La llama revolucionaria languidece
A la llama revolucionaria le cayó un balde de agua fría, aunque el teniente coronel lenguatón insistió la madrugada de ayer en que esa llama se había fortalecido. Venezolanos y residentes dijeron ¡Ya basta de tanta ineficiencia, atropellos y corrupción!
Los resultados electorales deben inducir sensatez en quienes creen en el proyecto revolucionario. Nadie les niega el derecho a ocupar un espacio político, pero la mayoría les negamos la arbitraria intención de querer copar todos los espacios. Ojalá de las filas de ese proyecto salga un nuevo liderazgo que entienda que el país no acepta talibanismos y que ni en el mundo, ni en Venezuela es viable una reversión al sistema político y económico de la antigua Unión Soviética. También deben entender que a la gente de menores recursos, como los de Petare, cuando están bien informados y se les ofrece una alternativa como la de Ocariz, no se les puede comprar con lavadoras y neveras. El haber ganado estados fronterizos como Zulia y Táchira es de gran trascendencia geopolítica para contrarrestar la presencia en suelo venezolano de la guerrilla, el narcotráfico y otros problemas derivados de ser estados limítrofes. La importancia poblacional y geográfica de Carabobo, Miranda y la Alcaldía Metropolitana cambia el mapa político. La derrota de figuras como Diosdado Cabello, Aristóbulo Istúriz y Jesse Chacón, todos ellos muy del afecto del teniente coronel, implicará algunos cambios en el PSUV. Las semillas de la disidencia, como en Barinas y Guárico, producirán frutos.
A pesar de las inhabilitaciones y de otros evidentes ventajismos del oficialismo y de la permisividad del CNE hacia las "cadenas", así como del intento de torcer la voluntad popular a través la manipulación de las mesas electorales, se impuso la voluntad democrática de la sociedad civil y de los partidos políticos, el tesón de nuestros candidatos, la herramienta de "inteligencia electoral" de la gente de Esdata y la persistencia de Súmate. Nuestro reconocimiento y felicitación a los ganadores, especialmente a Pablo Pérez, Salas Feo, Pérez Vivas, Morel, Capriles, así como a Ledezma y a Rosales. Un justo reconocimiento a Enrique Mendoza por la labor realizada y no podemos obviar mencionar el discurso de gran altura y contenido de Antonio Ledezma una vez se conoció su meritorio triunfo.
Ahora no podemos dormirnos en los laureles. Los gobernadores de Táchira, Zulia, Carabobo, Miranda, Nueva Esparta, el Alcalde Mayor y los alcaldes electos deben demostrar eficiencia y eficacia en su gestión, así como no discriminación con los adversarios. El liderazgo político debe prestarle una mayor atención a los problemas de las zonas rurales, en lugar de gastar tanto tiempo en los medios de comunicación que solo le llegan a hombres y mujeres de las grandes urbes. También deben revisar su metodología de escogencia de candidatos. Aunque es tiempo de celebrar el triunfo y de reconocer el trabajo de la mayoría de la dirigencia política, no podemos obviar mencionar que la sociedad civil quiere que los partidos se fortalezcan pero que para ello deben reflexionar sobre algunas de sus actuaciones. Los casos de Bolívar, Yaracuy y de muchas alcaldías no pueden repetirse, mientras persista la amenaza totalitaria. Tampoco el mal ejemplo de Lecherías, Estado Anzoátegui, y de otros lugares, porque los ciudadanos de a pie han madurado y rechazan imposiciones.
Todos los demócratas tenemos que hacer un esfuerzo por ser respetuosos de las leyes y es necesario insistir en que el proceso electoral sea cada vez más transparente. Es inaceptable el derroche de los recursos del Estado en la campaña electoral del oficialismo. Es inaceptable las migraciones en los centros de votación. Es inaceptable el abuso de autoridad de algunos funcionarios del CNE ungidos como "coordinadores de centros de votación". Es inaceptable el amedrentamiento de los motorizados oficialistas a los votantes. Es inaceptable la descarada burla a la normativa electoral de quien fue presidente del CNE y ahora Alcalde de Libertador. Además, aunque reconocemos que los oficiales y soldados del Plan República en la casi totalidad de los casos fueron respetuosos e incluso amables, es deseable una menor presencia militar en los centro de votación. La llama revolucionaria de Chávez languidece pero no está apagada, por lo que ahora hay que trabajar más duro.
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