La Distribución de la riqueza
El paro agropecuario (argentino) que siguió al incremento y movilidad de las retenciones a las exportaciones, suscitó una enconada discusión acerca de la distribución (o redistribución) de la riqueza, notándose que el único aspecto del asunto sobre el cual casi todo el mundo estaba de acuerdo era que el estado debía hacerse cargo de la redistribución de la riqueza. Hasta los propios agropecuarios lo aceptaban, solo protestaban por el monto que el estado les quitaba.
Creo que este tema merece un análisis un poco mas profundo, ya que en él se encuentra la raíz de los males que afectan a la economía argentina.
En primer término debe aclararse que para que se pueda distribuir algo, hace falta crearlo. Por otra parte, el proceso de creación de la riqueza implica también un proceso de distribución. Por ejemplo, para producir soja, para quedarnos en el agro, se necesitan tierras, semillas, fertilizantes y plaguicidas, maquinaria y mano de obra. Es decir que previamente debemos contar con “riqueza” acumulada para obtener una cosecha. Asimismo, la misma nos permitirá adquirir los bienes necesarios para vivir y progresar. Es decir que en el proceso económico se produce y distribuye permanentemente. Si el producto es mayor a los costos invertidos, obtenemos una ganancia, que podrá ser distribuida por quien la ha producido, es decir naturalmente, o podrá ser tomada por el estado y “redistribuida” de acuerdo a su criterio. Para hacerse de esta parte, el estado recurre a impuestos, retenciones u otros métodos, pero que siempre implican la aplicación de un proceso de fuerza (de la ley en este caso), ya que nadie pagaría esas gabelas voluntariamente.
¿Cuál de estas formas de distribución o “redistribución” es mejor para el país y sus habitantes?
Veamos: Quien ha producido esa riqueza, solo tiene cinco alternativas básicas de distribuirlas, a saber:
1) Puede gastarla para sí mismo, comiendo, vistiendo, circulando (4×4) mejor, es decir para su propio goce. De cualquier manera, ese gasto siempre termina favoreciendo a quien produce esos bienes, es decir a otros productores, a sus obreros y empleados, generando empleo e ingresos para muchas personas. En síntesis, mas producción.
2) Puede invertirla en su negocio o en uno nuevo, lo que nos lleva a la misma conclusión que en (1).
3) Puede depositarla en una entidad financiera, de manera que ésta pueda otorgar a terceras personas créditos sea de consumo o de inversión, con lo que llegamos nuevamente a los casos (1) y (2).
4) Puede guardarla “en el colchón” o transferirla al exterior y no usarla. Único caso en que el resultado para la sociedad es nulo. Cabe aclarar que si no corre peligro de ser despojado de sus ganancias, esta forma de usarlas se reduce a un absoluto mínimo. Solo en un país como el nuestro, donde la inseguridad jurídica es elevada, y muchos han sido despojados de sus ahorros en reiteradas ocasiones, esta opción se torna importante.
Se puede concluir entonces que en un país en donde impere el estado de derecho y donde el estado NO pueda hacerse de la riqueza en forma indiscriminada, la distribución de la riqueza SIEMPRE genera mas producción es decir capitaliza la economía. Cabe aquí aclarar que la única manera de mejorar el bienestar material de la población es produciendo mas bienes y servicios, y que ello solo se logra aplicando capital en el proceso.
Por ejemplo, un obrero que construye una zanja con una pala necesariamente ganará menos que el que lo hace con una máquina retroexcavadora, que es el capital aplicado a su trabajo.
Veamos ahora que sucede cuando el estado le quita una parte al productor de riqueza para “Redistribuirla” a su manera: Si esa riqueza se aplica a las funciones específicas del estado, como ser la salud pública, la justicia, la seguridad interna y externa, obras de infraestructura, el proceso puede ser positivo, ya que todos estos servicios son necesariamente favorables a una mayor producción.
El problema comienza cuando el estado comienza a redistribuir “políticamente”, es decir actúa favoreciendo a determinados grupos de personas, con objetivos políticos (votos); Así, se otorgan jubilaciones a quienes no han aportado, se mantienen grupos marginales para fines políticos, se otorgan subsidios, créditos subsidiados con el fin de regular de una manera determinada el proceso económico, etc. En este caso, toda esa riqueza se esteriliza, no produce nada y puede hasta destruir capital, generando un proceso de empobrecimiento contínuo de la población, amén de impedir la acumulación de capital descripta en los puntos 1 a 5.
Éste es lamentablemente el caso de nuestro país, que viene practicando la “Redistribución” de la riqueza a través del gobierno desde mitad del siglo pasado, con las fatales consecuencias que nos han tocado vivir a todos.
Posiblemente lo peor de todo es el hecho de que una amplia mayoría de nuestros compatriotas acepta mansamente que el gobierno “redistribuya” la riqueza, mentalidad que nos condenará a repetir el mismo error una y otra vez, como ha venido sucediendo desde mas de 60 años (Dos generaciones).
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