Guatemala: El Impuesto sobre la Renta
Por Manuel F. Ayau Cordón
Prensa Libre
Como está en el tapete el Impuesto sobre la Renta (ISR), conviene tener presente sus verdadera y real naturaleza y efectos.
Todos los gastos, prestaciones e impuestos de las empresas los pagan los clientes al comprar sus productos, pues para que exista la empresa necesariamente los dueños se tendrán que resarcir del costo de electricidad, mano de obra con sus prestaciones, otros materiales consumidos, del costo de capital y también de los impuestos; todo ello, con excepción de los impuestos, a precios establecidos por el mercado. Al fin de cuentas, el empresario es un intermediario entre los clientes y los dueños de los recursos, los trabajadores, y el Gobierno.
Tengamos presente, además, que como todos los impuestos se pagan a sacrificio del consumo por la simple razón de que toda la producción es para consumo, resulta que quienes pagan el impuesto son quienes ven mermada su capacidad de consumo. La pregunta es ¿el consumo de quién?
Quienes ganan poco están exentos del ISR. Quienes ganan más pero no tienen capacidad de ahorro, lo pagan a sacrificio de su consumo, como si fuese un IVA. Y quienes ganan lo suficiente para ahorrar, generalmente lo pagan a sacrificio de sus ahorros o inversiones. Así, el ISR resulta ser un impuesto al ahorro, a la capitalización del país, de la cual depende la demanda de trabajo y la consiguiente alza de salarios, y a la generación de ingresos fiscales. Todo lo cual merma la capacidad de consumo de los más pobres, resulta que ellos son los que pagan el ISR.
Comparado con un impuesto al consumo (IVA), el ISR es mucho más caro cobrar y muchísimo más caro pagar, pues dada su complejidad, para minimizar su impacto en las empresas éstas emplean mucho personal y expertos que estarían mejor ocupados en actividades productivas para la sociedad. El ISR es invasivo de la privacidad. El ISR incentiva la corrupción; y por último el ISR fomenta el terrorismo fiscal. El IVA no será perfecto pero no adolece de los inherentes vicios del ISR.
El ISR constituye un fuerte impuesto al rendimiento y productividad del capital y, por tanto, desincentiva la inversión. Para colmo, se aplica mayor tasa a los ingresos con más probabilidad de ser invertidos.
Conviene reiterar que solamente las inversiones productivas aumentan empleo, suben los salarios y los ingresos fiscales. Entonces, ¿no es absurdo expropiar los ingresos más susceptibles a ser invertidos? ¿No es cruel impedir la creación de plazas de trabajo? ¿No es ilógico impedir la creación de fuentes de ingresos?
Además, un impuesto progresivo es inmoral porque se trata de utilizar el poder coercitivo del Estado para confiscar a unos con objeto de favorecer a otros, para lograr así menor desigualdad de riqueza. Es inmoral aunque sea práctica común en todo el mundo y lo recomiende el Banco Mundial y el Departamento de Estado, porque el despojo por la fuerza de lo legítimamente adquirido por unos, con objeto de favorecer a otros es inmoral. Se trata sólo de confiscar ingresos adquiridos legítimamente, y no de lo adquirido violando derechos de otros, por violencia o fraude, lo cual compete al Código Penal. Precisamente, es el honrado proceso de adquisición lo que da legitimidad al derecho de propiedad a los ingresos de las personas, y por ello, utilizar tasas discriminatorias para confiscarlos a posteriori con objeto de enriquecer a otros es inmoral.
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