La otra Argentina
Venimos presenciando una engañadora forma de presentar la realidad. Muchos pseudos dirigentes se han empeñado en convencernos de que la ciudadanía debe participar, lo cual suena no solo simpático, sino fuertemente convocante. Pero ese consejo tiene un sentido restrictivo en esos interlocutores. Cuando hablan de formar parte de las decisiones, se refieren a ingresar a los cuadros de la política partidaria, para cambiar desde ahí la realidad.
Y es absolutamente cierto, que esa es UNA manera de hacerlo. No podemos estar seguros de que es la más eficiente. Se nos mezclan sensaciones entre lo que DEBE SER y lo que ES. Queda claro que muchos buenos seres humanos han recorrido ese trayecto con variado éxito. Los menos pasaron el filtro, no sin antes tener que prostituirse de una u otra manera en el intento de alcanzar el ejercicio del poder. Probablemente tuvieron que aceptar en el camino acceder a aquellas cuestiones que cuando no están en la política aborrecían. El discurso dirá que son los costos de estar en la política.
Los más, quedaron en el camino. Algunos huyeron espantados por metodologías tan cuestionables como difíciles de explicar. Decidieron no aprobar prácticas que implicaban traicionar su esencia. Quedaron entrampados en el brete de tener que elegir entre el honor y la dignidad o la avaricia y el poder.
Otro grupo fue triturado por la maquina de impedir para convertir esa convocatoria abierta y plural en la conocida mesa reducida que decide todo a escondidas.
Lo concreto es que mucho de esto que se describe como participación no es más que una verdad a medias que ha calado muy hondo en la sociedad, logrando disuadir a buena parte de aquellos que lo intentaron.
Así las cosas, los que ya hicieron el intento, desestiman cualquier otra embestida. Algunos otros que ni lo intentaron, prefieren no hacerlo, amedrentados por la incalculable cantidad de ejemplos que pululan a diario y que testimonian lo que presumen sin conocer con precisión.
Es cierto también, que muchos argentinos han optado por la más cómoda. No participan de nada. No forman parte de la vida interior de un club deportivo, ni de una organización no gubernamental, ni siquiera del consorcio del edificio o la comisión vecinal. Esos abúlicos son los que se quejan en los cafés pero hacen poco por cambiar su metro cuadrado. Esa actitud ingenua le ha cedido la iniciativa y el territorio a los que entendieron que pueden manejar a su criterio y arbitrariamente los hilos del poder. Ellos aprovecharon el vacío y se apropiaron de cuanto espacio ha quedado disponible.
Pero tal vez sea tiempo de entender que la participación democrática no es SOLO incorporarse a un partido político. Existen miles de otras variantes que resultan no solo más gratificantes sino hasta más procedentes. Todos los ámbitos permiten esta forma de tomar decisiones. El deporte o la cultura, el trabajo o la empresa, la religión y el entretenimiento, la salud o la educación, la seguridad o el arte. Casi cualquier espacio es valido para ejercitar y aprender a tomar decisiones en comunidad.
Hace poco tiempo tuve la suerte de tomar contacto con un grupo de entusiastas que defendían con pasión su activa militancia en una organización solidaria. En esta ocasión se trataba de la FUNDACION CONIN ( www.conin.org.ar ) Cooperadora para la Nutrición Infantil, que decidió librar la más dura de las batallas "quebrar a la desnutrición infantil". Sobre la base científica de que el cerebro de un niño se forma y desarrolla en los primeros 18 meses de vida, ellos saben que aquello que no se logra en esa etapa de la vida, luego nunca más se recupera ni corrige. Por eso, trabajan a diario en muchas provincias argentinas para resolver el problema de fondo. Se trata de poner empeño en la nutrición y en la estimulación temprana para los niños. Al mismo tiempo se enfocan en facilitar el acceso al agua potable, cloacas y energía eléctrica para los hogares. Ellos tienen la convicción de que ayudando a las madres, ayudarán a los hijos. Están seguros que solo una sociedad compuesta por seres humanos dotados de posibilidades básicas, tiene la oportunidad de hablar de educación y desarrollo.
Ellos, la gente de CONIN, encontraron la manera de luchar con dignidad. Ellos sí consiguieron volcar su tiempo, vocación y principios en pro de una causa noble, difícil pero posible. La mancomunada acción conjunta de esfuerzos públicos, privados y del tercer sector, pueden aportar la fórmula para alcanzar metas razonables.
Actualmente CONIN contiene a más de 1600 chicos en más de 15 centros a lo largo de la geografía Argentina. Imitando el ejemplo de Chile que logró ubicar los indicadores de mortalidad infantil a niveles de los países mas desarrollados y garantizarle la educación primaria a la totalidad de la población, CONIN nace en Mendoza y día a día extiende sus brazos por el país convocando almas generosas.
Esta Fundación es solo un ejemplo de lo mucho que los argentinos podemos dar. Miles de hombres y mujeres a diario, en esta bendita tierra, quieren contribuir con su país, con su sociedad, con su comunidad.
Muchos han intentado hacer algo, sin éxito. Tal vez sea tiempo de recrear la mente y entender que existen muchas formas de hacer la política bien entendida. Que trabajar para un partido que solo tiene vocación de poder, y que concentra sus esfuerzos cotidianos en sumar voluntades para la próxima compulsa electoral, no es la única manera de influir positivamente en nuestra comunidad.
El ejemplo que podemos brindarle a nuestros hijos está en la tarea cotidiana, en esa que permite distraer parte de nuestro escaso tiempo, para brindarle a nuestros semejantes diferentes formas de participación.
Los ámbitos son infinitos. La tarea solidaria es un camino, pero existen otras posibilidades. La difusión de la cultura, la educación, la salud, el arte, el deporte, las ideas, son solo una breve nómina de actividades que merecen ser atendidas por ciudadanos que no han encontrado aún espacios para aportar lo que mas saben.
Es tiempo de animarse a estar del lado de los que hacen. No importa mucho DONDE, tampoco importa demasiado haciendo QUE. Si es trascendente estar en aquel lugar en el que podamos sumar nuestro granito de arena. Estaremos en ese momento aportando no solo nuestro conocimiento y pasión por lo que amamos, sino también ejercitándonos activamente en el rol de conducir nuestras propias vidas con un sentido y preparándonos como sociedad para la sana gimnasia de vivir en comunidad, siendo tolerantes y determinados.
Una democracia se construye con hombres y mujeres comprometidos. La participación no es solo militar en un partido político, también lo es la digna lucha de todos los días que miles de organizaciones ofrecen a la sociedad para construir una convivencia mejor.
Estamos a tiempo de elegir. Podemos ser parte de esa Argentina que criticamos todos los días, que nos deshonra y nos genera desprecio. O podemos ser parte de aquellos que creen en el esfuerzo anónimo, en la lucha por los ideales, en la militancia consecuente y en la difusión de los valores. Todavía estamos a tiempo de ser parte de la OTRA ARGENTINA.
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