Argentina en caída libre (y sin paracaídas)
Por José Brechner
Diario de América
Poco antes de la crisis económica internacional, el gobierno argentino anunció, que optó junto con Brasil por usar únicamente sus propias monedas como instrumento de transacción internacional entre ambas naciones. El dólar para Cristina y Lula iba a dejar de existir. Con el Real y el Peso devaluándose, ese plan seguramente pasó al archivo de proyectos idiotas, pero con los populistas nunca se sabe. Hugo Chávez sigue insistiendo en una divisa única para América Latina, como si se tratara de firmar un acuerdo.
Un experimento para eliminar el dólar se practicó en Bolivia en 1982 durante el gobierno izquierdista de Hernán Siles Zuazo, que decidió “desdolarizar” la economía para “independizarse del imperio”. La hiperinflación llegó a 26.000 por ciento anual. Fue la tercera inflación más grande de la historia y la única que no se debió a una guerra internacional.
En 1984 la denominación monetaria más alta era de 1.000 pesos bolivianos. Para 1985 el billete más elevado era de de 10 millones de pesos bolivianos. En el mismo año un billete de 1 millón de pesos bolivianos era equivalente a 55 centavos de dólar.
En la Argentina la inflación fue una constante desde 1975 a 1991. En 1975, la denominación más alta era de 1.000 pesos. Para 1976 era 5.000 pesos. A finales de 1976 el billete más elevado era de 10.000 pesos. Para comienzos de 1979, estaba en 100.000 pesos. A finales de 1981 la denominación más alta era de 1.000.000 de pesos. En 1985 reformaron la moneda, y 1 Austral era equivalente a 1.000 pesos argentinos. En 1992 hubo una nueva reforma y 1 Nuevo Peso era igual a 10.000 Australes. El resultado final fue que 1 peso de 1992, era equivalente a 100.000.000.000 de pesos previos a 1983.
La posterior sumatoria de políticas económicas también erróneas, en las que se adoptó una paridad de uno a uno con el dólar, culminó en la tragedia de 2001 en que 60 por ciento de la población cayó en la pobreza.
El gobierno Kirchner no puede seguir disimulando ni conteniendo la inflación. El panorama económico argentino ya empezó a tornarse oscuro, y para el próximo año lo más probable es que será negro.
Aproximadamente un mes atrás, la mandataria emitió un arrogante comentario ante la crisis financiera internacional, diciendo que la economía del primer mundo era una burbuja y que por el contrario su modelo –basado en los subsidios, estatizaciones y la inflación digitada– sí funciona. Los resultados de su maravilloso sistema no se dejaron esperar. En las últimas semanas el dólar se disparó, el Merval cayó, y el gobierno se apropió de los fondos de pensiones jubilatorias
La presidenta todavía no tiene una apreciación clara de la realidad, la única que habita en una burbuja es ella. Cristina no comprende que gracias a los siderales ahorros generados por el capitalismo, que tanto critica, la Reserva Federal Estadounidense puede salir a socorrer a las empresas más colosales del orbe, hasta que retomen su cauce. Los socialistas no tienen ningún respaldo y el porrazo va a ser fatal.
Venezuela está tocando fondo, y para poder sustentar su revolución, el coronel les pasará la factura a sus deudores. La Argentina tiene un fuerte compromiso con el venezolano y el 2009 no sabrá con qué honrarlo. Nuevamente huele a default…
La indigencia en los países sudamericanos desde que los socialistas están en el poder ha ido en aumento. El nivel de pobreza en Brasil es del 31 por ciento; en la Argentina 31,9 por ciento (oficial: 23,4%); en Ecuador 38,3 por ciento; en Bolivia 64 por ciento (oficial: 60%); en Venezuela 40 por ciento en las áreas urbanas (oficial: 37,9%) y 70 por ciento en las rurales.
Con la crisis, que recién comienza, porque las bolsas pueden caer en un día pero demorar años en levantarse, y tomando en cuenta que si bien el optimismo inmediato por el cambio en la Casa Blanca alzará los mercados temporalmente; a mediano y largo plazo la política económica de Obama sólo hundirá a los Estados Unidos agravando la situación mundial. No olvidemos la Gran Depresión de 1930, que en realidad ocurrió en 1929, pero nadie la recuerda por esa fecha. Lo que pasó es que el 29 todavía no se sintió el efecto, la miseria general llegó un año más tarde
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