¿Es posible todavía un triunfo de McCain?
Por Mario Diament
La Nación
MIAMI.- El pasatiempo favorito de los analistas políticos, en estos días finales de la campaña presidencial norteamericana, es imaginar los posibles escenarios capaces de producir una sorpresiva victoria de John McCain.
El solo hecho de que esta contingencia se haya convertido en un juego de especulación en la prensa indica la considerable certidumbre que prevalece en casi todos los medios políticos de que la suerte está echada y Barack Obama será el próximo presidente.
Quien haya leído los artículos en la última semana podría tener la impresión de estar al día siguiente de los comicios. La tónica general consistió en analizar por qué fracasó la campaña de McCain y cómo gobernará Obama.
Pero la historia electoral de Estados Unidos registra algunos reveses mayúsculos, y una contienda tan excepcional como la presente podría muy bien hacerse un lugar en esa lista.
Están los comicios de 1916, cuando Woodrow Wilson resultó reelegido a pesar de que gran parte de la prensa había proclamado ganador a su rival republicano, Charles Evans Hughes. Están los de 1948, cuando la certeza de que el republicano Thomas Dewey triunfaría sobre un desprestigiado Harry Truman era tal que el Chicago Tribune tituló: «Dewey derrota a Truman». La foto de Byron Rollins que muestra al victorioso Truman desplegando la tapa del diario con el erróneo título se convirtió en una de las más famosas de la historia. Y está, naturalmente, la elección de 2000, cuando Al Gore ganó por más de medio millón de votos y perdió en el Colegio Electoral; así se inició la era de George W. Bush.
El primero en reconocer los peligros del triunfalismo fue el propio Obama, quien les recordó a sus partidarios la sorpresa de New Hampshire, durante las primarias, cuando Hillary Clinton resultó victoriosa pese a que las encuestas le daban a Obama un 10% de ventaja.
¿Puede darse una gran sorpresa? ¿Puede ganar McCain a pesar de que ni una sola encuesta lo favorece y el promedio de todas ellas le otorga a Obama una ventaja del 10%?
Los escenarios, en este sentido, van desde lo psicológico hasta lo surrealista. Uno de los factores que más se mencionan es el denominado «efecto Bradley», que alude a la inesperada derrota de Tom Bradley, candidato a gobernador de California, en 1982. Bradley era negro y, aunque las encuestas lo daban como favorito, muchos blancos que habían dicho que votarían por él lo hicieron por su rival.
El otro factor de suspenso es que el voto joven, que se espera que será considerable y favorecerá masivamente a Obama, no se produzca y, en cambio, crezca el voto de la tercera edad, que ve a McCain con simpatía.
Después están las consideraciones estadísticas, tales como que ningún demócrata que venga del norte de la línea Mason-Dixon (que demarca los estados de fronteras de Pensilvania, Virginia Occidental, Delaware y Maryland) ha sido elegido desde 1960, o que ningún demócrata que no haya ganado en las primarias por lo menos uno de los siete estados más grandes obtuvo la presidencia.
Michael Crowley, de la revista The New Republic , especula con que un triunfo de McCain en Virginia (donde Obama lleva 8 puntos de ventaja) podría arrastrar a otros estados clave como Colorado, Ohio, Missouri, Nevada y Florida.
Peggy Noonan, del Washington Post , se pregunta qué pasará si Obama comienza a perder impulso, como sucedió al final de las primarias, o si la advertencia de McCain sobre los peligros de la política impositiva de Obama comienza a ganar adeptos.
Adam Nagourney, de The New York Times , cita las imprecisiones que los propios encuestadores admiten en estas elecciones. Dicho todo esto, parece muy difícil que McCain pueda revertir lo que parece una tendencia inexorable. La última encuesta de The New York Times/CBS registra un aumento considerable de la popularidad de Obama aun entre quienes votaron a Bush en las últimas dos elecciones. Pero el «¿qué pasaría si?» es siempre una pregunta inquietante.
- 23 de julio, 2015
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