California: El Chapulín al rescate
Cuando el equipo del gobernador Arnold Schwarzenegger empieza a trabajar en el presupuesto anual del estado, los fantasmas y todos esos personajes tenebrosos de los cuentos de ultratumba parecen internarse dentro de su oficina.
Lo cierto es que, como cada año, el dinero que se gasta en California es mucho más de lo que se colecta. Esta vez el déficit presupuestario está alrededor de 17,000 millones de dólares.
¡Oh, ahora quién podrá defendernos! Por supuesto que no va a ser el personaje caricaturesco del Chapulín Colorado.
Lamentablemente para el gobernador, las ideas de cómo resguardar la economía del estado se le entra por un lado de la oreja y termina saliendo rápidamente por la otra. Desde que entró a las oficinas del palacio ejecutivo en Sacramento, no existe una política congruente que pudiera finalmente restablecer y balancear –sin hacer daño a las instituciones de servicio público— el presupuesto del estado.
A inicios de su administración, cuando la población californiana le demostró apoyo casi incondicional, a Schwarzenegger se le ocurrió prestarse millonadas de dinero para solventar la crisis económica que había heredado del ex gobernador Gray Davis.
El pueblo lo escuchó y decidió darle una manito. Nos prestamos millones para balancear el presupuesto. En otras palabras, el gobierno de Schwarzenegger vendió bonos estatales a los mejores postores –nacionales e internacionales—para remediar el problema económico.
Dichos adeudos deben devolverse en su totalidad, incluyendo un interés proporcional. Con esa maniobra comprometimos el futuro de las próximas generaciones.
Hoy, encima de pagar esos intereses, el gobierno estatal tiene otras obligaciones económicas, como pagar a millones de profesores, catedráticos, instructores; dar servicios a la gente de la tercera edad y proveer con seguro médico a un porcentaje de nuestros niños. Asimismo, el estado mantiene un listado enorme de burócratas y paga las cuentas de los reos en las cárceles. En fin, el estado tiene muchas obligaciones en muchas áreas de servicios.
Como el estado prácticamente invierte mucho dinero en las penitenciarías, el gobierno de Schwarzenegger había decidido abrir las puertas de estos recintos y dar libertad a aquellos individuos que tienen cargos menores, pero las críticas le llovieron por doquier y tuvo que desistir.
Por otra parte, el gobernador también esta poniendo a disposición de la población de tomar una de las dos decisiones: nuevamente prestarse dinero, poniendo como garantía el sistema de la lotería; o incrementar los impuestos en los artículos de consumos.
Los republicanos ya empezaron a echar gritos por todas partes y criticaron al gobernador por tratar de regular la economía estatal a través de los impuestos.
Los Demócratas, por su parte, cuestionaron las intenciones de los nuevos préstamos. Especialmente, no están de acuerdo que el gasto estatal sea cortado específicamente en las áreas de servicio, como la educación y en las instituciones de bienestar y salud pública.
Entre un vendaval de problemas en Sacramento, parece que no existe un “buen samaritano”, que pueda extender su mano y rescatar al “pobre” gobernador.
Schwarzenegger está en una encrucijada. Su partido político le empezó a torcer la mano, mientras que los demócratas le han estado acurrucando en el lecho de su guarida.
Lamentablemente ni demócratas ni republicanos están dispuestos a ceder en torno al presupuesto del estado.
Lo peor para el gobernador es que no existe en su alrededor un personaje ficticio o real, como el Chapulín Colorado, que le saque de su agonía económica. ¡Síganle los malos!
Humberto Caspa es profesor adjunto en la Universidad de California, Irvine. Autor del libro: “Terror en el barrio latino: La llegada de la nueva derecha al gobierno municipal.”
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