Washington, manejá vos
Se trata del grito de moda. El que de manera desesperada y emulando a otros sectores que les han señalado el camino, están por estos días vociferando los tres gigantes de la industria automotriz estadounidense: General Motors, Ford y Chrysler. Los "Big Three".
Es por cierto un comportamiento habitual y conocido en América Latina, pues desde México hacia el sur siempre han sido legión los grupos sectoriales que a diario piden, y demasiadas veces obtienen…, auxilios y prebendas de los gobernantes de turno.
En Washington naturalmente también existen esas cosas, y los estadounidenses son expertos en el arte del cabildeo…, y en estos últimos tiempos, con motivo de la crisis financiera internacional, se ha desatado una irrefrenable carrera entre diversas industrias para ver quién obtiene más beneficios del gobierno. Siempre e inevitablemente, a costa del contribuyente.
Por ejemplo, las automotrices están pidiendo unos 14,000 millones de dólares, y sugieren que el gobierno les asigne un "zar" automotriz, que sería una especie de auditor que verificaría la correcta aplicación de los fondos gubernamentales. Le dicen a Washington: "poné la plata vos, controlá vos. Manejá vos".
Algo ciertamente ajeno al espíritu del capitalismo, el sistema que, más allá de gustos e ideologías, hizo crecer a los Estados Unidos. Es ajeno por el vergonzoso concepto de rescate gubernamental y por la denominación de "zar" propuesta para el auditor. Más propio de Moscú que de Washington.
Apuntando a esta contradicción, el semanario The Economist, con su insuperable ironía británica, acaba de publicar en su versión digital un artículo originalmente aparecido hace 92 años, en la edición del 30 de septiembre de 1916, titulado: "El espectacular crecimiento de General Motors", cuyas acciones cotizaban a 697 dólares y que pagó ese año 160 dólares por acción.
Siendo por entonces la automotriz una "industria infantil", hasta hubiera resultado esperable escuchar algún pedido de ayuda estatal "mientras se desarrollaba".
Después de 92 años, siendo una de las industrias que mayor impacto ha tenido en el mundo durante el Siglo XX, y en particular en los Estados Unidos, lo único infantil sería regalarles dinero.
Los mayores competidores de los "Big Three" provienen de Japón, Corea y Alemania, y no necesariamente llegan al mercado estadounidense con productos importados: también tienen plantas propias en los Estados Unidos. Pero no están pidiendo rescate alguno.
Tampoco nadie en su sano juicio diría que los Estados Unidos carecen de la tecnología, del mercado interno o de la capacidad administrativa para producir vehículos avanzados a precios competitivos.
De hecho ya eran capaces de hacerlo hace 92 años, y tanto japoneses, coreanos como alemanes lo siguen haciendo perfectamente, también en sus plantas estadounidenses. Pero entonces, ¿cuál es el problema que tiene a los "Big Three" al borde de la quiebra?
Su incapacidad para reducir costos, originada en la comodidad de haber tenido en las últimas décadas protección arancelaria, y la exagerada injerencia del sindicato United Automobile Workers (UAW), cuya carencia de fuerza en las plantas estadounidenses de los fabricantes japoneses, coreanos y alemanes se traduce directamente en mayor productividad.
El tema es complejo, pues muchas personas perderían sus empleos si GM, Ford y Chrysler cerrasen súbitamente. Pero hay mejores soluciones que regalarles dinero.
El economista Joseph Stiglitz, premio Nobel en el 2001, y que no se caracteriza por ser justamente un defensor de las corporaciones ni de la globalización, acaba de publicar en el Financial Times un artículo proponiendo que a las tres empresas les apliquen las normas del Capítulo 11 sobre quiebras, para que se re-estructuren financieramente.
¿Analogías con nuestra región? Es importante ver qué está ocurriendo en el mundo, comenzando por los Estados Unidos. Y mantenerse bien atentos, pues los rescates gubernamentales siempre se pagan con la billetera del contribuyente.
¿Diferencias? Un contribuyente de nuestra región tiene menos dinero, y ciertamente mayores necesidades insatisfechas, que un contribuyente estadounidense. No está para rescatar empresas ni para proteger sectores con su billetera.
Hasta la próxima.
El autor es Ingeniero, Máster en Economía (ESEADE, Buenos Aires) y columnista de El Diario de Hoy.
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- 8 de junio, 2012
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