En Ohio, el TLC siempre es tema para una buena pelea
Los méritos o deméritos del Tratado de Libre Comercio de América del Norte tienen poca importancia. No se puede convencer al empleado de una fábrica que ahora está desempleado porque perdió su trabajo debido al cierre de la planta donde laboraba que el TLC ha sido beneficioso para Estados Unidos o persuadirlo de que ha favorecido a Ohio.
Los números no importan en este artículo. Los residentes de Ohio odian el TLC.
Por eso es que la Senadora Hillary Clinton y su rival Barack Obama han estado hablando sin cesar del asunto. Están de acuerdo en afirmar que el TLC no ha funcionado. Concuerdan que hacen falta nuevos acuerdos para evitar que los empleos de los norteamericanos vayan a parar a otros lugares. Obama, incluso, ha dicho que si gana traerá de regreso los trabajos perdidos.
No hace falta decir, obviamente, que la Senadora Clinton tiene problemas criticando el TLC con un rostro impávido. No puede ignorar que su marido cabildeó ante el Congreso y fue uno de los artífices, en 1994, del famoso Tratado. Hillary Clinton no puede desligarse del pasado y soslayar que años atrás alabó el TLC como uno de los grandes logros de su esposo, entonces Presidente.
Y, sin embargo, el sábado pasado cuando descubrió que personal de la campaña de Obama había estado repartiendo una hoja volante en Ohio diciéndole a los votantes que ella alguna vez había afirmado que el TLC iba a ser un verdadero “boom” para el despegue de Estados Unidos, la ex Primera Dama explotó. Obama no se disculpó por el reparto de la hoja volante, aunque la señora Clinton jamás dijo tal cosa.
Obama y sus asesores tienen el panorama muy claro. En Ohio tienen que denostar el TLC y conquistarán el favor de los votantes.
Es por eso que la discusión sobre el TLC ha sido elemento clave en estos discursos de los últimos días. De ahí, que Obama haya sido tan vehemente en manifestar su oposición al Acuerdo de Libre Comercio, exigiendo que algunos capítulos del mismo sean renegociados y enfatizando que si llega a la Presidencia no aprobará ningún otro Pacto de Libre Comercio que no proteja los derechos de los trabajadores de Estados Unidos.
Tanto Obama como Clinton dijeron que retirarían el TLC si Canadá y México no están dispuestos a renegociar los mismos.
Todos los comentarios de Obama son cuidadosos y políticamente correctos.
Cuando se desvía es cuando trata de vincular sus puntos de vista relativos al TLC con la necesidad urgente de este país de implantar una Reforma a la Inmigración y cuando afirma que los representantes de Estados Unidos y México deben sentarse a explorar alternativas que generen empleos para sus ciudadanos.
Como los sentimientos anti inmigrantes son tan fuertes en Estados Unidos, al grado de la virulencia, aún los aspirantes Demócratas han tenido que comprometerse, aunque sea de labios para afuera, con la afirmación “necesitamos asegurar nuestras fronteras”.
Permítanme discrepar.
En los últimos dos debates, Obama dijo algunas cosas e ignoró otras.
Si uno recorre las ciudades del norte de México donde estaban establecidas muchas maquiladoras encontrará que una gran cantidad han sido cerradas. ¿Dónde fueron a parar estos trabajos? Como se sabe, fueron trasladados a China. Los mexicanos se quejan del TLC tanto como los de Ohio.
Ni Obama ni Hilary han tocado este espinoso aspecto. Es más fácil atacar a un vecino débil que inmiscuirse con el Gran Dragón asiático. México y los mexicanos son un blanco más fácil, aunque ellos no sean la causa de que se hayan perdido miles de empleos e industrias en Estados Unidos.
Y es en este punto, donde precisamente, Obama derrapa gravemente sin que nadie se lo haya hecho notar. En el debate de Austin prometió que si llega a la Presidencia hablaría con sus colegas mexicanos para ayudar al vecino del sur ha generar empleos para los mexicanos.
Obama indicó que es la única manera de evitar que más mexicanos sigan cruzando la frontera en su afán por encontrar trabajos mejor remunerados en Estados Unidos. Dijo que era imperativo pasar una reforma migratoria que ayude a los que ya están aquí sin documentos, de alguna vía para que pudieran obtener la ciudadanía, aunque tengan que pagar multas, impuestos, exceptuando a los que hayan cometido delitos.
Sin duda, el Senador Obama tiene buenas intenciones. Pero, ¿qué puede hacer él para ayudar a México a crear más trabajos, mediante la reforma, si por otro lado impugna y hasta quiere cancelar el TLC? Obama, simplemente, no puede tener lo mejor de ambos mundos.
Guillermo I. Martínez reside en la Florida.
- 23 de julio, 2015
- 19 de diciembre, 2024
- 29 de febrero, 2016
Artículo de blog relacionados
Por Bhushan Bahree, en Nueva York y Russell Gold The Wall Street Journal...
10 de julio, 2006Quienes defendemos la economía de mercado por sobre el estatismo a menudo somos...
16 de noviembre, 2012- 24 de mayo, 2007
Siglo 21 La inmerecida muerte de Facundo Cabral es la gota que derramó...
13 de julio, 2011