El populismo es violencia y engaño

Por Alejandro A. Tagliavini
ABC Digital

BUENOS AIRES – La presidenta argentina, al igual que Evo Morales y Chávez, hizo un llamado en un reciente discurso “a construir esta nueva independencia” de cara al Pacto del Bicentenario, pacto al estilo fascista entre el Estado y las corporaciones paraestatales.

Coherente con su clara vocación violenta, la mandataria mencionó a quienes lucharon por la independencia argentina, asegurando que “se enfrentaron a los ejércitos más poderosos del planeta y los vencieron”.

Igual que Castro, Chávez y todos los totalitarios, Cristina Kirchner utiliza la “cadena oficial”, que obliga a los medios a transmitir tediosos discursos oficiales, para señalar cosas como que el mundo “necesita más alimentos”. Lo dice la presidenta de un país que con 40 millones de habitantes produce alimentos para más de 300 millones de personas, pero muchos niños argentinos padecen hambre.

El Cippec, una ONG, realizó un estudio concluyendo que las acciones del gobierno contra la desnutrición infantil “lejos de ser eficaces, esos planes continúan acentuando las brechas de inequidad”.

En el mismo discurso, la presidenta argentina aclaró que “no hay posibilidad de ser un país independiente si no hay desarrollo económico”. Como señala Gustavo Lazzari, en “todos los discursos la presidenta repite que nuestro país está viviendo el proceso de crecimiento más largo de toda la historia”. Pero, en realidad, Argentina no crece al 8% anual como mienten las cifras oficiales, sino al 3% o 4%. Y nuestro crecimiento es muy desigual, concentrado en unos pocos ricos, casi todos amigos del gobierno, mientras que la pobreza general aumenta.

La aquí desdeñada globalización fue el vehículo para que el crecimiento de países como China e India empujaran la demanda y, con ello, los precios de las materias primas que muchos países exportan.

Así, durante el año 2007, países como Azerbaijan creció 31%, Timor Oriental 24%, Macau 16%, Angola 16%, Armenia 13%, Sudán 12%, Guinea Ecuatorial 12%, Georgia 12%, China 11%, Lituania 10%, Anguila 10%), Mongolia 9,9%, Etiopía 9,8%, Camboya 9,1%, Bhutan 8,8%, Eslovaquia 8,8%, Kazakhstan 8,7%, Emiratos Árabes Unidos 8,5%, Liberia 8,5%, India 8,5% y Vietnam 8,5%; todos más que la Argentina.

La debacle argentina se debe a la violencia ejercida por el Estado contra el mercado. Como caso sintomático, cabe señalar las “retenciones” confiscatorias impuestas a los exportadores argentinos, medida derogada posteriormente.

Primero, el gobierno dijo que cobraría altas retenciones a la soya para que se cultiven también otras especies. Luego dijo que era para que no se encarecieran los alimentos en el mercado interno. Seguidamente, apostando a la demagogia, aseguró que lo hacía para construir hospitales para los pobres.

Veamos como le va a Venezuela con las políticas similares de Chávez y los hospitales públicos. El Estado venezolano paga por una cama diaria en un hospital público entre cinco y ocho millones de bolívares, mientras que en los centros de salud privados el costo por cama varía de uno a tres millones, explica Juan Correa, jefe de cirugía del Hospital Domingo Luciani de El Llanito, aclarando que “la diferencia de precios obedece a la burocracia y excesiva cantidad personal”.

Y el estatismo no hace daño solo en el tercer mundo. Steve Hanke explica que el ministerio del gobierno estadounidense, llamado Departamento de Asuntos de Veteranos, “opera el mayor sistema de servicios de salud del país… el costo de construcción por cama de sus hospitales para ancianos es casi 290% más que en los hospicios privados… el equipo de administración de construcción tiene 16 veces más empleados por cama que… el sector privado, y los proyectos requieren de 3,5 veces más tiempo de construcción que los privados”.

El auor es analista político argentino.