Macroeconomía bolivariana

¿Y qué querían que les dijese, un hombre como el ministro Jaua? ¿Que el aumento de precios tendencial y la relación inversa entre el desempleo friccional con las variaciones de los salarios monetarios, analizados según los postulados de la “Curva de Phillips”, eran los causantes de la inflación, en Venezuela?

Cuentan que durante el gobierno de Isabelita de Perón, se planteó la necesidad de devaluar la moneda. Algo que provocó un enfrentamiento doctrinario entre el presidente del Banco Central y el ministro de Finanzas.

Isabelita, de nivel intelectual similar al de nuestro mencionado ministro, convocó, por separado, a ambos funcionarios para que cada uno fundamentase sus posiciones en relación con la medida.

El primero en pasar, fue el titular del Banco Central, quien demostró, argumentos en mano, que la devaluación ocasionaría el declive de las exportaciones, inflación y la pérdida de poder adquisitivo con grave perjuicio, en particular, a los sectores más desposeídos.

Luego tocó turno al ministro de Finanzas, quien rebatió, uno a uno, los argumentos de su adversario.

Ante tal andanada de gráficos de torta, cálculos financieros y exposición de intricadas teorías económicas, la presidenta, que cortó por lo sano: le pidió auxilio a López Rega (a) “el Brujo”, ministro de Política, tan ignaro como ella en cuestiones financieras, quien ante la angustia de la mandataria, la convocó para tomar una decisión a la luz de la luna, en los jardines de la residencia presidencial. Y así fue, como aquella noche, el destino de la paridad cambiaria del peso argentino, lo decidió la cercanía de Júpiter y Saturno, con la constelación de Piscis.

Había que ver, a lo López Rega, el diagnóstico económico de nuestro ministro del Poder Popular para la Agricultura y Tierras en un programa por Venezolana de Televisión una noche de éstas. El remedio contra el alza de los precios y servicios, no es la implementación de una política monetaria sana, el impulso de la producción interna y la generación de confianza en los inversores. Menos, todavía, una balanza de pagos positiva, producto de la menor dependencia de las importaciones de los bienes más básicos.

Los culpables somos usted y yo. Por pelmazos, por bobos, por despalomados, en una palabra, porque cuando vamos de compras no le regateamos a marchantes y a portugueses propietarios de abastos. O nos declaramos en huelga de hambre o, incluso, no nos inmolamos al mejor estilo bonzo para protestar por la especulación.

La corrupción galopante, el aumento de la tasa de criminalidad, el colapso en general de los servicios elementales, no es por la ausencia de una política integral de seguridad, por el ambiente de impunidad, aguas abajo, desde la mismísima Presidencia de la República, ni por la selección nepótica o sectaria de los funcionarios públicos, sino por la inacción nuestra.

Nada nuevo bajo el Sol, en materia de traslado de las responsabilidades propias, que ahora, se pretende mimetizar con el remoquete de democracia participativa. Desde Miraflores se devora la descentralización porque la distribución de alimentos se concentra en el Mercal y a las autoridades locales de la Gran Caracas, para nombrar un ejemplo reciente, se le han arrebatado los hospitales y el manejo de la PM, pero cuando el poder central fracasa se recurre a la muletilla de las pretendidas responsabilidades compartidas.

Son las 9:30 pm de una noche cualquiera. Su corrupto favorito lo ha citado a las dependencias del ministerio para hablar de la comisión por pagarle una valuación vencida o el cuánto hay pa’ eso por la adjudicación directa en la compra de unas resmas de papel de oficina. Usted que no tiene otro remedio, porque sabe lo que le espera, si no asiste a la entrevista, sin embargo, va decidido a regatear.

Será el momento en que se convencerá que su corrupto favorito o no mira Venezolana de Televisión o el ministro Jaua es gran hablador de zoquetadas.

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