¿Cómo terminar con la pobreza?
Durante años, los socialistas y colectivistas detentaron un monopolio de la discusión acerca de cómo ayudar al pobre Tercer Mundo. Pero últimamente los partidarios de una economía abierta han hecho avances. Hay razones para ello: el socialismo ha demostrado ser un fracaso, mientras que una economía abierta funciona.
¿Es esa una afirmación demasiado categórica u oportunista? Los hechos demuestran que “en verdad no”.
Resulta de interés un nuevo libro del Independent Institute, un “think-tank” en Oakland, California. El libro está editado por una de las principales figuras de la organización, Alvaro Vargas Llosa. Es hijo de Mario el escritor, quien alguna vez se postuló a presidente de Perú. Alvaro es un economista y critico social liberal — y por liberal, me refiero a liberal clásico. Escribió un libro intitulado “Rumbo a la Libertad”.
En América Latina, los socialistas tienen políticamente la sartén por el mango. Pero esa región nos ha dado muchos y excelentes pensadores liberales. Con Hernando de Soto solamente, la región nos ha dado más de lo que le correspondería de tales pensadores.
El nuevo trabajo ostenta un título intrigante: “Lessons from the Poor”. Consta básicamente de trabajos de investigación de todo el mundo — o mejor dicho de América Latina y África. Junto a las investigaciones hay ensayos, comenzando con un prólogo de James D. Gwartney, profesor de economía en la Florida State. Sostiene que, “El espíritu emprendedor es una fuente de crecimiento económico y como arma contra la pobreza es infravalorado” — hay una gran subestimación. Sigue diciendo, “El pensamiento innovador y el estado de alerta ante la oportunidad están presentes en todas las sociedades. En verdad, a menudo se los encuentra en lugares poco usuales”. Sí, toda sociedad está abarrotada de figuras como la de Horatio Alger, o de aquellos que lo serían si se les diese media oportunidad. El mundo carece de oportunidades, no de habilidad.
Reflexionando sobre los trabajos de investigación del libro, Gwartney afirma, “Ningún planificador centralizado o desarrollo oficial hubiese escogido a algunas de estas personas u opciones empresariales como una herramienta para reducir la pobreza. No obstante, . . . todas estas actividades emprendedoras han mejorado sustancialmente las vidas de millones de pobres”.
¿Cuáles fueron los obstáculos colocados en el camino de nuestros emprendedores modelos? Fueron varios, y Gwartney enumera algunos: “la confiscación de la propiedad, la polución de la moneda, la corrupción e ineficiencia burocrática, los excesivos impuestos y la reglamentación innecesaria”. Y realiza una crucial distinción: entre el genuino espíritu emprendedor y la “expoliación legal”, que puede ser definida como trastocar al sistema. El mercantilismo no debe ser confundido con la actividad económica libre.
En su introducción, Vargas Llosa es tajante al afirmar que, “Tras medio siglo de fracaso, la ayuda exterior ya no puede ser más la herramienta preferida para sacar de su postración económica a las masas de África y América Latina”. Corregiría esa afirmación: La ayuda exterior ya no debería ser la herramienta preferida. Vargas Llosa se maravilla de que la gente pueda lograr tanto: “El hecho de que, hoy día, millones de personas logren a duras penas ganarse la vida de maneras muy creativas bajo burocracias asfixiantes, sistemas elitistas y gobiernos despóticos indica que el espíritu emprendedor es parte del espíritu humano y no el patrimonio exclusivo de aquellos países que han generado una riqueza astronómica”.
Y es inflexible al sostener que el espíritu emprendedor no debería ser visto como meramente una tarea egoísta. Afirma, “Mucha gente falla en comprender que un emprendedor que descubre una oportunidad y transforma los recursos en riqueza ofrece el mayor servicio ‘social’ posible al resto de la comunidad, incluso cuando esa no sea la intención original”. Esto es elemental, por supuesto, pero necesario de repetir una y otra vez. Y, como respetuoso de los hechos, Vargas Llosa no tiene duda acerca de lo que estimula al Tercer Mundo: “el espíritu emprendedor, no el sentimiento de culpa occidental”.
Los trabajos de investigación comienzan con la familia Añaños en Perú, que fundó Kola Real — las bebidas gaseosas “con un precio al alcance de los pobres”. Esta familia se inició con prácticamente nada, y en la actualidad lo tiene casi todo: y ha empleado a miles de personas en el trayecto. Se ha enfrentado también a todos los pronósticos, en un clima de negocios que no es exactamente californiano. ¡Qué fácil que resulta para nosotros los estadounidenses! Por una parte, la familia tenía que evitar a Sendero Luminoso. Por la otra, debía hacer frente a la ilógica e injusticia del gobierno peruano.
Seguimos con otro caso peruano, este involucra a Aquilino Flores, quien llegó a Lima a los doce años. Arribó desde el interior “con una mano atrás y otra adelante”. Este muchacho comenzó lavando autos. Y luego vendió algunas remeras. Y entonces encontró formas de darse cuenta de qué es lo que la gente deseaba, y vendió montones de remeras — convirtiéndose en Topy Top, una empresa textil con ventas anuales que exceden los 100 millones de dólares.
