La estrategia de supervivencia del castrismo
Por Orlando Fondevila
Diario Las Americas
La tiranía castrista, pese a sus últimos y llamativos coloretes – llamativos y favorecidos por un eficaz marketing- mantiene invariable su naturaleza. La tiranía castrista no da puntada sin hilo. La nomenclatura que se ha hecho cargo del achacoso régimen –tan achacoso como su fundador- se resiste con uñas y dientes a la posibilidad de perder un solo milímetro de su poder. Se hace necesario que insistamos en estos asertos, porque la tiranía ha desplegado toda una estrategia de supervivencia que, caso de tener éxito, nos condenaría a los cubanos a padecer nuevos y largos años de falta de libertades y derechos. Tal vez otras décadas sin patria y sin soberanía. Podría darse la paradoja de que la tiranía, justamente en su momento más bajo, consiguiera aliento para emerger de su crisis general y consolidarse.
La estrategia de supervivencia trazada por el régimen tiene varios frentes, cada uno de ellos interactuando sobre los demás. De cara al exterior, la tiranía busca presentar una cara más amable, de manera que la Unión Europea (con el inestimable concurso de los socialistas españoles) le sirva en bandeja un aval político y moral que le facilite la masiva ayuda económica que tanto le urge. Por otro lado, y por diversas vías, se afana en el descrédito del exilio, usando para ello a los cómplices que tiene sembrados en Estados Unidos, en Madrid y en otros países, así como a los muchos “tontos útiles” y confundidos que son legión en este mundo. En este terreno, dos son los objetivos focalizados: uno, desbancar a los actuales congresistas cubano –americanos: Lincoln y Mario Díaz –Balart e Ileana Ros –Lehtinen; dos: eliminar los fondos que reciben las organizaciones del Exilio para su labor de apoyo a la disidencia interna y para servir de voz y representante de los demócratas cubanos en el mundo, frente a un Estado con todos los recursos de un sistema totalitario y que, además, cuenta con el apoyo multimillonario de otros Estados. Por supuesto, eliminar o limitar los fondos para Radio y TV Martí. Conseguidos estos objetivos, y de realizarse el sueño de que el Partido Demócrata gane las elecciones en USA, la tiranía habría dado un paso de gigante para su estabilidad y afianzamiento. Seguidamente, como fichas de dominó, caería el embargo comercial y financiero y fluirían alegremente los créditos, las inversiones y los turistas. La tiranía quedaría asegurada por décadas, nada menos que a expensas del mundo occidental y libre al que combate.
En el frente interno, la tiranía pretende ofrecerle al pueblo algunos caramelitos envenenados, o la promesa de ellos, al tiempo que recurre a todo su arsenal represivo (represión blanda mientras no necesite de la otra) para desactivar o liquidar a la oposición. El camino resultaría despejado para ello, caso de tener éxito en el frente exterior. Hay que entender que, en las circunstancias de Cuba, es imprescindible la interacción entre la oposición interna y la exiliada. Una oposición acorralada, sin medios, sin apoyo político y económico exterior, quedaría anulada.
Debemos estar alertas, porque incluso es posible que la tiranía decida una masiva excarcelación de presos bajo ciertas condiciones, pero sin modificar el represivo Código Penal. Por supuesto que sería deseable y bienvenida la liberación de los presos políticos, de todos los presos políticos. Sería, sin duda, un paso significativo. Pero por sí solo, aislado de otros pasos tales como la libertad de organización, de reunión, de expresión y de movimiento, no supondría en absoluto la libertad. Ya en el pasado hubo masivas excarcelaciones, incluso de miles de presos, y la sociedad cubana continuó sufriendo el totalitarismo.
Frente a la estrategia de supervivencia del régimen tiránico se impone, por nuestra parte, una clara estrategia de lucha. Primero, no confundirnos: la tiranía castrista lo es hoy tanto como lo ha sido en los últimos cincuenta años. Segundo, el poder de la tiranía se halla hoy minado por la base de una sociedad que le rechaza, pero ese poder aún tiene fuerzas, recursos, aliados y cómplices poderosos. De ningún modo debemos creer que va a caer sin más, o que se va a ir suavizando o desapareciendo gradualmente por propia voluntad. Sólo desaparecerá si luchamos en todos los frentes. Sólo caerá si somos capaces de derrotar su estrategia de supervivencia.
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