Chile: Mal momento para Ricardo Lagos

Por Hector Soto
Infolatam

Santiago – El sondeo presidencial publicado ayer por el diario La Tercera no fue una buena noticia para Ricardo Lagos, ya bastante lastimado en las percepciones públicas por los continuos ataques de la oposición y el gradual descrédito de la administración que presidió.

Empeñado en una resuelta aunque discreta campaña para volver al gobierno, el ex presidente había estado dosificando sus declaraciones y apariciones públicas y fijando una serie de condiciones más o menos exigentes para convertirse en el abanderado presidencial de La Concertación. Sin embargo, la encuesta de La Tercera puede ser un balde de agua fría para sus pretensiones, puesto que Lagos pareciera estarse farreando la ventaja que los estudios de opinión le otorgaban hasta ahora, cediendo el mejor derecho para encabezar el oficialismo a su ex ministro del Interior y actual secretario general de la OEA, José Miguel Insulza. Según la encuesta de La Tercera, que muestra al ex mandatario en un momento muy adverso para su regreso al poder, en un escenario de segunda vuelta Piñera sacaría más de la mitad de los votos, Insulza obtendría el 36% y Lagos sólo el 35%.

Para Lagos estas cifras son ciertamente amenazantes. También lo son las que indican que su candidatura está perdiendo aire en relación a mayo pasado, puesto que su nombre decae con alternativa de voto tanto en las menciones espontáneas (baja del 14 al 9%) como cuando es consultado en pregunta cerrada (baja del 21 al 14%).

El problema para Lagos es doble. Porque, por un lado, las opciones del candidato de la Alianza, Sebastián Piñera, el más seguro abanderado de la centro derecha, siguen fortaleciéndose. Y además porque ser superado en el oficialismo por José Miguel Insulza debe ser para Lagos una experiencia simplemente traumática.

No obstante haber sido uno de sus ministros más efectivos de su gabinete, Insulza nunca perteneció al círculo de los hombres de confianza del ex presidente y nunca estuvo entre sus operadores políticos más cercanos. Más de alguna vez Lagos evaluó la posibilidad de removerlo del Ministerio del Interior y si no lo hizo fue, más que por un asunto de lealtad, porque no encontró un sucesor lo bastante idóneo para articular el apoyo de los partidos.

Que ahora Insulza lo esté alcanzando o superando en las encuestas es en cierto modo un golpe tanto a su ego como a su protagonismo y orgullo de estadista. A diferencia de Lagos, que viene estudiando y planificando su retorno con mucha anticipación y junto a un amplio grupo de colaboradores, Insulza se ha visto en los últimos meses muy tensionado entre sus ganas de ser candidato, las responsabilidades de su cargo internacional y las evasivas de Lagos para asumir frontalmente su candidatura. Este último factor es relevante puesto que ambos políticos militan en el mismo partido, el socialista, y a nadie le cabe en la cabeza que ambos vayan a una definición en las internas de la colectividad.

Es más: en función de su calidad de ex presidente, Lagos ha descartado por anticipado la posibilidad de competir en una primaria o cosa que se le parezca. Pero, al mismo tiempo, se ha negado a clarificar si quiere o no competir el año próximo por la presidencia, bloqueándole a Insulza con su indefinición la posibilidad de hacerlo. La estrategia del ex presidente es dilatar al máximo las definiciones, primero para tratar de mejorar su posición relativa en las encuestas y, segundo, para hacer que la Concertación no tenga en su momento más alternativa que apoyarlo, en vista del acortamiento de los plazos.

Son estos dos supuestos los que ayer quedaron en entredicho. El hecho bien podría hacer ingresar a Ricardo Lagos al club de los ex presidentes que –como Jorge Alessandri en los años 70 y como Eduardo Frei en esta década– quisieron volver al poder pero no lo lograron.