La foto de Obama

Por Alberto Benegas Lynch (h)
Especial para El Instituto Independiente

La tradición estadounidense ha establecido lo que se conoce como “la doctrina de la muralla” para indicar una separación tajante entre el aparato estatal y las iglesias. La religión es materia privada que no tiene nada que hacer con el poder y cuando la vinculación se establece el espíritu totalitario emerge.

En los diarios de hoy aparece una fotografía del candidato demócrata a la presidencia Barack Obama vestido con atuendo musulmán en Kenia hace un tiempo. Esta imagen fue difundida por internet desde los cuarteles de Hillary Clinton con la idea de que influya negativamente en la carrera electoral de su contrincante.

Es difícil concebir algo mas bajo y repugnante. El tiro evidente de la Clinton refleja a las claras su catadura moral. Obama sostiene que no profesa esa religión pero si la seguiría nada habría que objetar por parte de una persona civilizada. El fuero íntimo de cada uno debe ser sagrado. Lamentablemente hay trogloditas que consideran que los musulmanes son terroristas, lo cual es tan idiota como sostener que los cristianos son criminales por las barrabasadas inquisitoriales. Hay mil cuatrocientos millones de musulmanes en el mundo, entre los cuales hay personas excelentes, regulares y malas, del mismo modo que ocurre con el resto de la humanidad.

Por otra parte, deben recordarse los fenomenales aportes del Islam a la filosofía, el álgebra, la música, el derecho, la literatura, la economía y la medicina. La tolerancia de los musulmanes en España con judíos y cristianos era proverbial. Es de esperar que el público norteamericano reaccione con indignación frente a esta insinuación inaceptable y las encuestas pongan de manifiesto esa situación.

Personalmente considero que los candidatos que quedaron en carrera -una vez eliminados Ron Paul y Fred Thompson- se apartan mucho de los principios y valores establecidos por los Padres Fundadores y que en muchos aspectos profundizarán los desquicios de G.W.Bush, pero esta maniobra elucubrada desde la campaña de Hillary Clinton es indignante y es de desear que no contribuya a encender los elementos retrógrados y cavernarios en Estados Unidos.