Admite prejuicios raciales uno de cada tres norteamericanos
Por Por Hugo Alconada Mon
La Nación
WASHINGTON.– Barack Obama podría reducir las mediciones de opinión pública de este fin de semana a una visión simple, pero contundente: una de cal y una de arena. Si una encuesta difundida anteayer le había dado 15 puntos porcentuales de ventaja frente a John McCain, ayer otra le amargó el desayuno al informar que al menos uno de cada tres norteamericanos admite prejuicios raciales, dato que podría arruinarle los sueños presidenciales al senador de Illinois.
El 30% de los blancos admite esos prejuicios, según la segunda encuesta que publicó The Washington Post junto con la cadena ABC. Fueron consultados, por teléfono, 1125 adultos. Es decir, la medición no fue anónima por completo y, por lo tanto, el porcentaje podría crecer entre gente que acaso piensa de igual modo pero optó por callar y evitar una situación incómoda.
La encuesta también refleja que poco más de la mitad de los blancos considera una decisión “riesgosa” votar por Obama, y dos tercios cree que hacerlo por McCain sería una opción “segura», mientras que dos de cada 10 personas temen que, de llegar a la Casa Blanca, el demócrata promoverá en exceso los intereses de la comunidad negra.
La encuesta, junto con otros resultados preocupantes en la misma línea, no contradice, sin embargo, otros datos más alentadores para las aspiraciones de Obama, que había mostrado la anterior encuesta de The Washington Post y ABC , difundida un mes atrás.
Entre ellos, que cerca de nueve de cada 10 norteamericanos dice que se sentiría «cómodo» con un presidente negro. Aunque ese porcentaje baja a 2 de cada 3 entre los blancos, aun así es mejor que el porcentaje de quienes se sienten incómodos con un mandatario que asumiría con 72 años.
Para Obama, los resultados reflotan los desafíos raciales con los que lidia desde su infancia. Hijo de una adolescente blanca de Kansas y un becario universitario de Kenya, ahora debe afrontar los recelos de la mayoría blanca del país, tal como lidió, hace un año, con sectores de la comunidad negra que no lo veían «suficientemente negro» en sus conductas y hábitos.
Consciente de todos esos recelos, Obama pugna por calmar las ansiedades raciales, como lo hizo con su celebrado discurso del 18 de marzo en Filadelfia. También decidió «rechazar y denunciar» el apoyo que le dio en su momento el controvertido líder del grupo Nación del Islam, Louis Farrakhan, un feroz crítico de Israel. Además, renunció a la iglesia a la que asistió durante más de dos décadas luego de que su reverendo Jeremiah Wright habló sobre «Estados Unidos de la América blanca».
No por casualidad, sin embargo, The Washington Post publicó el artículo con los resultados de la encuesta en su página 7, frente a una nota en la página 6, titulada «El nuevo objetivo de los grupos de odio» y una foto de Obama. La bajada: «Los supremacistas blancos reportan un aumento en las visitas a sus páginas de Internet [desde que el senador obtuvo la nominación]».
The Washington Post subraya que McCain también es un objetivo de estos grupos racistas. Le enrostran pasividad (o incluso complicidad) con los inmigrantes indocumentados. Pero Obama concentra sus diatribas, lo que hizo que sitios como Stormfront.org , creado por un ex miembro del Klu Klux Klan, hubieran pasado de 2000 visitantes diarios en 2002 a más de 40.000 este mes.
Calumnias y errores
La premisa demócrata es no hacerles el juego a los sectores más recalcitrantes. Pero sí responderán a las calumnias y los errores, como las que sostienen que Obama es musulmán, que su esposa Michelle alude a los «blanquitos», que fue educado en una madraza de Indonesia o que sus libros incluyen pasajes raciales, entre otros.
«La campaña de Obama no va a permitir que se difundan difamaciones por Internet sin responder. Debemos ser proactivos y repelerlas», manifestó uno de sus voceros, Tommy Vietor. Para eso, lanzaron una sección específica en https://factcheck.barackobama.com /.
De aquí en más, sin embargo, Obama deberá intentar derrotar al fantasma del «efecto Bradley», que podría acosarlo en las urnas de noviembre. Tal es el nombre con que se alude a la conducta de algunos encuestados al contestar preguntas incómodas sobre raza y política. Muchos optan por responder lo que presienten que es «correcto» decir en público, aun cuando, a solas en el cuarto oscuro, se expresen distinto.
El fenómeno se conoce así en «honor» al ex alcalde de Los Angeles, Tom Bradley, que se lanzó a la gobernación de California por el partido demócrata en 1982.
Pese a que las encuestas habían anticipado su triunfo por un amplio margen, fue derrotado, una de las mayores sorpresas electorales de este país. Bradley era negro y su rival, blanco.
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