Las frustraciones
La Habana – El cubano Arsenio Rodríguez, el ciego maravilloso, apodado así por su incapacidad visual y su virtuosismo musical, escribió y musicalizo, una bella letra en tiempo de bolero allá por el año 1947.Popularizada unos años después, en 1954 por dos grandes de la música latinoamericana: Pedro Vargas y Benny More. Su titulo. “La vida es un sueño”, y en parte de su letra dice:
La vida es un sueño
y todo se va
la realidad es nacer y morir
por que llenarnos de tanta ansiedad
todo no es más que un eterno sufrir
el mundo está hecho
sin felicidad.
Hermosa manera de proyectarse y deliciosa música que aun hoy se escucha agradablemente, produciendo místicos recuerdos y haciéndonos meditar sobre nuestra realidad. Es que en el arte como en la vida, lo bueno es eterno y lo malo, aunque logre persistir un tiempo, a la larga se disipa, se olvida totalmente.
Sin embargo con ese criterio y respetando el del autor, me queda una rara sensación de perdedor, de que nada se disfruta a plenitud, de que ningún esfuerzo será recompensado, de que ciertamente no hay felicidad, no existe, y si sobre todo, mucha TRISTEZA de la cual no tenemos culpa. Coincidiría con él, si manifestara que hay un predominio de ésta sobre la alegría, porque realmente, eso tiene su explicación.
Si damos por sentado que la suerte por ejemplo de “nacer en cuna de oro”, o la fatal casualidad de nacer o adquirir una incapacidad importante [como le paso a él], tiene una influencia decisiva para nuestras emociones en toda la vida, no es menos cierto que la frecuencia con que esto ocurre es bien limitada, obligándonos a revisar los motivos que con mayor frecuencia producen tales sensaciones y freno, y de paso, de cuanta responsabilidad cargamos en ellos.
Cabe entonces la pregunta:
¿De qué depende que estemos TRISTES y DEPRIMIDOS en más del 90% de las ocasiones?
La respuesta:
De algo importante que hemos perdido conscientes o no y que nos parece, o estamos seguros, que nunca podremos recuperar.
De algo que nos fue arrebatado, dejándonos con esa impotencia y minusvalía características.
De algo que intentamos, pero no alcanzamos, por falta de capacidad, voluntad y fuerza.
De algo que queriendo o sin querer hicimos mal, con todas sus consecuencias, propias y ajenas.
De algo que dejamos pasar, que desaprovechamos, con el reproche constante que requiere, rondando nuestras vidas.
Dos aspectos o circunstancias que se suman a estas razones bien establecidas.
Que hayamos dejado de ser útiles, o que nunca lo fuimos, comportándonos como autómatas.
Que hemos dejado de incorporar conocimientos, o que nunca lo hemos hecho, comportándonos como ignorantes.
Hasta aquí, se nota fácilmente el grado de responsabilidad individual que portamos, en las cosas que nos ocurren y ocurrirán y que dependen de la toma de la decisión escogida, dejándonos como común denominador como resultado LA FRUSTRACIÓN, capaz de generar en su momento, la suficiente TRISTEZA y posteriormente con su persistencia, LA DEPRESIÓN, cuya intensidad dependerá de la magnitud del hecho y del tiempo que transcurre desde que nos acompaña hasta que no podemos justificarla mas.
Los factores que determinan las conductas que nos llevan a tan confuso e inapropiado destino están en relación con:
El miedo ante determinadas situaciones que requieren o necesitan audacia y valentía para imponerse.
La posposición de acciones que deben ser inmediatas, en espera de tal vez, no tener que hacerlas.
El facilismo, que de manera tramposa nos induce a evitar el camino difícil, pero seguro y exitoso.
La duda, siempre presente y que de no eliminarla con la suficiente rapidez, dejara que otros tomen la iniciativa y obtengan la victoria, en nuestras propias narices.
La inconstancia y falta de convicción que no permite que aguantemos el embate de lo opuesto, con la consiguiente debilidad en la conducta y la derrota.
Evidentemente, siendo más jóvenes hay más probabilidades de superar la FRUSTRACIÓN o compensarla con algún otro necesitado logro y con más edad, se hace prácticamente imposible teniendo más efectos por lo debilitado del carácter y la característica relación de la edad, con la mediocridad.
