El fracaso de Kirchner

Perfil

En esta oportunidad, se reunieron los cuatro presidentes del Mercosur, que lo hacen una vez cada seis meses. Seguidamente lo harán los del grupo ampliado, que incluye a Chile, Bolivia, Perú y Ecuador, mientras que Venezuela se encuentra en una situación especial, habiendo sido aceptado como miembro pleno pero sin haber adoptado las medidas para serlo efectivamente. La tercera reunión que se realizó fue la de presidentes de la recientemente creada Unión Naciones de América del Sur (Unasur), que hasta este año se venía reuniendo con frecuencia anual, pero que en 2008 lo hizo semestralmente.

En la oportunidad se reunió también el llamado Grupo de Río, que incluye a la mayoría de los países de Unasur más México y algunos de América Central. Finalmente, la 5a Cumbre de Presidentes que se realizó abarcó a los treinta y tres países de América latina y el Caribe, siendo excluidos sólo EE.UU. y Canadá.

De haber concurrido, hubiera sido otra cumbre de presidentes del continente americano, como la realizada dos años atrás en Mar del Plata (Argentina) y que volverá a realizarse dentro de otros dos años.
Lula llega a estas cumbres con el récord histórico de popularidad registrado por un presidente brasileño, 80%.

Brasil buscó con estos cinco encuentros ordenar su estrategia regional, en momentos que la influencia de los EE.UU. en la región puede ser la menor de la historia. Las recientes visitas de los presidentes de Rusia y China a la región y la presencia de la flota rusa –que no sólo realizó ejercicios navales con Venezuela sino también con Nicaragua y Cuba y además navegó por primera vez en sesenta años el Canal de Panamá– son una evidencia al respecto.

Pero esta singular presencia también pone en evidencia que Brasil no ha llegado a sustituir la influencia de EE.UU. en la región. Washington hoy ve con buenos ojos un liderazgo más eficaz de la primera economía de América latina en lo político y estratégico, y por esta razón no cuestiona iniciativas como el Consejo de Defensa de América del Sur integrado por los doce países de Unasur, que excluye a los EE.UU.

América latina vive así una situación estratégica muy particular, con Washington perdiendo influencia y replegándose, Rusia avanzando en lo estratégico-militar, China en lo comercial y Brasil asumiendo gradualmente un rol de mayor liderazgo, pero sin llegar a compensar todavía el vacío de EE.UU. ni neutralizar la influencia de potencias extracontinentales como Rusia y China.

Es en este contexto que fracasó el intento de Néstor Kirchner de ser elegido titular de la Representación Permanente de Unasur ante el mundo.

Fue el presidente de Ecuador (Correa) quien meses atrás, durante una visita a Buenos Aires, propuso la candidatura del ex presidente para dicho cargo.

Ya en ese momento, era un objetivo imposible por tres razones: 1) Se requiere para esta elección el consenso o unanimidad y ya resultaba claro que los presidentes de Uruguay, Perú y Colombia no iban a apoyar esta candidatura, que había logrado rápidamente el apoyo de Venezuela y Bolivia. 2) Al frente de la Representación Permanente del Mercosur se encuentra otro argentino, que es el ex vicepresidente Carlos Alvarez. Este bloque se superpone en su versión ampliada con casi todos los países de Unasur y en diplomacia no es común designar dos personalidades de la misma nacionalidad al mismo tiempo para este tipo de funciones. 3) Por último, países como Brasil y Chile, aunque no cuestionaron abiertamente la candidatura, perciben que la personalidad de Kirchner puede no ser la más adecuada para el campo de la diplomacia y en consecuencia no preferirían al ex presidente argentino.

Un asesoramiento lógico le hubiera dicho a Kirchner que en diplomacia se trata de evitar las derrotas seguras, como sería en este caso.

Primero, Kirchner buscó insistir con su elección, argumentando que consenso y unanimidad son conceptos distintos y en consecuencia podía ser electo aunque se opusiera alguno de los países del grupo. Pero ello no sucedió y la oposición inicial, que fue sólo de Uruguay, recibió el respaldo de Perú, que interpretó que el veto uruguayo era definitorio.

En la cumbre realizada en el norte de Brasil, Cristina Kirchner fracasó en resolver las dificultades que enfrenta la candidatura de su marido, decidiéndose postergar hasta después del verano quién será electo para esta nueva función.

Pero el surgimiento de la candidatura del chileno Ricardo Lagos es el hecho que hace más difícil que la candidatura del ex presidente argentino recupere posibilidades.

Es que el ex presidente chileno es una figura con gran prestigio regional e internacional, que lo hace adecuado para el cargo y le da muchas posibilidades de ser elegido.

Además, aparece como un hombre con la capacidad de conciliar las diversas posiciones que existen hoy en América del Sur, las que van desde Uribe, por un lado, a Chávez y Morales, por el otro.

Lo que parece difícil de entender es por qué un líder político que tiene clara inclinación por la política interna, que ha mostrado como presidente poco interés por las relaciones internacionales y no se ha caracterizado por sus habilidades diplomáticas pone tanto empeño por alcanzar un cargo que no parece estar entre sus intereses y preferencias tradicionales.

Quizá la respuesta esté en que una vez lanzada su candidatura, la tendencia a redoblar la apuesta lo llevó a insistir en ella, como si se tratara de un conflicto de política interna, a los que muchas veces ha logrado imponerse a fuerza de presión.
Pero el estilo de Kirchner, que puede haber sido exitoso durante su gobierno y que fue puesto a prueba duramente en el conflicto del campo, no es el más adecuado para el éxito en las relaciones internacionales.

El autor es Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría.