Venezuela: juegan todos, ganan casi todos, pero unos más que otros
Madrid - Suele ocurrir en casi todas las elecciones, y más si son locales o regionales, como en éste caso, que todo el mundo, o casi, tiene motivos sobrados para proclamarse ganador.
El gobierno, porque ganó en 17 de las 22 gobernaciones, en número de alcaldías y en voto popular. La oposición, porque ganó en estados y ciudades claves y, sobre todo, porque mejoró sensiblemente su posición en relación con las pasadas elecciones de este tipo. Sin embargo, el chavismo sin Chávez, los autoexcluidos del PSUV (Partido Socialista Unificado de Venezuela), bien por tener un proyecto propio, como el candidato renegado por Barinas, el estado natal y feudo familiar de Chávez, o bien por negarse a caminar bajo la disciplina bolivariana, caso de Podemos o de los comunistas venezolanos, cosechó resultados bastante magros.
Sin embargo, habrá que ver, con los datos definitivos, cuántos puestos de alcalde o gobernador se le fueron de las manos al gobierno por la sangría de votos de sus otrora seguidores.
Si bien en esta oportunidad tanto gobierno como oposición tienen algo para festejar, ha habido celebraciones más intensas que otras, aunque todavía es pronto para hacernos una composición acabada de cuanto aconteció el domingo y del panorama que se abre a partir de entonces. A menos de una semana de la elección, el presidente Hugo Chávez, con ese lenguaje amable que tan bien lo caracteriza, dio un claro mensaje para navegantes en su proyecto de construir el socialismo del siglo XXI, ya que "la patria que está naciendo es roja, rojita y bonita, bella, bellita". Por eso proclamó a los cuatro vientos que “vamos a lanzar a partir de hoy la misión acorralamiento, sin clemencia. Tenemos que ganar todas las alcaldías y gobernaciones en todo el territorio nacional”. Desde esta postura maximalista “Perder al menos tres gobernaciones en estas elecciones resultaría una derrota para el Gobierno Nacional”.
En la madrugada del lunes, su mensaje de reconocimiento de la victoria careció de la contundencia y del tono subido de otras ocasiones. En su lugar ofreció una mano tendida a la oposición y reafirmó su firme convicción democrática (si ganamos viva la democracia, si perdemos no sirve para nada y, por si fuera poco, sacamos las tropas a la calle en prueba de que estamos frente a una verdadera revolución, como también recordó Fidel Castro). Es verdad que en otras ocasiones Hugo Chávez lanzó mensajes similares, aunque en esta oportunidad habría que preguntarse por los verdaderos motivos de sus palabras. Por un lado, Chávez era consciente de la verdadera magnitud de su triunfo, salpicado de las derrotas en cinco de las principales gobernaciones del país (Carabobo, Miranda, Nueva Esparta, Táchira y Zulia), tres más que en el período anterior, y también en las alcaldías de algunas de las mayores ciudades, comenzando por Caracas y siguiendo por Maracaibo. Precisamente, uno de los factores claves a tener en cuenta para calibrar en su justa medida el reparto territorial de poder será el del número de capitales de provincia controlados por cada bando en pugna.
Por el otro lado, Chávez también sabía que después de esta campaña de gastos a lo grande e ilimitados, en aras de conquistar el premio mayor, viene la época de las rebajas y los recortes. Con el barril de petróleo por debajo de los 50 dólares (nadie sabe lo que durará la actual coyuntura) es difícil mantener a pleno rendimiento la maquinaria clientelar del PSUV, pese a las cuantiosas reservas que todavía se poseen, aunque éstas deben ser celosamente administradas si se quiere que duren. Y si eso ocurre, si el gasto público se contrae, las posibilidades futuras de la oposición también aumentan, al hacer un poco más igual la actual lucha totalmente asimétrica por el poder político. Al mismo tiempo, ante la situación surgida tras los comicios, es probable que las amenazas presidenciales de cortar el envío de fondos públicos a las ciudades y estados controlados por la oposición acaben por no cumplirse.
Chávez planteó estas elecciones como un plebiscito sobre su persona, sabedor que el tirón electoral de buena parte de los dirigentes locales y regionales del PSUV es mínimo sin su auxilio. En esa línea de tensionar en torno suyo y despolitizar a la oposición, llama la atención que en la página web del CNE (Consejo Nacional Electoral), los nombres de los candidatos no fueran acompañados de su adscripción partidaria. Curiosidades de la revolución bolivariana.
Una de las principales notas de la jornada electoral del domingo fue la alta participación, muy por encima de otros comicios similares en años anteriores. Si bien ambos bandos han logrado movilizar a sus seguidores más remolones, los resultados definitivos mostrarán quién tuvo más capacidad de movilización. Es en relación con este extremo cómo se podrán contestar con más certeza los interrogantes acerca del futuro de la gobernabilidad en Venezuela. De todos modos, es indudable que Chávez sigue siendo un importante referente para la política nacional y que su liderazgo sigue siendo tenido en cuenta por una parte apreciable de la población venezolana. Pero también es cierto que la oposición dio un paso muy importante en su proceso de unificación y en su auto convencimiento de que la democracia es el mejor camino para imponerse a las salidas populistas y demagógicas".
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