Vivimos hoy en un mundo cada vez mas triste, en el que las guerras, los desastres, la pobreza y la ignorancia predominan, lo cual incrementa la TRISTEZA individual de la gran mayoría, incluidos por supuesto los cubanos, que a diario somos literalmente bombardeados con este tipo de noticias luctuosas. Por otro lado, nacimos en un país, que ha sufrido serias y profundas transformaciones destructoras y poco a poco hemos ido perdiendo nuestra natural y característica alegría, haciéndose mas frecuente y profunda aun la TRISTEZA, por el aumento cotidiano de las innumerables FRUSTRACIONES que acumulamos. Sin dudas, no hay país en el mundo que exhiba más alto nivel que el nuestro en este negativo renglón. Aspectos mínimos, realizables o conseguibles para otros en otras latitudes se nos hacen increíblemente difíciles o imposibles de adquirir, con un modelo que tiene que administrarlo todo y para todos “por igual” sin recursos y con un “enemigo”, el bloqueo, el imperialismo, que no nos permite salir del atolladero. Es seguramente por esto, que exhibimos el más alto índice de suicidios y de divorcios del mundo.
Esta sostenida, infinita, increíble FRUSTRACIÓN, en parte explica porqué tantas personas emigran separándose definitivamente de sus seres queridos y de su país, desterrados y buscan la salida por cualquier vía, algunas fatales de antemano, con tal de huir de la TRISTEZA y la DEPRESIÓN generada a su vez, por la imposición sostenida, de un sistema autocrático, en el que estos aspectos son obligados, incluidos en su estilo y sus intenciones por su necesidad de absoluto y dominante poder. Casi todos los que emigran, con la sola y mínima acción de abandonar este totalitarismo, modifican ya su frustración y la eliminan definitivamente, cuando se establecen en cualquier otro lugar.
Las posibles soluciones que oferta el Estado solo consiguen entretener al pueblo, ganar tiempo, mantener en todos los engañados, las esperanzas de disminuir alguna vez, LAS FRUSTRACIONES acumuladas por más de 50 años, en los que jamás han dejado de crecer. Las soluciones estatales las escuchamos claramente en el discurso de fin de año mientras como siempre, esperábamos otra cosa. Más trabajo, más esfuerzo, más sacrificio. Resistir. Es todo cuanto pueden prometernos para alimentar las FRUSTRACIONES, después de medio siglo de estar haciéndolo. Nunca escucharemos otra cosa.
La verdadera solución que tiene en sus manos el pueblo, no es preguntarse el por qué de las ya establecidas FRUSTRACIONES, ni por cual camino eliminarlas. Estas ya no tiene solución y solo consiguen perpetuarse y mantenerse en el pensamiento de todos en el intento inútil por superarlas, estimulados constantemente por el gobierno con el ya gastado “si, se puede”. Absolutamente falso desde antes de decirlo y con cuyo nuevo fracaso, se incrementaran más.
Sin cambio de modelo, no habrá expulsión de las FRUSTRACIONES, sino un imparable aumento.
Solo borrando de nuestras mentes los fracasos y utilizando la inteligencia, la audacia, la fuerza, la voluntad y la anteposición, podríamos producir las variaciones que harán resurgir la alegría con los triunfos. El primero de ellos, obligar al cambio de modelo económico y político. Con lo primero, la desobediencia política que no es ningún delito, sino tu derecho, aquel que perdiste y puedes al menos una vez recuperar. Ahí están las inapropiadas e ilógicas “elecciones”, ahí está tu oportunidad.
Si volvemos a preguntarnos ahora, ¿de qué depende la tristeza cubana?, podríamos agregarle la respuesta más completa.
De la FRUSTRACIÓN por algo que hemos perdido: La libertad
De la FRUSTRACIÓN por algo que nos fue arrebatado: La libertad
De la FRUSTRACIÓN por algo que nunca alcanzamos: La libertad
De la FRUSTRACIÓN por algo que hicimos mal: Regalar la libertad.
De la FRUSTRACIÓN por algo que dejamos pasar: La libertad.
Por eso, estoy en desacuerdo con el ciego maravilloso, para los cubanos:
La vida ha sido una pesadilla
que a muchos ya se nos fue
la realidad en Cuba, no ha sido solo nacer y morir
ha sido dimitir, admitir, aceptar
por eso, estamos llenos, de tanta ansiedad
todo es mucho más que un eterno sufrir
y Cuba ha perdido, FRUSTRADA, su felicidad.
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