Frustrados
Por John C. Edmunds
América Economía
Poco financiamiento y baja liquidez frustran a la región.
A pesar de seis años de crecimiento impresionante en los mercados accionarios y de importantes reformas financieras, la sensación de la mayoría de los latinoamericanos frente a sus mercados financieros se traduce en una sola palabra: frustración.
Para los de fuera de la región puede ser difícil de comprender, pero los expertos locales insisten que sus sistemas financieros aún no proveen las herramientas necesarias para transformar a las tradicionalistas economías de la región en verdaderos motores de desarrollo y prosperidad. En particular, alegan por la falta de financiamiento para las empresas medianas y la escasa liquidez en los mercados de renta fija y variable.
Como consecuencia de estas fallas, empresas y proyectos prometedores no pueden obtener el capital que requieren, las iniciativas más novedosas no prosperan y generaciones de jóvenes y creativos profesionales acaban derrotados… y frustrados.
Brasil y Chile, entre otros países de la región, han hecho sinceros esfuerzos por proveer financiamiento a empresas de tamaño medio, ya sea por medio de patrocinios directos del gobierno o reformas en los mercados de capitales locales.
Un indudable éxito en Brasil ha sido el Novo Mercado de la Bolsa de Valores Bovespa, que fijó nuevas reglas para la emisión de acciones ordinarias. Esta reforma dio vida a una institución con prácticas igualitarias y que opera en paralelo al mercado accionario preexistente. El gobierno permitió a las empresas antiguas ya listadas en Bovespa mantener sus estructuras con múltiples series de acciones y su trato desigual para los accionistas minoritarios, lo cual en cierta medida fue una movida brillante, ya que aplacó a aquellos poderosos grupos familiares que se podrían haber opuesto a la creación del Novo Mercado.
Lo que vino después fue una ola sin precedentes, tanto en número como en volumen, de nuevas salidas a bolsa. Muchas empresas brasileñas pudieron obtener capital en mayores montos y de forma más barata. El crecimiento del PIB, que por años languideció entre el 1% y 3% anual, se disparó al 5%, mayor que el anterior, pero aún lejos del 9% a 11% que India y China han registrado. Por su parte, el crédito al sector privado creció al 55,3% del PIB en 2007, del 41,8% en 2006, una expansión impresionante, pero aún no lo suficiente para impulsar todo el fuerte crecimiento que el país podría lograr. Sin embargo, un punto decepcionante es que el financiamiento proveniente del capital de riesgo y de los fondos de capital privado llegó a sólo un 0,3% del PIB en 2007 y 0,005% en 2006. Ambas cifras son evidentemente pobrísimas. El aumento de 2007 se explica en su mayoría por inversiones en proyectos de etanol.
Los chilenos, por su parte, están frustrados por el bajo crecimiento económico, que recientemente se ha situado bajo el 4% anual y muy lejos del 6% que los habitantes de ese país consideran aceptable. El gobierno recientemente anunció un aumento del 21% en su asignación anual al Fondo para la Innovación y la Competitividad como respuesta a la baja tasa de creación y crecimiento de nuevas empresas prometedoras.
Las estadísticas chilenas, a primera vista, no explican el poco crecimiento. Entre 2006 y 2007 los bancos chilenos aumentaron sus créditos al sector privado del 61,4% al 68,9% del PIB. Los activos en manos de los fondos de capital de riesgo o de capital privado aumentaron del 2,6% al 3,6% del PIB.
Para entender por qué el sistema financiero local no está cumpliendo con las expectativas de los chilenos hay que estudiar los datos con más detención. Un hecho preocupante es que el número de empresas inscritas en bolsa se ha reducido. Al 2005 el número de sociedades listadas era de 245, para 2006 era de 244 y en 2008 la cifra había caído a 238. Esto indica que el número de aperturas a bolsa ha sido bajo, muy inferior al de Brasil, que elevó el número de sociedades listadas de 343 a 398 en el período 2005-2008. Esto significa que los fondos de capital de riesgo chilenos no han podido aprovechar la forma más rentable y glamorosa de cosechar ganancias de sus inversiones más exitosas.
Otro hecho preocupante es que muchas acciones listadas en la Bolsa de Comercio de Santiago tienen bajísima liquidez. Un inversionista en una de estas acciones deberá esperar hasta obtener un precio razonable si desea vender sus papeles. En un día cualquiera de agosto de este año, sólo 89 títulos listados se cotizaron durante más del 23% de los 180 días precedentes, y sólo 38, durante más del 90% de los 180 días anteriores. Sólo aquellos inversionistas más pacientes comprarán las otras acciones menos líquidas.
Por todo esto es totalmente comprensible que los chilenos estén frustrados. Su sistema financiero, a pesar de ser uno de los mejores de la región, no está cumpliendo con lo que los chilenos esperan de él.
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