inversionistas, así que no figurarían en los libros del banco. Los SIV tenían una ventaja sobre los conductos, una estructura financiera similar que estaba ganando popularidad: no requerían que los bancos cubrieran plenamente las deudas del fondo SIV en caso de que el mercado de los papeles comerciales se contrajera.
Londres, el epicentro
En 1988 y 1989, Sossidis y Partridge-Hicks lanzaron para Citigroup los primeros fondos de ese tipo, llamados Alpha Finance Corp. y Beta Finance Corp. Ambos atrajeron a inversionistas, obtuvieron altas calificaciones de crédito y generaron sustanciales ganancias para Citigroup. En 1993, ambos banqueros se fueron del banco para formar Gordian Knot.
Los activos de los SIV se dispararon hacia los cientos de miles millones de dólares a nivel global. Sin embargo, el negocio continuaba siendo local, dominado por banqueros y abogados en Londres, muchos de los cuales tenían algún vínculo con Citigroup. Tras la salida de Sossidis y Partridge-Hicks, la oficina en Londres de Citigroup estrenó otros cinco SIV, con nombres como Centauri y Dorada. Sus activos combinados alcanzaron los US$100.000 millones a comienzos de este año. En 1997, otros dos banqueros dejaron Citigroup para montar un SIV llamado K2 Corp. para el banco alemán Dresdner Kleinwort. Citigroup, por su parte, también obtenía comisiones al ayudar a otros bancos a crear esta clase de fondos.
El dominio de la capital inglesa se debe al hecho que los SIV son extremadamente complejos. A veces se tarda hasta un año en crear uno, por lo que es difícil que entren nuevos jugadores. Como el negocio comenzó en Londres, la mayoría de la gente con la experiencia y habilidad necesarias está ahí, dice Geoff Fuller, abogado de la firma Allen & Overy LLP en esa ciudad, quien ha asesorado a Citigroup y otros clientes en los SIV y otros productos de finanzas estructuradas. «Es un mundo pequeño en el que la gente sabe quiénes son sus competidores», dice.
¿El comienzo del fin?
Sossidis dice que el mercado de los SIV alcanzó su apogeo en los últimos años y que muchos de los nuevos participantes no entendieron plenamente los riesgos en prestar dinero a corto plazo e invertir a largo plazo. «Esos fueron los últimos en entrar y los primeros en salir», afirma.
Tras el colapso del fondo de cobertura estadounidense Long-Term Capital Management en 1998, Gordian Knot tomó precauciones para protegerse y no verse forzado a vender sus activos si el mercado empeoraba. Ahora, los analistas dicen que firmas veteranas como Gordian Knot deberían ser capaces de sobrevivir la actual crisis.
Cuando los problemas con los créditos hipotecarios de alto riesgo (subprime) en EE.UU. provocaron una crisis de crédito más amplia en todo el mundo, los SIV no parecían afectados ya que pocos se habían expuesto a esos préstamos. El 23 de julio, Moody’s Investors Service dijo en un informe que los SIV eran «un oasis de calma en la tormenta subprime».
Pero a poco andar, comenzaron a aparecer las grietas en el mercado de la deuda de corto plazo. A fines de julio, una filial del banco alemán IKB Deutsche Industriebank enfrentó problemas. Su negocio dependía del financiamiento de muy corto plazo en el mercado de los papeles comerciales para financiar inversiones en valores riesgosos respaldados por préstamos de alto riesgo. Un mes después, Cheyne Finance, un SIV de US$6.600 millones operado por un fondo de cobertura de Londres, comenzó a liquidar sus activos para repagar deudas.
A estas alturas, los inversionistas en los SIV de Citigroup comenzaron a preocuparse. Pronto, ese sentimiento se traspasó al Tesoro de Estados Unidos y Wall Street. El temor era que los SIV no fueran capaces de repagar sus deudas de corto plazo y que todo el sistema colapsara. Fue ahí cuando los bancos y Washington incubaron la idea de crear el superfondo.
- 23 de enero, 2009
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