Las tribulaciones de tres gigantes
MIAMI.- Hay frases que se han vuelto legendarias sin haber sido dichas. Una de ellas es la que, presuntamente, Ingrid Bergman le dice a Sam, el pianista, en la película Casablanca , cuando llega por primera vez al Rick´s Café.
En realidad, lo que Bergman dice es: "Tócalo una vez más, Sam, por los viejos tiempos", y cuando el pianista hace un gesto de no entender, ella insiste: "Tócalo, Sam. Toca Así pasan los años ." Pero la memoria colectiva prefirió recordar la frase como "Tócalo de nuevo, Sam".
Otra de las grandes tergiversaciones orales es la que ocurrió con la cita: "Lo que es bueno para General Motors [GM] es bueno para el país", atribuida al entonces presidente de GM, Charles Wilson, y que pasó a simbolizar la formidable soberbia de esta empresa.
El año era 1953 y Wilson había sido designado secretario de Defensa por el presidente Eisenhower. En su testimonio ante la comisión de Fuerzas Armadas del Senado, lo que Wilson dijo fue: "Durante mucho tiempo pensé que lo que era bueno para nuestro país era bueno para GM y viceversa".
La diferencia es sutil, pero adquiere una dimensión casi premonitoria a la luz de las tribulaciones de esta empresa y de las otras dos que conforman las Tres Grandes de la industria automotriz.
En 1978, GM ocupaba el primer lugar en la lista de las 500 empresas más poderosas de la revista Fortune y empleaba a 850.000 personas; hoy ocupa el cuarto y emplea a 266.000.
Probablemente, la explicación más acertada de lo que le sucedió es la que dio el comediante Conan O´Brien, cuando GM anunció el mes pasado la cancelación del contrato que tenía con el golfista Tiger Woods. "Cuando le pregunté a un vocero de GM por qué, me respondió: «Tiger Woods es exitoso, competitivo y popular, y eso no nos representa apropiadamente»."
Las ventas de GM en noviembre cayeron 41% respecto del año anterior, y las de Chrysler, 47%. Comparativamente, Ford parece casi un éxito con 31% de caída.
Esto hizo que los CEO de las tres empresas corrieran apresuradamente a Washington en busca de un salvavidas que en menos de tres semanas pasó de 25.000 millones de dólares a 34.000 millones de dólares. Para tener una buena idea de lo que significa, solo la diferencia -9000 millones de dólares- es superior al Producto Bruto Interno de Haití.
Nadie dejó de advertir la ironía de que en su primera peregrinación desesperada a la capital, los tres grandes de las Tres Grandes llegaran en lujosos jets privados. "Es como si alguien fuera a pedir comida a una olla popular de smoking", dijo el periodista Scott Simon.
Los tres grandes son Richard Wagoner, de GM, cuyo salario es de 15 millones de dólares al año; Alan Mullaly, de Ford, que embolsa 21 millones; y Robert Nardelli, de Chrysler, quien diez meses atrás aceptó asumir sus funciones de CEO con un sueldo de un dólar al año.
Tanto desprendimiento por parte de Nardelli no es nada nuevo. También Mulally aceptó un dólar cuando asumió en Ford en septiembre de 2006, a pesar de lo cual se llevó ese año 7,9 millones en opciones, premios y otros beneficios.
En cuanto a Nardelli, uno no debería preocuparse por sus cuentas. Cuando fue obligado a renunciar como CEO de Home Depot, recibió 29,7 millones de dólares en salario, compensación y otros beneficios.
Para su más reciente visita al Congreso el jueves, los tres grandes viajaron a Washington en autos híbridos. Pero nadie sabe si el gesto bastará. Lo que sí puede terminar por convencer al Congreso del rescate son las cifras de desempleo de noviembre: 533.000 personas (200.000 más de lo que se esperaba).
En este sentido, quizá por esta vez lo que es bueno para GM sea, efectivamente, bueno para el país.
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