Corrupción
El libro China Shakes the World, de James Kynge, describe la China de la actualidad y, entre otras cosas que relata, aparte de la fenomenal reducción de la pobreza, es la generalizada corrupción. El autor se pregunta ¿por qué no la han podido evitar? Ofrece varias posibles razones: que debido al rápido enriquecimiento social que ha resultado de las reformas económicas de mercado, el país la puede tolerar y, sobre todo, sufragar. Otra razón, es que quizá al Partido Oficial le conviene. Otra es que la economía informal es 30% de la economía total y que intentar controlarla sería grave. Y la más poderosa razón que el autor cree acertada es que la corrupción misma del gobierno sirve a intereses influyentes.
El fenómeno de la corrupción se da en todo el mundo, en distintos grados. Las autoridades nacionales e internacionales lo lamentan, lo prohíben y reprohíben y sigue la corrupción sigue tan campante en todas partes porque, estoy convencido, no se acierta en sus causas principales.
Aún en países sajones, donde la corrupción es menor, va en aumento a medida que los gobiernos intervienen más en asuntos económicos, como en efecto está ocurriendo. Es un hecho histórico que en los países socialistas donde esa intromisión gubernamental es mayor, la corrupción se generaliza hasta los más altos niveles de gobierno.
La principal razón de la corrupción, que escapa a la mayoría de analistas, es que su origen es la autoridad discrecional del funcionario que surge de la intromisión de los gobiernos en asuntos privados, de la excesiva reglamentación, de la necesidad de pedir permiso para llevar a cabo actividades lícitas y pacíficas, como el simple hecho de establecer una tienda.
Hay dos formas de control y organización social. Una es cuando los ciudadanos pueden hacer sólo lo que aprueban los funcionarios y obtienen permiso para hacerlo. La otra forma es cuando los ciudadanos son libres de llevar a cabo cualquier actividad lícita con el único límite del respeto al igual derecho ajeno y sujeto a certero castigo por violarlo. En este caso no se necesita permiso alguno de funcionarios y en consecuencia no hay a quien corromper. Muy simple: donde hay ocasión de corromper, surgirá corrupción y donde no hay ocasión de corromper no se da la corrupción.
Se podrá prohibir y re prohibir la corrupción como en China y el resto del mundo, pero se llega a corromper hasta el poder judicial y los fiscales, cuando la sobrevivencia o la ambición requiere una solución expedita a los trámites de permisos.
Ejemplo del celo de prohibir y re prohibir es el caso de Guatemala que estableció en el Código Penal el delito de cohecho en el que se castiga a quien da una compensación ilegal así como a quien la recibe. Ello no disminuyó la corrupción, sino por el contrario la aumentó, puesto que elimino la posibilidad de entrampar al corrupto, ya que para comprobar corrupción es necesario que ocurra y, en consecuencia, obliga a castigar a quien pone la trampa.
Si no hay a quién corromper, no habrá corrupción. Por más lamentos y gimnasia legal que se haga, en una sociedad que vive por permiso, habrá más corrupción que en una en que se vive por derecho. Mientras más burócratas con poder discrecional, más corrupción habrá, inclusive de funcionarios y fiscalizadores. Por eso, la economía dirigida como el socialismo es inherentemente corruptora.
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