Un equilibrio difícil de mantener
Por Hugo Alconada Mon
La Nación
WASHINGTON.- Si no quiere caer en la misma trampa que atrapó a su antecesor como candidato a la Casa Blanca, John Kerry, en aquella inverosímil y fallida campaña de 2004, Barack Obama deberá mantener un delicado equilibrio mientras carga con sus valijas por los aeropuertos de Medio Oriente y Europa.
Al igual que Kerry, Obama lidera todas las encuestas cuando restan tres meses y medio para ir las urnas. Y, al igual que su antecesor, goza de índices de popularidad y de imagen positiva muy superiores a los de su rival republicano, John McCain, y del presidente George W. Bush. ¿Ejemplos? Dos tercios de los italianos, franceses y alemanes lo prefieren a Obama antes que al contendiente republicano.
Esos y otros índices similares en Medio Oriente, Africa y América latina podrían dar a Obama una ventaja sustancial para reconstruir la imagen de Estados Unidos alrededor del mundo si llega a la Casa Blanca.
Pero el riesgo que el senador corre es que el afecto de los europeos -en particular de franceses y alemanes- resulte contraproducente. Al igual que para Kerry, al que los republicanos pintaron como «eurófilo», para Obama tanto cariño podría convertirse en un abrazo de oso.
Su equilibrio incluye otros retos. Debe mostrarse como un candidato a la altura de los desafíos y de la agenda internacional, pero sin generar la sensación entre los norteamericanos de que ya da por descontado su triunfo y menosprecia a McCain.
Algo así le ocurrió cuando utilizó un atril con un logo circular de semejanza extrema con el sello presidencial durante una reunión con los gobernadores demócratas el 20 de junio. Obama debió pedir disculpas.
Más aún, tras sus escalas por Irak y Afganistán, y antes de su paso por Israel y Jordania, debe mostrarse capaz de dialogar con los árabes sin alimentar la crítica republicana de que es «débil» ante la influencia creciente de Irán en todo Medio Oriente.
El candidato demócrata debe, por último, engordar su legajo internacional sin caer en la trampa del «busca-fotos» en la que caen tantos políticos, cuando sus giras se reducen a una mera imagen proselitista junto con el gobernante local. Obama ya cometió un error así durante la preparación de esta gira, cuando solicitó protagonizar un acto en la célebre puerta de Brandemburgo de Berlín, algo sólo reservado para mandatarios en ejercicio, según le recordó en público el gobierno alemán.
Avanza
Hasta ahora, y más allá de ese traspié anecdótico, Obama avanza con el pie derecho. «La pregunta es si la gira se plasmará en un salto en las encuestas que lo aleje de McCain», dijo ayer a LA NACION un miembro de la campaña republicana que desea, obviamente, que eso no suceda. Quiere que se repita la chatura que mostró la semana posterior a su victoria frente a Hillary Clinton, cuando la brecha que lo distanciaba de McCain sólo se amplió dos puntos.
El promedio de las encuestas muestra hoy a Obama entre cuatro y cinco puntos por delante del republicano. Más estadounidenses lo prefieren para afrontar los desafíos de la economía, el sistema de salud, la inmigración, el precio de los combustibles y reformular las políticas tributaria y energética del país. En cambio, Obama pierde cuando de Irak, seguridad nacional, política exterior y lucha contra el terrorismo se trata.
Eso explica su viaje y los países elegidos. Si la gira concluye bien, habrá dado un paso vital en su camino a la Casa Blanca.
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