¡Sonríe Ecuador!
Por Víctor M. Carrión Varas
Desde Mi Trinchera
El gobierno ecuatoriano se ha declarado incapaz y superado por la devastadora acción de la naturaleza en el Ecuador. Mientras ello ocurre, el Presidente sigue en campaña política y como uno de los elementos propicios para tal campaña es invitarnos a sonreír.
El sentido del humor es indispensable para la salud humana. Si no tenemos sentido del humor para reírnos de nosotros mismos no podremos afrontar las tragedias presentes. Pero existiendo ecuatorianos en absoluto desamparo en medio de sus campos y casas inundadas y muchas veces arrasadas por la correntada y los deslaves, nuestras máximas autoridades han debido tomar conciencia de ello y dedicarle todas las horas de su gobierno a coordinar personalmente la ayuda y asistencia a ecuatorianos en su hora de mayor desamparo.
El gobierno populista le ofreció 90 dólares a cada uno de los afectados por este fenómeno natural, luego parece que el pago se lo está haciendo a plazos, como si la tragedia les hubiera llegado por partes y no de improviso y fortuitamente.
Quienes no vivimos en las alturas del poder sino a nivel del mar sabemos que luego de la inundación viene lo peor, la secuela de dengue y demás enfermedades endémicas que encuentran en los humedales y aguas anegadas el campo propicio para desarrollarse y afectar hasta la muerte a los damnificados.
Algún desubicado asesor de imagen gubernamental y como preámbulo de la campaña política presidencial por el próximo referéndum constitucional, ha considerado propicio para tal efecto iniciar la campaña ¡Sonríe Ecuador!, para que todos imitemos al presidente y sonriamos de la suerte de nuestros hermanos ecuatorianos a pique y de la secuela que ahora viven en los sectores aledaños al volcán Tungurahua y de la cuenca del Guayas.
El templo de los alzamanos en Montecristi tampoco se ha salvado de las lluvias y de los malos constructores que bien podrían justificar sus errores por el escaso tiempo que tuvieron para construir la ciudad Alfaro con los recursos que debieron ser utilizados para construir las cien mil casas al año que Correa nos ofreció, que bien podrían servir ahora para alojar a los damnificados por los desastres del Tungurahua y del invierno 2008 en la Costa y Austro ecuatorianos.
Superemos esta tragedia nacional y luego cuando nuestros damnificados niños y adultos se encuentren a salvo, ya habrá tiempo para reírnos del alto costo de los alimentos e insumos de consumo popular.
- 23 de julio, 2015
- 4 de septiembre, 2015
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