La estrategia global de China da el gran salto
Por Rick Carew, Jason Leow y James T. Areddy
The Wall Street Journal
Una inversión de US$5.500 millones en Sudáfrica, realizada por el mayor banco de China es la señal más reciente de que el gigante asiático no sólo se ha convertido en un exportador de juguetes, ropa y reproductores de MP3, sino también de capital.
Ayer, el estatal Banco Industrial & Comercial de China Ltd. (ICBC por su sigla en inglés) anunció la compra de una participación de 20% en Standard Bank, el mayor banco sudafricano por activos. Se trata de la mayor inversión de una empresa china en el exterior.
El pujante sector financiero chino ya ha realizado una seguidilla de inversiones multimillonarias. A comienzos de esta semana, la firma china de corretaje Citic Securities Co. acordó invertir US$1.000 millones en el banco de inversión estadounidense Bear Stearns Cos., como parte de una alianza estratégica. Hace unos meses, el prestamista estatal Banco de Desarrollo de China acordó invertir US$3.000 millones en el banco británico Barclays PLC para apuntalar la oferta de este último por el holandés ABN Amro Holding NV. En marzo, asimismo, Beijing pagó US$3.000 millones por una participación de casi 10% en Blackstone Group LP, la firma estadounidense de capital privado.
El crecimiento de China que impulsa este festín de inversiones continúa siendo tórrido. Según datos entregados ayer, el Producto Interno Bruto chino creció 11,5% en el tercer trimestre, una leve baja frente al 11,9% del segundo trimestre, pero un ritmo extraordinario bajo cualquier parámetro global.
Con los bolsillos llenos
Los problemas en el mercado inmobiliario de Estados Unidos y sus repercusiones sobre los mercados mundiales de crédito han provocado que muchos bancos alrededor del mundo hagan frente a una escasez de liquidez, aumentando de paso los costos de las adquisiciones, afirma David D. Li, de la Universidad Tsinghua en Beijing. «En contraste, las acciones de los bancos chinos siguen en alza. La liquidez es muy sólida», dice. «¿Y qué haces cuando tienes dinero? Inviertes».
Los bancos chinos tienen dinero en efectivo. Hace sólo unos años, los inversionistas extranjeros los consideraban insolventes y poco atractivos. Pero ahora figuran entre las mayores instituciones financieras del mundo en términos de valor de mercado.
Ayer, ICBC reportó ganancias netas de US$3.000 millones en el tercer trimestre, un alza de 76% frente al mismo período del año anterior. Sus activos alcanzaron US$1 billón (un millón de millones) y para los nueve meses terminados el 30 de septiembre el banco tenía dinero en efectivo y equivalentes de caja por US$57.030 millones. Bank of China, otro de los cuatro mayores bancos del país, tenía efectivo por US$65.500 millones para los seis meses terminados el 30 de junio.
Gran parte de este dinero proviene de las incesantes exportaciones y la inversión extranjera directa. El Banco Mundial pronostica que la cuenta corriente de China alcanzará un superávit de US$378.000 millones este año, el equivalente al 11,9% del PIB. A medida que esa montaña de dinero empieza a llegar a los grandes bancos, aumenta la tentación de realizar préstamos arriesgados, lo que a su vez contribuye a las presiones inflacionarias. Por eso, el gobierno comenzó a incentivar ciertos tipos de salidas de capital con el fin de restaurar el equilibrio (vea la nota sobre los bancos centrales en esta edición).
Esto incluye permitir a algunos fondos y otros inversionistas comprar cantidades limitadas de acciones y bonos extranjeros.
China también ha estimulado a las empresas estatales y otras compañías a comprar firmas en el extranjero, como parte de la estrategia de «volverse global» que delineó el liderazgo del país. La semana pasada, durante el Congreso del Partido Comunista que se celebra cada cinco años, el jefe del partido, Hu Jintao, dijo que el país «va a acelerar el crecimiento de las corporaciones multinacionales chinas y de las marcas chinas en el mercado mundial».
La expansión china sigue siendo un asunto políticamente sensible en EE.UU. y Europa. Esto ha llevado a que las empresas chinas favorezcan la adquisición de participaciones minoritarias en compañías occidentales, en vez de las adquisiciones, o que se dirijan a países como Sudáfrica.
Pero incluso el acuerdo con Standard Bank podría aumentar la preocupación de Occidente sobre el poder económico que China ejerce.
Los ministros de Finanzas del Grupo de los Siete (los países más industrializados) debatieron la semana pasada reglas para los llamados fondos soberanos, vehículos de inversión que gestionan dinero en nombre de sus gobiernos. Y claramente tenían en mira a China y al Medio Oriente. Entre las propuestas se encuentra el no permitir que inviertan en industrias como defensa, medios y otras y limitar la participación que pueden comprar las entidades estatales.
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