¡Uníos!
La Habana – Cada vez los cubanos nos sentimos y nos sabemos, más de acuerdo en lo que pensamos y decimos. Coincidimos más, y en la medida que las dificultades y las perspectivas se nos igualan, nos igualamos.
Esta igualdad es sumamente peligrosa por lo que pueda suceder en un país gobernado por una minoría autócrata, que apoyándose en una ideología abstracta, impositiva y comprometedora, ha conseguido mantener confundido a un pueblo que hoy casi unánimemente reconoce el engaño y se reunifica en su antigua conciencia social, identificándose sin sentirse adversarios, después de mucho tiempo de desconfianza, de desigualdad creada para dividir.
Por el contrario, el cubano de hoy se busca para informarse de lo que conoce, se apoya en su cotidiana protesta y se alegra, cuando alguien logra escapar del régimen, ganando así su libertad.
Los casos de Carlos Otero, Susana Pérez, los bailarines del Ballet Nacional y el Español, Los tres de la Habana, etc. lo demuestran. Podrán obligar al mitin de repudio con sus perversos métodos y su cruel ideología, pero no pueden evitar la alegría de su pueblo, que sabe que no son traidores. Son cubanos y los seguiremos disfrutando donde quiera que estén.
Este no es ya el pueblo que ciegamente acataba, que todo lo aceptaba. Aquel que gritaba ¡comandante en jefe ordene!, casi espontáneamente, arrastrado por sus promesas de progreso y bienestar, de equidad y justicia social. Hoy por suerte ya sabemos que eso nunca fue verdad.
En esto ha jugado un importante papel la ola de informaciones que recorre hoy toda Cuba. Esta es ya indetenible. Probablemente por esta razón, el pueblo quiere saber cada vez más, necesita conocer, enterarse, cansado de que le administren y limiten dichas informaciones y hasta los designados para impedir que llegue a sus manos, a sus oídos y a sus ojos, no están tan convencidos que deba ser así.
Las memorias portátiles, los que tienen acceso a computadoras con Internet o servidores que pueden recibir mensajes, no son muchos, pero el intercambio y la propagación de lo que les llega es compartido y difundido sin egoísmos, con deseo de comunicar de que estemos al dia. Es una guerra de guerrilla, focos por dondequiera.
La intersección de TV Martí y Radio Martí por el Estado no ha sido total y los Dvd y Vcd con programas enteros circulan para romper la barrera desinformativa que hace 50 años nos mantiene marginados, lejos de muchas realidades.
Pero a mi modo de ver, la reina, la que ha cautivado y casi esclavizado a nuestro pueblo, ha sido la antena parabólica. Los canales informativos en español como el 41, el más visto, compiten con las telenovelas de otros permitiendo que salgamos de la dirigida y adoctrinada propaganda política incesante, constante, única, que mantiene haciendo pensar lo que no se desea a la mayoría.
Por medio de la popularísima antena, conocemos con extrema veracidad y profesionalismo, con entera libertad, no solo todo lo que aquí se oculta, sino también, como pensaban hacía mucho tiempo, los que antes tuvieron que mantenerse encubiertos para no ser detectados en su verdadera manera de pensar y la increíble corrupción que nos descompone desde siempre. Entonces la lógica pregunta nos asalta. ¿Cuántos de los que vemos hoy en la televisión o escuchamos por la radio huirán mañana?, ¿cuántos piensan totalmente diferente de como están obligados a manifestarse públicamente? ¿qué hará el régimen para impedirlo?. Pues quitarlas y multar a sus propietarios, que tienen al país envuelto en una tela de arañas, enloqueciendo al gobierno, que ve como su más directa manera de dominar e imponer el poder, la desinformación, se desvanece, se disipa, se esfuma resurgiendo la unidad y el criterio entre los dominados.
Si esto es así, si ciertamente hemos avanzado solos, con lo que nos hemos ayudado los unos a los otros, a través de lo que conocemos, entonces ¿por qué los que llevan años luchando, combatiendo sin miedo y a expensas de sus vidas incluso, no se ponen de acuerdo? ¿Qué está mediando para que esto no ocurra y no nos tome disgregados, sin unión ni dirigentes que se conozcan, se acepten y respeten, en función de esa misma lucha, que por años han librado?
