El problema del «neoantisemitismo» en América Latina
El origen del "neo-antisemitismo" que ha tomado cuerpo y se expande actualmente desde los regimenes violentos en el Oriente Medio hacia Europa y las dictaduras pseudo democráticas latinoamericanas refiere primitiva y básicamente a que el sionismo es perverso puesto que se constituye en el mayor peligro para la paz mundial.
Se relaciona al sionismo como una energia que esta detrás de la globalización y el capitalismo salvaje, y más aún, que sostiene y se retroalimenta del imperialismo estadounidense. Esto que no quiere decir que estemos de camino y en retorno hacia la Europa de los años 30 cuando la Italia fascista de Mussolini y la Alemania nazi de Hitler destrozaron Europa dando los primeros pasos hacia la ignominia mayor que devino en el Holocausto (saldado con 6 millones de judíos asesinados, entre ellos 1 millón de niños). Pero es notorio que desde la post-guerra y hasta los años 80 la mayoría de las agresiones antisemitas eran menores y casi siempre reaccionarias.
Ante el avance de ataques antisemitas de últimos 20 años y en su afán negacionista no son pocos los colegas y analistas que sostienen que hoy no hay un Estado organizando o incentivando este fenómeno y que es extemporáneo y hasta exagerado pensar que alguien pueda tener propósitos de exterminio como en aquellos años de la Europa del siglo XX.
A mi juicio, sin embargo, hay una conexa y directa relación entre el lenguaje y la agresión deseada que es innegable. Esta impronta se hace presente cada día con mas claridad desde los regimenes árabes islamistas, pero el detalle no menor, es que no se agota en la región del Oriente Medio ni en sus regimenes islamofascistas sino que ha trascendido geográficamente hacia otros puntos del globo favorecidos por gobiernos que han llegado al poder de manera democrática pero que no actúan como demócratas.
En América Latina, por caso, han crecido de manera preocupante en los últimos 6 años las manifestaciones antisemitas en la Venezuela del presidente Chávez, lo mismo ocurre más al norte del continente americano con Canadá, por no mencionar la historia de antisemita europea claro esta.
El desembarco y la penetración reciente de ideologías islamistas en diversos países latinoamericanos es más que significativo aunque esto sea negado y minimizado por no pocos gobiernos de la región y se reproduce mayoritariamente en aquellos países de recientes migraciones de colectivos musulmanes que son fácilmente infiltrados por yihadistas militantes para desarrollar su cometido ideológico-doctrinario.
Ese radicalismo islamista cuenta con la simpatía de sectores izquierdistas históricamente anti imperialistas que relacionan al Estado de Israel con el imperialismo estadounidense. Así, la demonizacion de Israel y del sionismo ha influido de manera estricta en la opinión pública y el espectro político izquierdista latinoamericano escondiendo profundos prejuicios antisemitas y frecuentemente el tradicional odio a los judíos.
Más al sur de Latinoamérica, en países como Brasil, Paraguay, Argentina, Uruguay y Chile los niveles de antisemitismo son fluctuantes, suben y bajan en relación a los acontecimientos que se suceden en el Oriente Medio y que operan como disparadores temporales. Durante los enfrentamientos de la última guerra del Líbano entre Hezbollah e Israel, en países como Paraguay, Brasil y Argentina se documentaron ascensos preocupantes de agresiones y acciones antisemitas.
Lo curioso en el caso latinoamericano es que los perpetradores de ataques y amenazas no eran ciudadanos de origen musulmán, a diferencia de Europa en que los índices y las estadísticas si muestran participación de personas de ese colectivo en hasta un 40% de los casos y otro detalle no menor es que para los ataques en Latinoamérica siempre se ha identificado a los perpetradores con grupos de la izquierda extrema, en tanto que en Europa prevalece la extrema derecha detrás de los actos de antisemitismo. En cualquier caso, ambos, los izquierdistas de América latina y los derechistas europeos se unen en su ideología fascista, sea de derechas o de izquierdas.
Es innegable que el antisemitismo existe, por lo tanto la preocupación por este flagelo es pertinente y mas que fundada y no debería ser solo de los judíos, sino también de los que no lo somos. El incremento del antisemitismo en Europa ha llevado a que la Agencia de Libertades Fundamentales de la Unión Europea tomara seriamente el tema de la violencia antisemita y desarrolle acciones responsables y directas en tal sentido.
Lamentablemente no está ocurriendo lo mismo en América Latina donde informes anuales de gobiernos son manipulados y muchas organizaciones sociales y culturales judías son presionadas en tal sentido para que no den a conocer actos de antisemitismo y si los publicitan son negados y minimizados por funcionarios gubernamentales de sus respectivos países.
Mientras tanto las Naciones Unidas ha realizado pocos progresos en la materia y debió esperarse hasta noviembre del año 2004 para escuchar la primera condena a estos hechos por parte de la Asamblea General en su Asamblea Anual sobre intolerancia religiosa y después de no pocas amonestaciones y sugerencias a ciertos estados Árabes que pretendieron bloquear la iniciativa.Pero lo que resulta aun de mayor gravedad es que la inmensa mayoría de los países y gobiernos occidentales no ha reaccionado con ética y firmeza contra el odio antisemita en los medios de comunicación y la Internet por ejemplo. Solo 24 Estados han firmado el protocolo adicional sobre manifestaciones de Odio a través de Internet, de los cuales solamente 6 lo han ratificado y receptado en su legislación local.
Países como Francia y Alemania han reaccionado con firmeza contra el antisemitismo electrónico, pero muchos países lo ignoran o directamente no han mostrado iniciativas para legislar y combatir esta endemia racista como el caso de la mayoría de los países latinoamericanos donde las agrupaciones de derechos humanos han presionado curiosa e incomprensiblemente en favor de la libertad de expresión a través de la Internet para bloquear la fiscalización del racismo electrónico.
En relación a la proliferación de actos de odio racial y neo-antisemitismo, América Latina debería estimular y promover la educación, la concientizacion y la investigaron científica e intelectual adecuada sobre este fenómeno. Los gobiernos sudamericanos son poco proclives a la autocrítica, menos aun la aceptan de los grupos políticos de oposición, pero no deberían perder el rumbo en cuanto a concientizar y sensibilizar a sus ciudadanos para generar valores y conductas humanísticas y democráticas.
Con ello estarán educando para que el horror del Holocausto no se repita nunca más y preservaran a sus democracias de la penetración de ideologías fascistas que el islamismo radical militante pretende exportar a su continente.
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