Lincoln y Zapatero
Por M. Martín Ferrand
ABC
Abraham Lincoln decía, y todo el mundo lo sabe, que «se puede engañar a algunos todo el tiempo y a todos algún tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo».
Así ha venido siendo hasta que José Luis Rodríguez Zapatero, un prodigio para la propaganda, ha conseguido desmentir al gran patriarca norteamericano y, según prueban los hechos, nos engaña a todos todo el tiempo. La vileza de tan grave planteamiento queda amortiguada -¡todo es posible en España!- por la maestría de sus métodos, el control mediático y la torpeza de sus antagonistas a la hora de dejar al descubierto su impostura y la de sus compañeros de Gabinete.
Zapatero y su singularísima Magdalena Álvarez, la mujer que maquilla su descaro con brochazos de arrogancia impertinente, después de haber transformado un plan ferroviario de Alta Velocidad, diseñado por los equipos de José María Aznar según la directiva europea de 1996, en «ferrocarriles de altas prestaciones» -una chapuza muy propia de nuestro modelo político no representativo y escasamente parlamentario-, inauguraron ayer la nueva línea Madrid-Segovia-Valladolid con dos años de retraso sobre el calendario previsto. Un proyecto que el PP dejó con 14,5 kilómetros en servicio, 151 en ejecución, 37 en proyecto y 7 pendiente de declaración de Impacto Ambiental.
El deseable tracto sucesivo de la política democrática acepta el principio propagandístico de que las grandes obras pública son mérito de quien las inaugura, no de los que colocaron sus primeras piedras; pero en este caso, y más aún en el que hoy se centra en Málaga, las chapuzas introducidas en el proyecto inicial, las indecisiones que han presidido su ejecución y la arriesgada precipitación con que se ponen en servicio dos tramos ferroviarios aconsejan una sonrisa de desdén frente a un equipo gubernamental que, como los jugadores de parchís, come una y cuenta veinte. Zapatero y su troupe han disminuido la herencia que, en infraestructuras, recibieron de sus predecesores y, encima, sacan pecho y presumen de eficacia y capacidad. Incluso temo, y eso sería lo peor, que se lo creen.
Esta misma semana, Zapatero ha puesto fin a una legislatura en la que se ha degradado -mucho, demasiado- la convivencia política según los patrones de la Constitución del 78. Entre estériles «procesos de paz» y pactos estatuarios dinamitadores del Estado, el líder socialista que ha conseguido, mintiendo, desmentir a Lincoln ha despilfarrado cuatro años y, sin ningún escrúpulo para desenterrar los fantasmas del pasado, ha dejado una España fofa en sus ideas y, ya en lo tangible, menos moderna y ambiciosa en sus infraestructuras. Lo sorprendente es que, con toda probabilidad, renueve su contrato presidencial dentro de ochenta días. Nos va la marcha.
- 23 de enero, 2009
- 23 de julio, 2015
Artículo de blog relacionados
- 23 de diciembre, 2007
El Nuevo Herald Con voz temblorosa, el ex gobernante cubano Fidel Castro aseguró...
19 de abril, 2016Editorial – ABC Apenas ha dejado pasar un mes después de su reelección...
4 de enero, 2007El Nuevo Herald Lo más interesante de la Olimpíada Internacional de Matemáticas (OIM)...
22 de julio, 2012