Merecer respeto
En la semana que terminó, los presidentes de América Latina se reunieron en Brasil. De este cónclave salieron acusaciones al Primer Mundo responsabilizándolo de la crisis mundial, y le exigieron respeto a Estados Unidos. Este discurso tiene décadas, por no decir más de medio siglo y seguirá dándose, si los gobernantes de latinoamérica, no abandonan la demagogia. Los asiáticos dejaron atrás a esta región, enterraron las actitudes mesiánicas de los gobernantes y la trillada cantaleta de atacar al “Imperio”, por sus propios errores. La mayoría de esas naciones se ha ganado el respeto por las acciones tomadas, ha probado ser visionarias, capaces, innovadoras y creadoras de bienestar para las mayorías.
América Latina está llena de Estados fallidos; hay excepciones y entre ellas se encuentra Brasil, que por primera vez actúa como país del Primer Mundo. La región mencionada es insignificante en la economía mundial. Cada siglo transcurrido, decrece económicamente en comparación con otras zonas. Para muestra se tiene la pérdida de participación de mercado de las exportaciones. Hasta fines del siglo XIX, aportaba con más de 10%, actualmente se encuentra alrededor de 5%. En término de exportaciones por habitante hay un abismo con las de Asia. En investigación y desarrollo, tan importante para mejorar el nivel de vida, las diferencias son enormes. Las naciones asiáticas se dedicaron a producir bienes de alta tecnología para el consumo interno y mercado internacional. Como tienen gobiernos responsables, han mantenido políticas económicas sanas, lo que seguramente les permita enfrentar con éxito la crisis mundial. Sus reservas monetarias internacionales son fabulosas, bastante superiores a las de Brasil o México.
América Latina es la región cuyos gobernantes ofrecen hacer esto y aquello, pero es muy poco lo que ellos concretan, los recursos no son usados productivamente y no se reconoce que el sector privado debe ser el motor del desarrollo. Afortunadamente, Brasil finalmente ha entendido que si quiere estar entre los grandes y hacer honor al haber sido incluido en el llamado BRIC (Brasil, Rusia, India y China), debe comportarse como tal y enterrar las actitudes demagógicas. El haber asumido la defensa de Odebrecht demuestra madurez. Como bien señaló Lula en entrevista con Bloomberg, cuando él era candidato, siendo representante de los trabajadores, tenía que defender sus intereses, pero como presidente, debe defender a todos los brasileños, incluyendo empresarios.
Defender a Odebrecht no significa que la apoyará, si en el juicio se confirma que ha cometido incorrecciones e incumplido con las normas técnicas. Él defiende que se cumplan las normas y leyes internacionales.
Esta actitud es la misma de los países europeos, en más de una ocasión, Presidentes de países socialistas como Francia han salido a defender a las empresas; el caso más reciente es Dannon.
El Primer Mundo no es responsable exclusivamente de la crisis mundial, más bien, el auge económico mundial que terminó en el 2007, ayudó a América Latina a alcanzar precios históricos en los productos primarios exportables y generar enormes cantidades de divisas que muchos países aprovecharon eficientemente y otros no.
Lamentablemente, Ecuador se encuentra incluido en el segundo grupo. Era ilógico pensar que la prosperidad sería eterna, que el petróleo se vendería siempre a 150 o más dólares y el cobre a más de 4 dólares la libra. Los mandatarios que hicieron las acusaciones en la nombrada cumbre, no deben preocuparse de quién es el culpable de la crisis, ellos deben explicar por qué no generaron riqueza para sus pueblos durante uno de los períodos de mayor prosperidad en la historia de la economía mundial.
Chávez recibió más de 500.000 millones de dólares y su pueblo sigue siendo pobre.
El respeto no se hereda, ni surge espontáneamente, hay que merecerlo. América Latina debe dejar de hacerse la víctima y demostrar que sí puede salir de la pobreza y tener prosperidad. Lamentablemente no se logrará con el socialismo el siglo XXI.
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