Así fué el rescate de Ingrid y otros secuestrados por las FARC
El rescate de Ingrid Betancourt y los otros catorce secuestrados por las FARC, deja corto cualquier guión de película de acción. Asesorados por los servicios de inteligencia de Israel y por sistemas de seguridad de Estados Unidos y haciendose pasar por guerrilleros, ocho miembros del comando culminaron en veintidós minutos la «Operación Jaque», preparada durante los últimos cinco meses.
El plan era audaz: un desertor convence a los insurgentes a llevar juntos a sus rehenes más preciados y trasladarlos unos 145 kilómetros por la selva colombiana hasta un claro.
Un mes más tarde, comandos disfrazados y entrenados para hacerse pasar por guerrilleros aterrizan en un helicóptero y engañan a los rebeldes hasta que éstos les entregan a los rehenes.
Vídeo «Operación jaque»
Su éxito se basó, según señalaron el jueves sus organizadores, en la ruptura casi total en las comunicaciones entre los aislados celadores de los rehenes y sus comandantes, y fue el resultado de años de intensa cooperación militar entre los ejércitos de Colombia y Estados Unidos que han logrado debilitar gravemente al último gran ejército guerrillero de América Latina.
Y también incluyó un poco de venganza.
«Cuando me informaron por primera vez de esto, dije: ‘¿es realista? ¿podría funcionar realmente?’ Y obviamente, la respuesta fue ‘sí'», indicó el embajador de Estados Unidos en Colombia, William Brownfield, en declaraciones a The Associated Press.
El rescate preparado por expertos comenzó a gestarse con la escapatoria el año pasado de un colombiano que pasó algún tiempo en cautiverio junto con los tres estadounidenses y Betancourt.
Sin embargo, el plan comenzó a tomar fuerza apenas en enero, cuando la inteligencia colombiana descubrió que los rehenes iban a ser trasladados, señaló el general Freddy Padilla, jefe de las fuerzas armadas de Colombia.
Los colombianos instalaron equipos de vigilancia de video, proporcionados por Estados Unidos, los cuales pueden hacer acercamientos y tomas panorámicas controladas a control remoto, a lo largo de ríos que son la única ruta de transporte a través de densas zonas selváticas, indicaron autoridades colombianas y estadounidenses.
Aviones norteamericanos de reconocimiento interceptaron conversaciones por radio y teléfono satelital de los rebeldes y emplearon imágenes que pueden penetrar el follaje de la selva, agregaron los elementos.
A mediados de febrero, una patrulla colombiana detectó a los tres contratistas estadounidenses _Marc Gonsalves, Keith Stansell y Thomas Howes_ cuando se bañaban en el río Apoporis mientras eran custodiados por guerrilleros, la primera vez que se veía a los estadounidenses desde que el avión en que viajaban se estrelló en febrero del 2003.
Durante cuatro días «los tuvimos en la mira», dijo Brownfield
Sin embargo, se consideró que una operación de rescate sería muy riesgosa y fue cancelada. «La orden del presidente fue: rescatarlos, sí, pero sin derramar ni una gota de sangre», señaló un general del ejército colombiano directamente involucrado en la misión pero que pidió guardar el anonimato por no estar autorizado a divulgar detalles.
El general indicó que un desertor de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) estuvo de acuerdo con encabezar la operación. El desertor gozaba de la confianza del Secretariado de las FARC y del liderazgo del Primer Frente, que tenía en su poder a los rehenes.
«Las comunicaciones de las FARC son medievales», indicó Padilla, quien añadió que la línea de mando y control está tan disminuida que incluso envían mensajes importantes por medio de mensajeros.
El desertor resultó ser clave. El convenció a Gerardo Aguila Ramírez, alias César, el comandante del Primer Frente, de que el Secretariado deseaba que los 15 rehenes fueran desplazados a un punto de encuentro, señaló a The Associated Press el general directamente involucrado en la operación.
El desertor estaba enojado con las FARC porque su propio comandante le había arrebatado una casa y una granja que le habían pertenecido, dijo el general, y esta fue su venganza.
Los satélites espías estadounidenses ayudaron a ubicar a los rehenes durante un período de un mes que comenzó el 31 de mayo y concluyó con el rescate del miércoles.
Desde mediados de junio en adelante, Brownfield y un equipo de 100 personas en la embajada de Estados Unidos que se habían dedicado a garantizar la liberación de los rehenes estadounidenses trabajaron de cerca con los colombianos que conducían la operación.
