La muerte del agente Drozdov
El 5 de diciembre en Moscú se anunciaba la muerte del Patriarca de la Iglesia Ortodoxa Rusa (IOR), Alexei II (Alexei M. Ridiger) quien por 18 años dirigió los destinos de esta. Su principal mérito ante la opinión pública rusa fue defender la fe ortodoxa contra todo intento de proselitismo. Con la diplomacia habitual del Vaticano, se escuchó desde la Santa Sede las condolencias por la muerte. Nunca quiso Alexei II reunirse ni con Juan Pablo II ni quiso hacerlo con Benedicto XVI.
Se oponía el Patriarca con soberbia y autosuficiencia, propia de un ruso hacia un polaco, a las iniciativas de acercamiento y entendimiento que hacía Karol Wojtyla. Llamó invasión a la creación de cuatro diócesis católicas en la inmensa Siberia y atacó con vehemencia el viaje de Juan Pablo II a Ucrania en el 2001. La popularidad del jefe de la iglesia rusa se debió al vacío dejado por el comunismo en la vida de los rusos, aprovechado por la IOR para difundir la fe. Los comisarios del ejército desaparecieron para dar paso a los popes de un Departamento Sinodal creado en 1995. La IOR es un baluarte ideológico del nuevo nacionalismo ruso en el ejército.
Ha recibido la IOR muchas prebendas y privilegios del Kremlin, como son el monopolio para el embotellamiento de agua mineral, una de las concesiones para la producción e importación de vodka y bajas tarifas para la importación de cigarrillos, otro lucrativo negocio en el país que se ubica en el cuarto lugar de los fumadores. Mejor negocio ni pedirlo – vodka y cigarros. Había logrado con mucho éxito el retorno de propiedades de la Iglesia, confiscadas o destruidas, en tiempos de la URSS. La reconstrucción de la Catedral de Cristo Salvador es obra de su empeño. Pero el Patriarca fue un fuerte defensor de la política del Kremlin en todos sus aspectos. No titubeó a la hora de juntar hombro con Vladimir V. Putin para justificar la guerra en Chechenia.
En cada ocasión que el Kremlin necesitó un acto religioso, en especial misas solemnes, para acallar los escandalosos desastres, tenía a su disposición al Patriarca. Misa para las víctimas del hundimiento del submarino nuclear Kurks, para los fallecidos en la desastrosa toma de la escuela de Beslán en el 2004 o del teatro moscovita en el 2002. La herencia más controversial que deja el Patriarca es su propio pasado. Casi desde que asumió la jefatura de la IOR fue acusado de ser un agente del KGB. El colaboracionismo de la jerarquía eclesial rusa con los servicios secretos soviéticos ha sido espina dolorosa para los ortodoxos rusos. Fueron tan evidentes las muestras de colaboracionismo que se creó (pero nunca ha funcionado) una comisión, pero esta en más de diez años de trabajo no ha publicado un solo documento.
Al ser electo Alexei II en 1990, la prensa de Estonia, ya declarada independiente de Moscú, publicó una serie de materiales sobre el trabajo que realizara para el KGB el electo Patriarca. Actuaba bajo el seudónimo de Drozdov y parte de sus labores, relata el ex agente del KGB Vasili Mitrojin en su libro “El Escudo y la Espada”, fueron la de crear discordias entre los uniatas ucranianos y el Vaticano, tarea a la que se dedicó desde 1969. Relata Mitrojin que comenzó activamente Drozdov a participar en las labores de la sociedad Patria, creada en 1975 con el supuesto propósito de promover las relaciones culturales con los rusos que vivían en el extranjero, y en realidad una fachada del KGB. El diario Irish Times escribía en septiembre del 2000 que el jefe de la IOR había recibido en 1988 un “Diploma de Honor” del KGB, por los servicios prestados a la organización.
El Instituto Keston, una organización inglesa sobre derechos religiosos analizó y revisó toda la documentación en los archivos del KGB en Estonia y confirmó la sospecha. Allí consta que el primer contacto entre Alexei M. Ridiger y los oficiales soviéticos fue en 1958, cuando adquiere el seudónimo de Drozdov para sus informes al KGB. Aunque el nombre del Patriarca no aparece, la descripción que hay en el informe detalla bien al agente: joven sacerdote ortodoxo, nacido en Tallin, en 1929, con dominio absoluto de los idiomas ruso y estonio y que laboraba en Estonia. El reporte de sus superiores especifica su conocimiento del idioma alemán y la intención de enviarlo a países capitalistas en delegaciones religiosas. No había entonces en toda Estonia otra persona que coincidiera con los datos reflejados en los informes del KGB.
Cuando en 1991 el presidente Yeltsin permitió por unos meses a una comisión parlamentaria trabajar en los archivos del KGB apareció de nuevo la acusación contra el Patriarca. Esta vez expresadas entonces por el sacerdote y ex diputado, Gleb Yakunin. Debido a la presión del mismo KGB los archivos fueron cerrados de nuevo. Las acusaciones contra Alexei II no tuvieron eco en Rusia, un solo diario “Novaya gazeta” se atrevió en 1999 a publicar lo aparecido en los archivos de Estonia. El diario británico Guardian en Febrero de 1999 señalaba que los documentos del KGB reflejaban el trabajo del Patriarca para la Lubianka. Esa acusación, a los ojos del Kremlin, solo le hacía más confiable. Era la relación de trabajo entre un ex coronel de la Lubianka y un ex agente.
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