Correa mentiroso
Por Gustavo Ramirez Amat
Desde Mi Trinchera
Este fue el estribillo con el que en coro respondían los empleados de TC televisión a los gritos del iracundo Bravo cuando irrumpió en elñ canal para incautarlo. Pocos días antes Correa había negado rotundamente los rumores.y sugerido que era una patraña de la oposición.
Uno de los vicios ecuatorianos es la poca consistencia que entre nosotros tiene la verdad, la fragilidad de la palabra y el reacomodo constante de las versiones. Eso ya lo he expuesto y analizado algunas veces. Tal vez sea porque la Santa Madre Iglesia no categoriza a la mentira como uno de los 7 pecados capitales que los ecuatorianos reciben la mentira con un margen muy amplio de tolerancia, incluso a veces con sonrisas, como si de una muestra de astucia se tratase. En Estados Unidos un presidente (Nixon) fue obligado a renunciar por haberle mentido al país y las leyendas nacionales gringas mas preciadas suelen reforzar la veracidad. Si aquí fuera así tendríamos que abolir la institución presidencial y sus mandos subalternos. Pero es justo reconocer que en esto el gobierno actual rompe todos los records.
No vamos a insistir en la larga lista de acomodos, distorsiones, incongruencias y ruedas de molino que la mayor parte del periodismo de opinión ha destacado desde hace año y medio y que en estos días hasta el hombre común comenta: la “cínica mentira del presidente”, como una pobladora del suburbio oeste de Guayaquil, vendedora de chucherías, calificó a la incursión tipo comando en los medios de comunicación del grupo Isaias, precedida por la aclaración categórica y el desmentido soberbio del gobernador del Guayas y el presidente de la república, quienes un par de días antes, desfachatadamente lo negaron.
No nos asombra viniendo de donde viene el engaño, la tortuosidad de la palabra, los insultos como recurso pedagógico y de oratoria incluyendo palabrotas de burdel y la hipocresía como permanente máscara de presentación. Pero lo que si es digno de investigación, de análisis sociológico y de estudios psicosociales es la grave patología social que nos afecta a todos los ecuatorianos, que nos hace admitir sin cuestionamientos, asimilar y deglutir sin naúseas, tamañas desvergüenzas. Algo pasa con nuestro pueblo que aunque digan los políticos que el pueblo es intuitivo e inteligente, por los hechos se demuestra lo contrario.
Nos parece normal y no motivo de vergüenza, ni siquiera de preocupación, que debiendo haber tenido alrededor de 44 presidentes en estos 178 años de vida republicana, hayamos tenido 56 constitucionales, sin contar la innumerable cantidad de dictadores, triunviratos, jefes supremos y advenedizos de toda especie. Cómo se explica que nuestros padres y abuelos hayan elegido 5 veces a un excepcional discursero, para sacarlo al día siguiente del poder, en cuatro ocasiones. Cómo es que se elige hoy a los que se sabe o debiera saberse que ni siquiera mañana, sino ya mismo, serán los verdugos, hambreadores y mataesperanzas de aquellos que los eligieron. Por qué para los ecuatorianos cuentan solo las palabras, más las floridas y aderezadas de teatralidad y emocionalidad desbordante, aunque sea obvio que son solo mentiras. Pareciera ser que nuestro pueblo tiene mínima capacidad de duda y reflexión frente a los hechos, y máximo de credibilidad ante las promesas. En otras palabras, cuando le cantan la canción solo escucha y se emociona por la letra sin capacidad de escuchar la melodía, que pasa por secundaria y por simple acompañamiento.
Casos como estos no son únicos en la historia. Es lo que pasó con Hitler y Mussolini, no solo aclamados, sino escogidos y ratificados por su propio pueblo. Más cerca a nosotros, son los grandes errores de Argentina, Chile y Perú. El precio es siempre demasiado alto y la historia lo registra. Sin embargo, los pueblos adquieren tanbién la capacidad de aprender de sus errores y de rectificar. Chile asimiló muy bien la lección de adonde llevan las aventuras ideológicas que no se visten de pragmatismo, por lo que exigió redefiniciones acordes a los tiempos a su izquierda política. Perú aprendió que las maravillas disfrazadas de promesas llevan al empobrecimiento extremo y al desangre, por eso rechazó el tenebroso discurso de Humala y prefirió a un Alan García penitente y regenerado.
¿Habremos de aprender nosotros algún día lo que los niños de 8 o 9 años ya empiezan a integrar? Esto es, detectar signos no-verbales de mentiras en los interlocutores y a confrontar las versiones escuchadas con la experiencia, para según ese examen determinar las decisiones.
- 31 de octubre, 2006
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