Los periodistas que se ven por “los canales” cubanos todos, se notan muy diferentes a los de nuestra TV, más profesionales, sueltos, sin preguntas dirigidas. No quisiera sentirme en el pellejo de muchos de los que hoy obligados aquí, tienen que leer las reflexiones agotadoras, lejanas, monótonas y falsas que se adjudica el derecho de continuar escribiendo como buen propietario, la máxima figura hasta hoy en nuestro país. O las mentiras de los logros y las victorias invisibles de la revolución. Hace mucho que dejaron ellos de ser periodistas para por medio de la organización política a la que pertenecen escalar hasta los medios de difusión que hoy representan, como típicos robots o maquinas de leer. Tristemente eso es lo que son. Y lo que cada día más ve el pueblo, son personas despojados de sus convicción, de su alma, de su decisión. Nombres como los de Ariel Terrero, Eduardo Dimas, o Resillez, son suficientes para demostrar su servilismo. Los de la mesa redonda son otra cosa, otra casta, mucho más cercana a la cupula. Son otra clase.
Ellos tienen miedo, están obligados a mentir o les conviene, pero el pueblo no, el pueblo lo ha ido perdiendo y lo demuestra, por su avidez para expresarse, discrepar y protestar donde quiera y sin limitaciones y esto, es una modificación un cambio de conducta, una transición, ahora de una manera más libre y abierta, lo que unido a la progresiva razón de lo que ocurre a diario, hace que la visión de lo que estamos viviendo sea mucho más clara para todos.
Esto ha traído como consecuencia para mantener la confusión, el pensamiento vacío y falso, que la mentira, sea mayor, más compleja, más frecuente, pero a su vez la hace más visible incrementando el descrédito, la molestia por el engaño, la tristeza por la decepción. Este círculo tiene un tope y debe romperse en la medida que crece. Nuevamente, en mi opinión, ya estamos en el límite.
Pero entonces ¿qué ocurre que no se rompe el círculo?
Por mucha información recibida, [aun insuficiente], si la capacidad para entender es poca o la complejidad de lo que pasa es elevada, el pensamiento del hombre adoctrinado no podrá discernir con la adecuada rapidez y persistirá en la inmovilidad a que fue arrastrado por la continua propaganda política totalitaria de tantos años. La atrofia persistente del pensamiento cobra su precio en manipulación y la recuperación exige un tiempo que pudiera reducirse con escrituras y conceptos fáciles, que le llegue a sus hogares de manera individual, lo que les permitirá releer todo cuanto necesite para comprender. Para esto es necesario el apoyo de los que independientemente ahora, están organizados.
Entonces, de nuevo el papel de los que históricamente se han mantenido firmes en su abierta lucha es fundamental. La posibilidad de ser reconocidos por el estado e influir positivamente en la debacle, depende de ello. Hasta hoy esa ha sido su justificación, que son grupúsculos insignificantes, sin seguidores. No importa que más de un millón de electores haya demostrado estar en su contra. No importa que los que viven fuera, que suman casi cuatro millones y que no les permitieron votar tampoco estén a su favor. Ustedes les han dado la razón por la falta de acercamiento, de tolerancia ,de unión, que ellos se han encargado con sus constantes infiltraciones de aumentar. Por la desunión de los de aquí con los de allá, por los derechos que creen cada uno tener, cuando el único derecho es lograr la modificación absoluta del modelo que definitivamente nos beneficiara a todos.
El Estado está claramente desestabilizado, moral política y económicamente. El pueblo ve mucho más y gana en energía proveniente de la razón, está listo. El exilio juega su papel. Pero no existe la unión adecuada entre los principales opositores para con astucia, sabiduría, conocimientos e inteligencia, evitar la catástrofe que de no encontrar una solución a tanta desunión, será inevitable. Pienso que así como los principales hombres del gobierno han envejecido, otro tanto les ha ocurrido a algunos que durante años se han mantenido firmes en sus ideas y en condiciones muy inferiores a sus oponentes. Pero su experiencia y sus valores son necesarios y pueden ser definitivos. Siéntense juntos a dialogar, jóvenes y no tan jóvenes, el pueblo los necesita.
Es el momento adecuado no deben dejarlo pasar, ustedes son los elegidos. ¡Disidentes de toda Cuba, la de aquí y la de allá que es una sola, por el bien de todos, uníos!
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