Venezuela: El subsidio perverso a la gasolina
Por José Luis Cordeiro
El Universal
El poder del petroestado ha convertido al mismo petróleo en símbolo de soberanías y nacionalismos errados y falsos. El ejemplo máximo de esta distorsión de valores está representado por el precio de la gasolina. Venezuela cuenta hoy con la gasolina más barata del mundo. El combustible venezolano es tan barato que se ha desarrollado un importante tráfico ilegal de gasolina en las fronteras nacionales, a pesar de la aparición de gasolineras fronterizas a «precios internacionales». Mientras existan distorsiones tan importantes siempre se generarán mecanismos de mercado que, aunque puedan ser considerados ilegales, son económicamente muy rentables.
El precio de la gasolina venezolana representa un perverso subsidio que beneficia a los más ricos y perjudica a los más pobres del país. La situación se puede representar así: el 80% de la gasolina es utilizada por vehículos privados que transportan sólo al 20% de la población, mientras el 80% de los ciudadanos dependen del transporte público que consume apenas el 20% de la gasolina. Tal subsidio regresivo, de los pobres a los ricos, ha sido llamado a veces un «Hood Robin», o sea, un Robin Hood criollo que roba a los más pobres para dar o los más ricos.
Más para los ricos
El subsidio a la gasolina es tan perverso que un estudio del Banco Mundial cuantificó que en Venezuela: «un pobre recibe 5 dólares, mientras que un rico recibe 73 dólares en promedio, es decir, los ricos reciben casi 15 veces más en subsidios por persona que los pobres».
El mismo informe del Banco Mundial indicó que en los primeros años de la década de 1990 el gobierno venezolano dedicaba más de un millardo de dólares en subsidios directos e indirectos a la gasolina, de un monto total de cuatro millardos de dólares en subsidios energéticos generales. Ese monto, además de beneficiar principalmente a los más ricos, podría haberse utilizado para construir «41.000 escuelas primarias o 7.000 escuelas secundarias por año». Para el presente año, bajo las condicionales internacionales actuales, este perverso subsidio está en el orden de más de 10 millardos de dólares al año.
Un mercado competitivo, bajo las leyes de oferta y demanda, determina el precio más adecuado de los productos, tanto a nivel nacional como internacional. Esto es todavía más cierto dentro de un mundo cada día más globalizado. Sin embargo, en el caso de la gasolina venezolana, hace muchos años que las leyes del mercado dejaron de funcionar. El perverso subsidio a la gasolina es otro claro ejemplo de la irracionalidad y cortoplacismo del actual petroestado venezolano.
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