La moneda y el mundo en crisis
El sistema financiero internacional colapsó. Estamos ante una nueva crisis financiera internacional: crisis de confianza, cuyos perjuicios serán enormes, globales y duraderos, y cuya evolución y solución se desconoce. Afecta el bolsillo de todos los habitantes del mundo. Hay una desaceleración de la economía. Crisis que provoca pánico, incertidumbre, confusión e inseguridad, desempleo, reducción de las remesas de inmigrantes, reducción de la ayuda internacional contra el hambre y la pobreza, y por la salud y la preservación del ambiente.
En la reunión del G-20, los gobernantes acordaron hasta donde podían: regular los mercados conforme a la capacidad de cada uno y reunirse el 30 de abril, cuando hayan pasado 101 días de ejercicio de la presidencia de Barack Obama, con el fin de formular propuestas concretas para reformar las instituciones de Breton Woods.
Se propone una reforma del sistema monetario internacional, idea de la que participo. De ocurrir, deberá ser profunda y llevará mucho tiempo, dado que son muchos los intereses en juego.
La crisis financiera y la reforma del sistema monetario implica considerar la moneda, medio de cambio que en un señalado momento tiene un determinado valor. Es permanente preocupación lograr una moneda de un valor lo más estable posible, sana, universalmente reconocida y aceptada. El dólar ya no lo es y la actual corrida hacia él se explica por la falta de alternativa: el euro, el yen, el yuan y otras monedas no son mejores opciones.
El oro fue considerado parte del sistema monetario y moneda de reserva y ahorro, garantía contra la inflación. Sus cualidades materiales y su producción limitada por la naturaleza hacen de él un bien de características especiales.
En 1821, Gran Bretaña implementó el gold standard (?patrón oro´), sistema por el cual la libra inglesa se mantenía al valor de un peso fijo de oro, pero el 21 de septiembre de 1931, época de la Gran Depresión, lo abandonó, acusándolo de haber sido, por su rigidez, una causa de desocupación. Se afirmó que era necesaria una flexibilidad monetaria que evitara las recesiones, motivara el aumento de la demanda y promoviera el crecimiento y el pleno empleo.
Desde 1873, Estados Unidos mantenía la convertibilidad del dólar en oro, que a partir de 1934 estuvo a 35 dólares la onza. En la década del 60, época de una conjunción de gobernantes estadistas en el mundo occidental, los déficit de la balanza comercial de EE.UU. hicieron inconvertibles los dólares, dado que en la práctica se había alterado la relación con el oro. La necesidad de solucionar los problemas de liquidez internacional y estimular el comercio internacional y las inversiones hizo que hubiera una apelación de economistas como Jacques Rueff, Samuel Brittan, Gordon Tetber, Paul Samuelson y Michel Debré para una revalorización del oro y de las paridades cambiarias de la moneda.
Por razones políticas y económicas, por los gastos de producción y atesoramiento, su poca flexibilidad y el hecho de que no produce interés, el oro ha dejado de ser usado como moneda de reserva y de ahorro. Llegó a valer 800 dólares la onza en 1980 y hoy su precio, no obstante la pérdida del valor del dólar en 28 años, vuelve a ser el de esa época, tras haber alcanzado los mil dólares el 24 de marzo de este año.
El 15 de agosto de 1971, EE.UU. suspendió la convertibilidad del dólar en oro y desde entonces todas las monedas son de emisión fiduciaria.
Hace 37 años que toda emisión monetaria es fiduciaria. Fiducia significa ?confianza, esperanza cierta, seguridad, fe, lealtad´. Significa que toda moneda papel, como el dólar, el yen, el euro y el peso, sólo tienen como respaldo la confianza otorgada por la comunidad internacional al país que la emite. Hoy, esa confianza se gana por la historia del país, sus recursos naturales, el nivel educacional de su población, su política interna y externa, su producción e industria, su equilibrio fiscal, su balanza de intercambio comercial y de pagos. En síntesis: su solvencia y su solidez política, cultural, económica e institucional. Esa confianza puede perderse, de ser la economía afectada por factores internos o externos: inestabilidad política, desastres naturales, guerras?
La confianza es una de las cosas más difíciles de obtener y sólo se mantiene con una permanente buena conducta y con sana política, continuamente evaluada. Siempre se puede perder en instantes. Es lo más difícil de lograr y lo más fácil de perder. Cuando se obtiene, atrae inversiones y fija capitales.
Los bancos centrales para integrar sus reservas, los individuos para sus ahorros, los comerciantes para acordar la moneda para sus operaciones, siguen a cada minuto la evolución de los países y monedas en el mundo para acogerse a la divisa que les ofrece más confianza.
Es necesario adoptar una nueva arquitectura financiera internacional en razón de que el mundo ha cambiado y no responde a la realidad de Bretton Woods de 1944.
Mientras tanto, la Argentina, reconociendo los problemas de las crisis internacionales y el cambio permanente en el mundo, debe insertarse en ese mundo. El aislamiento conduce a la anulación. Debe participar, conforme a su interés nacional, de las medidas que se adopten. Con un campo tecnificado, orientado a la exportación, debe liberar y promover toda la capacidad exportadora del país, cada vez con mayor valor y conocimiento agregado. Debe poner fin a la controversia con Uruguay, por interés común de ambas partes, y actuar en conjunto, en una sociedad estratégica, con sus vecinos del Cono Sur. De lo contrario, continuará la desconfianza que sus habitantes han tenido y tienen respecto de sus gobiernos, sus políticos, sus bancos y ahora hasta de las cajas de seguridad. Seguirá, así, la salida de capitales, que hace que el dinero argentino se halle en el exterior o en cajas de zapatos.
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