Guatemala: Desnutrición y gasto público
Por José Raúl González Merlo
Prensa Libre
Una de las estadísticas más vergonzosas de nuestro país es poseer el índice más alto de desnutrición infantil del continente. Sin embargo, lejos de que eso se pueda interpretar como una excusa para continuar inflando el presupuesto de gastos del Gobierno y el aumento de la carga tributaria, la desnutrición infantil, en todo caso, refleja la falta de voluntad política y capacidad de nuestros gobernantes.
Siempre que los gobiernos quieren aumentar sus gastos y los impuestos, buscan provocar un sentimiento de culpa entre los ciudadanos, mostrándoles estadísticas sociales como la desnutrición infantil. Sin embargo, aún asumiendo que el Gobierno pudiera, solamente con subsidios, solucionar el problema de la desnutrición, la evidencia demuestra que no es por falta de fondos, sino de voluntad política y capacidad de ejecución, que esos problemas no se resuelven.
Aproximadamente, el 50% de los niños menores de cinco años están desnutridos. Si quisiéramos alimentar al más del millón de menores todos los días, tendríamos que gastar cerca de Q700 millones al año. Eso representa menos de 2 por ciento del presupuesto de gastos del Estado del 2008. De esa manera, teóricamente, acabaríamos con el problema, pasando del peor al mejor lugar en Latinoamérica.
Claro que es más complicado que lo que acabo de describir. Sin embargo, en materia de fondos, es increíble que los diferentes gobiernos, pasados y presente, no hubieran podido acomodar una diferencia de 1.5 por ciento en el presupuesto para atender el grave problema de la desnutrición —si es que de verdad lo consideran “grave”—. Claramente, no ha sido un problema de falta de fondos, sino de falta de voluntad política, prioridades claras y capacidad de ejecución. La realidad es que, cuando quieren más impuestos y más gasto público, las estadísticas se usan para crear el cargo de conciencia entre los tributarios, haciéndolos sentir culpables de nuestros males sociales. Pero a la hora de la ejecución, el dinero se va a todos lados menos a combatir eficientemente esos males. Si no, ¿cómo se explica que el problema persista gobierno tras gobierno?
La desnutrición infantil acabará cuando los padres tengan un empleo productivo e ingresos para alimentar a sus hijos. Esa es la solución de fondo. A esta solución se le puede agregar un paliativo: regalar comida a los grupos de más alto riesgo en el corto plazo. Esta función no tiene, necesariamente, que ser realizada por el Gobierno. Pero si tuviera que ser así —con los mismos ingresos, con voluntad política, prioridades claras y capacidad de ejecución—, el objetivo se hubiera podido alcanzar hace varios gobiernos. Usted ha cumplido su parte como tributario. Es hora que el Gobierno cumpla la de él con calidad de gasto, no con más impuestos.
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