Una rápida reflexión acerca del carácter de la gente descripta en este libro: Los autores emplean palabras tales como “agallas”, “tenacidad”, “carisma”, “determinación”, “intuición”. ¿Todo el mundo posee estas cualidades? No, al menos en dosis generosas — pero tienden a tener alguna de esas cualidades, en la dosis que fuese. Y no precisan convertirse en un gigante de las bebidas cola o la indumentaria, para mejorarse así mismos y a los demás.
Vayamos a Kenia, y al caso de la cadena de supermercados Nakumatt. Los autores de este estudio — June Arunga y Scott Beaulier — señalan, “En el mundo occidental, damos por sentado a los supermercados; muchos de nosotros somos, de hecho, altamente críticos de estas instituciones. Pero en partes extremadamente pobres del mundo, tales como Kenia, uno estaría en apuros para hallar una fuente más importante de progreso humano”. Amén.
Kenia es un desastre económico y un desastre como país, en el que la expectativa de vida es de 48 años. Pero la gente detrás de Nakumatt logró abrirse camino. “Esta historia nos ayuda a comprender que el espíritu emprendedor no puede ser destruido, incluso cuando los gobiernos se encuentran proporcionando un entorno institucional perverso”. La palabra perverso es exactamente correcta. Casi todo en Kenia conspira contra el individuo, y de ese modo contra la gente en general. Un economista local efectuó una estremecedora declaración. No hay nada de malo con el país, sostuvo — en verdad no, no fundamentalmente. Todo lo que los kenianos precisan es “un gobierno que los deje tranquilos para manejar sus negocios y sus vidas”.
Según la descripción de los autores, Nakumatt es un Wal-Mart africano, que vende de todo, que promueve a gerentes a los vendedores, y que es casi fanático respecto de la atención al cliente. El éxito de Nakumatt, afirman los autores, “ha conducido al surgimiento de una nueva clase de granjas que cultivan frutas y vegetales en Kenia”. La empresa ha sido acusada de negociaciones corruptas, y en particular de evasión tributaria. Si las acusaciones son o no ciertas no queda claro. En cualquier caso, tal como lo destacan los autores, “no deberíamos permitir que lo perfecto se vuelva enemigo de lo bueno”.
Luego nos vamos Nigeria, donde la industria de la indumentaria emplea a miles de personas — “la mayoría de ellas mujeres con poca o ninguna educación que han utilizado su impulso emprendedor para ganarse la vida y crear riqueza allí donde previamente solo había miseria”. Y después leemos acerca de los “clubes de trueque” en Argentina, que surgieron cuando la economía del país colapsó. Estos clubes “no fueron una solución permanente sino un intento privado de resolver un problema público”. La resilencia e imaginación de la gente frente circunstancias desesperantes es asombrosa.
En un último ensayo, Joshua C. Hall y Russell S. Sobel escriben, “El espíritu emprendedor es el catalizador para el crecimiento económico y el progreso”. Adviértase que dicen el catalizador, no un catalizador. Prosiguen, “Un determinante primario del espíritu emprendedor es la libertad económica”. Detesto sonar como un inflexible defensor del calentamiento global, pero el caso está cerrado — o bastante cerrado. Existe muy poca necesidad de extender el debate. Sabemos qué es lo que funciona para derrotar a la pobreza: espíritu emprendedor, Estado de Derecho, transparencia en el gobierno, bajos impuestos, reglamentación moderada y un poder judicial desinteresado— libertad.
Si es así, ¿por a qué los socialistas y cleptócratas les va tan bien en las elecciones, aún cuando las elecciones sean justas? Bien, tal como lo explicó alguna vez Jeane Kirkpatrick — a un exasperado e inquisidor Bill Buckley en el programa Firing Line — la retórica del socialismo y del colectivismo puede ser más fuerte que la retórica de la libertad económica. Más seductora. Y ciertamente se encuentra más fácilmente entremezclada con la demagogia. Además, la gente puede serle esquiva al espíritu emprendedor, incluso a la oportunidad. Thomas Edison dijo una vez, “La oportunidad no existe para la mayoría de las personas porque se viste de faena y luce como trabajo”.
Lessons from the Poor no es un libro de lectura rápida y es improbable que sea un “bestseller”. Los trabajos de investigación se encuentran presentados con meticuloso detalle, completos con tablas y gráficos. Este es material técnico de las escuelas de negocios — pero un material infinitamente importante. El libro lo regresa a uno a los principios básicos de la vida económica e incluso un poco a la vida misma. Como en todos los textos económicos elevados, hay en él una dosis de espiritualidad. Pretendo tener este libro en mi repisa, para referencia factual e incluso, tal vez, para inspiración.
Una de las glorias de este libro es que no hay nada ideológico acerca de él. Sencillamente investiga los interrogantes, “¿Qué funciona y por qué?” El progreso material no lo es todo en la vida, pero, como V. S. Naipaul lo observó alguna vez, los pobres lo necesitan — y podrían tenerlo, si tan solo otros les quitasen las manos del cuello.
Traducido por Gabriel Gasave
- 23 de enero, 2009
- 23 de diciembre, 2024
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