Argentina: Dos reglas para saber lo que viene
Por Roberto Cachanosky
La Nación
No tiene por objeto esta nota tratar de convencer al actual gobierno sobre la imposibilidad de ignorar ciertas reglas básicas de la economía, dado que ya ha dado acabadas muestras de persistir en la utilización de mecanismos sumamente primitivos. La sola sugerencia de pedir que los encargados de los edificios informen sobre la cantidad de equipos de aire acondicionado que tiene cada departamento o encargarle al secretario Moreno que controle el precio de las lamparitas son hechos que, por sí solos, muestran cómo, día a día, el Gobierno se va enredando cada vez más con sus medidas.
Esta nota tiene por objeto marcar dos conceptos básicos de economía, para que el lector no versado en estos temas pueda anticipar sus decisiones microeconómicas sobre la base de lo que va a venir si se persiste en manejar la economía como si se tratara de un campo de concentración.
Primera regla básica: cuando se establece un precio máximo, aumenta la demanda y disminuye la oferta.
El gráfico que acompaña esta nota es uno de los primeros que se enseñan en las materias de economía. ¿Cómo se lee este gráfico? En el eje horizontal están las cantidades ofrecidas y demandadas. En el eje vertical están los diferentes precios a los que puede operar el mercado. Por ejemplo, si el precio sube (eje vertical) la gente disminuye la demanda del bien en cuestión mientras que la oferta aumenta. Si el precio baja, se produce el proceso inverso, tanto en la oferta como en la demanda.
Si bien la economía es un proceso dinámico, a los efectos de simplificar, diremos que el mercado se encuentra transitoriamente en equilibrio en el punto A. Esto quiere decir que al precio P la gente demanda la cantidad Q. Ahora bien, cuando los burócratas deciden establecer un precio máximo siempre lo van a hacer por debajo del precio P. ¿Qué sentido tendría poner un precio máximo por encima del que está operando el mercado? De la misma manera que tampoco tendría sentido poner un precio máximo en el mismo nivel en el que opera el mercado.
Si, por definición, el precio máximo siempre se establece por debajo del precio de mercado, esto quiere decir que la demanda aumentará y la oferta se contraerá.
Cuando el secretario Moreno decide que no le gusta el precio P del gráfico y le gusta más el precio PM, el resultado que obtiene es que la demanda se expande hasta Q2 y la oferta disminuye hasta Q1 (ambos puntos están marcados en el eje horizontal).
¿Qué nos muestra el gráfico? Que al precio PM la oferta es menor que la demanda. Frente a esta situación, hay dos formas de tratar de solucionar el problema generado: a) eliminar el precio máximo para restablecer el equilibrio o b) establecer algún tipo de racionamiento, dado que la oferta no alcanza para abastecer toda la demanda a ese precio.
¿Por cuál de las dos opciones optó el Gobierno? Por la b). Los cortes de energía, que no son anunciados por anticipado porque es políticamente incorrecto, es una forma de racionalizar la demanda dada la distorsión de precios relativos establecida. Cuando se prohíbe la exportación de combustible si no se respeta el precio PM, se pretende igualar oferta con demanda, disminuyendo la demanda externa y afectando la rentabilidad de las empresas. Lo del combustible ya pasó con la carne, los lácteos, el gas y otros productos.
La primera regla le permite anticipar a usted lo siguiente. En el futuro usted tendrá crecientes problemas de abastecimiento. Mayores que los actuales. O, en todo caso, las empresas, para satisfacer al señor Moreno, respetarán el precio PM pero le entregarán cada vez menos bienes y servicios por ese precio. El secretario estará feliz porque el IPC no se mueve y usted tendrá menor cantidad de bienes a su disposición, de peor calidad y por el precio PM obtendrá una cantidad menor. Por el precio de una torta ahora le entregarán un alfajor.
En síntesis, lo que usted debe esperar, en realidad ya está ocurriendo, es que el IPC que elabora el Indec le muestre que la inflación está en baja, pero su bolsillo le estará enviando una señal diferente. Ante esa inconsistencia no se asuste pensando que sufre de alucinaciones.
Segunda regla básica: los costos no determinan los precios de venta, sino que los precios de venta determinan los costos de producción.
Otra de las tareas con la que se entretienen los burócratas consiste en analizar los costos de producción de las empresas para determinar si el precio al que venden es «justo». Lo que hacen es sumar los costos de producción de las empresas y decidir ellos si esos costos están bien o mal; luego suman una tasa de rentabilidad que eligen como si se tratara de un número del Loto y establecen el precio al cual debe venderse cada producto y servicio. La realidad es que el precio que está dispuesto a pagar el mercado es el que define los costos en los cuales puede incurrir una empresa. La economía funciona justamente al revés de la manera en que razonan los burócratas.
Por otro lado, la tasa de rentabilidad elegida al estilo Loto no suele considerar los riesgos institucionales de invertir. A menor seguridad jurídica y reglas inestables, mayor riesgo y, por lo tanto, más alta es la tasa de rentabilidad que se exige el accionista para hundir una inversión.
¿Qué es lo que debe esperar usted de esta segunda regla? Que la inversión siga siendo escasa en la Argentina, dado que serán muy pocos los que estarán dispuestos a aceptar la tasa de rentabilidad Loto que le gusta al Gobierno. Por lo tanto, si la tasa de inversión es baja, la productividad será cada vez menor, los bienes disponibles en la economía crecerán muy lentamente o disminuirán por consumo de stock de capital y la lucha por la distribución del ingreso será cada vez más feroz.
Espere entonces problemas sociales, dado que la única forma en que un sector podrá mejorar sus ingresos será a costa de otro sector por falta de inversiones, salvo que todos se conformen con ver cómo se va diluyendo su ingreso real.
Lo que usted tiene que esperar de ahora en más son dos tipos de análisis económico. Por un lado el Gobierno le dirá que si usted no tiene electricidad es por el éxito económico que se ha logrado. Para el Gobierno la falta de energía es un signo de éxito. Le dirán que el éxito consiste en que usted tenga un equipo de aire acondicionado, pero le pedirán que no lo use porque el éxito económico no le permite entregarle energía. El otro análisis consistirá en preguntarse, ¿por qué no hay suficientes inversiones en energía? Y las dos reglas expuestas anteriormente le darán la respuesta y lo que podrá hacer con su nuevo equipo de aire acondicionado.
Tampoco espere que el rumbo económico se rectifique 180 grados. Por el contrario, todo parece indicar que, peleándose con la realidad, el Gobierno seguirá profundizando los controles, las regulaciones y los racionamientos de bienes y servicios. Está en su filosofía desconfiar de la iniciativa privada y confiar ciegamente en el iluminismo de la burocracia. Y ya sabemos cómo terminan las políticas de los que se consideran seres iluminados.
El autor es economista.
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