«La verdad es que hemos logrado compaginarnos de una manera que pocas veces hemos logrado en Estados Unidos, excepto con nuestros viejos aliados, principalmente los de la OTAN», señaló Brownfield, refiriéndose a las relaciones con las fuerzas de seguridad colombianas, que han recibido más de 4.000 millones de dólares en asistencia militar desde el 2000.
El diplomático comentó que en varias ocasiones el gobierno estadounidense tuvo que tomar decisiones «en sus más altos niveles» para la operación.
El lunes, el presidente Alvaro Uribe dio la luz verde para la operación, señaló Padilla.
El martes, dos helicópteros Mi-17 de fabricación rusa despegaron de una base militar en un valle montañoso de los Andes y se encaminaron para una noche llena de nerviosismo en un claro de la selva.
A bordo viajaban cuatro miembros de la Fuerza Aérea disfrazados de civiles, siete agentes de la inteligencia militar y el desertor guerrillero, señalaron funcionarios del ejército.
Dos de los elementos se disfrazaron de rebeldes y los otros vestían de blanco, como si representaran algún tipo de misión humanitaria. Todos ellos estuvieron una semana y media tomando clases de actuación, indicó Padilla.
Poco después del mediodía del miércoles, el helicóptero aterrizó en el sitio convenido.
Uno de los elementos, que se hizo pasar por camarógrafo, tomó en video el momento en que los guerrilleros ataban las manos de los rehenes de acuerdo, siguiendo las instrucciones de la tripulación. Atar a los rehenes era parte del plan. «Estamos hablando de 14 soldados entrenados», dijo Padilla, al referirse a los 3 estadounidenses cautivos y los 11 soldados o policías colombianos. «Nadie quiso arriesgarse a que ellos intentaran tomar el poder de la tripulación».
La tripulación pidió a continuación, aduciendo razones de seguridad, las armas a los dos narcoguerrilleros que escoltaban el grupo de rehenes, quienes las entregaron sin oponer resistencia. Una vez en el aire fueron fácilmente dominados por los miembros del comando. Los rehenes rescatados saltaron de alegría tras asistir al increíble final de los acontecimientos hasta hacer tambalearse la aeronave.
No hubo necesidad de activar el Plan B, consistente en el despliegue de 39 helicópteros y 2.000 soldados para rodear al grupo y tratar de persuadir a los guardianes de entregar pacíficamente a los secuestrados.
El desertor clave de la operación está libre y recibirá una suma considerable de los cerca de 100 millones de dólares que el gobierno había ofrecido como recompensa, indicó el general.
Para las FARC, el rescate no pudo haber llegado en peor momento. Los rebeldes acaban de perder a tres comandantes principales en marzo, uno, «Reyes», en territorio ecuatoriano; otro muerto por un guardaespaldas desertor, y el tercero, el dirigente Manuel Marulanda, alias «Tirofijo», víctima al parecer de un infarto cardiaco durante un ataque a sus posiciones.
«Incluso antes de la operación de rescate, pero particularmente después, hay indicios muy claros de que la guerra está, para todo tipo de plan y propósito, acabada», indicó Michael Shifter, de Diálogo Interamericano, un instituto de investigación sin filiación partidista de Washington. «Sin embargo, una pregunta muy distinta es si las FARC están preparadas para reconocer esta realidad», agregó Shifter.
Por su parte, Padilla indicó que las FARC han mantenido un silencio radial absoluto tras el rescate de miércoles. Sus dos principales dirigentes, Alfonso Cano y el Mono Jojoy, se encuentran atrincherados en escondites en la selva y no se están comunicando entre sí. Pero considera que llevará mucho más tiempo, quizás hasta después del mandato de Uribe, que concluye en el 2010, vencer a los rebeldes que durante 44 años han llenado sus filas con campesinos resentidos por el olvido de los gobiernos colombianos.
Sin embargo, están bien parapetados y a diferencia de los grupos izquierdistas centroamericanos de la década de 1980, los guerrilleros colombianos no están preparados para sostener negociaciones de paz.
- 23 de enero, 2009
- 23 de julio, 2015
Artículo de blog relacionados
- 23 de diciembre, 2007
El Nuevo Herald Con voz temblorosa, el ex gobernante cubano Fidel Castro aseguró...
19 de abril, 2016Editorial – ABC Apenas ha dejado pasar un mes después de su reelección...
4 de enero, 2007El Nuevo Herald Lo más interesante de la Olimpíada Internacional de Matemáticas (OIM)...
22 de julio, 2012