Técnica y economía
Por Luis García Martínez
La Nación
El presidente de Venezuela parece haber encontrado en el marxismo la panacea para remediar la desigual distribución de la riqueza y del ingreso, que prevalece no sólo en su país, sino en todo el mundo. El capitalismo se nutre de la búsqueda incesante de la ganancia (la plusvalía, en el lenguaje marxista), lo que hace que se produzca sólo lo que la genere, y no todo lo que es técnicamente posible, de acuerdo con la tecnología disponible.
Es tal el entusiasmo redentor de Chávez con el marxismo, que se creyó autorizado a recomendarle a Putin que lo desempolvara de las ruinas del Muro de Berlín, volviendo a la Unión Soviética y a su sistema de planificación centralizada. Seguramente recibió de Putin, conocedor de las falencias del mismo, una mirada condescendiente.
Esta confusión entre técnica y economía es muy frecuente, y es fuente de fuertes reclamos éticos, provenientes de distintos ámbitos de opinión; así, se considera un escándalo que, con la capacidad de producir alimentos que tiene la agricultura actual, muera de hambre mucha gente en todo el mundo. Asimismo, se enrostra a los países ricos su egoísmo, al destinar a la ayuda a los países pobres un porcentaje ínfimo de su producto bruto interno. La pregunta que acude a la mente es: ¿por qué estos países que tienen de todo no son más generosos con aquellos llenos de necesidades básicas sin satisfacer? Esto lacera la conciencia de Occidente e inspira muchas iniciativas individuales en tal sentido, que no se visualizan desde un punto de vista global.
Cuando se dice que la economía es aquel comportamiento que surge de la discrepancia entre necesidades múltiples frente a medios escasos para satisfacerlas, lo que obliga, en todo tiempo y lugar, a una adecuada administración de los recursos disponibles, se está expuesto a una réplica contundente, que es la de recordar que los países ricos no tienen necesidades insatisfechas (haciendo referencia a las necesidades básicas), sino que, por el contrario, viven en la opulencia y el despilfarro.
Pero cuando se pasa de un enfoque centrado en las necesidades básicas a otro relacionado con necesidades complejas, sofisticadas, propias de sociedades de alta productividad, la cosa cambia. En estas sociedades, sigue habiendo un conflicto entre medios escasos y necesidades múltiples, pero tanto los primeros como las segundas, son propias de sociedades técnicamente avanzadas.
Las tensiones de la escasez subsisten, pero en este último sentido. Los gobiernos de estos países deben, entonces, mantener un delicado equilibrio en la conducción de la economía y no tienen un margen tan amplio como se cree para la ayuda externa. Si pretendieran ser más generosos al respecto, la oposición política les recordaría rápidamente todo lo que falta por hacer en el orden interno, antes de preocuparse por otros países. Lenin pronto comprendió que manejar una economía no era cosa de saber cómo funciona una máquina, sino algo mucho más complejo. Cuando Chávez se libere (si es que se libera) de su hechizo marxista, Venezuela habrá perdido una gran oportunidad (dado el precio del petróleo ), para incursionar en senderos más modernos que los que hoy transita.
El autor es miembro de la Academia Nacional de Ciencias Económicas
- 23 de julio, 2015
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