La izquierda se la juega
El senador y ex guerrillero tupamaro José Alberto Mujica Cordano, más conocido como "el Pepe", fue nominado por el Congreso del Frente Amplio (FA), por abrumadora mayoría, como candidato oficial a la presidencia de esa coalición de izquierdas que hoy gobierna el Uruguay. La decisión es un triunfo de los sectores más ortodoxos del FA, con los ex tupamaros y el Partido Comunista a la cabeza, y de quienes claman por una "profundización" del socialismo.
A la vez, fue una derrota para el presidente Tabaré Vázquez, el hombre que en el 2004 llevó a la izquierda al gobierno en Uruguay con el 50,4% del electorado (1.124.761 votos), evitando una segunda vuelta, y ubicó a este pequeño país en el grupo de Brasil y Chile entre los gobiernos "progresistas" de América Latina, según lo ven muchos observadores y analistas políticos, en particular del exterior.
El candidato de Vázquez era el senador Danilo Astori, ministro de Economía hasta hace tres meses, acompañado sí por "el Pepe" Mujica para vicepresidente. Pero el Congreso dijo no -Astori quedó en tercer lugar- y aprobó un nuevo programa con algunas pautas concretas que contradicen expresamente lo hecho por Vázquez en el gobierno y el mismo Astori desde el ministerio. Se propone la despenalización del aborto -Vázquez vetó hace cinco semanas una ley votada por su partido que preveía ese cambio-, rechaza los TLC, que el presidente y Astori han defendido y fustigó a Colombia "cabecera de puente del imperialismo", país con el cual se negocia un tratado de comercio. El programa prevé mayores impuestos para el capital, en el marco de la reforma tributaria que llevó adelante Astori y es elocuente su definición del Estado: establece que "el Estado es el producto y la manifestación del carácter irreconciliable de las contradicciones de clase", que repite textualmente la definición que plasmó Lenin en su libro El Estado y la revolución.
Lo resuelto por el Congreso del FA no quiere decir que Mujica definitivamente sea el candidato presidencial en las elecciones que se realizarán el último domingo de octubre del año próximo, y en las que unos 2,4 millones de uruguayos elegirán además del presidente y vice, con segunda vuelta si no se obtiene más del 50% de los votos, a 30 senadores y 99 diputados (renovación total del Congreso) por un periodo de cinco años. Constitucionalmente cada partido -los tradicionales Blanco y Colorado, el Independiente y el FA- debe realizar elecciones internas en junio y recién de ahí surgen los candidatos oficiales.
En las internas del FA habrá competencia, Astori entre otros le disputará allí la primacía a Mujica, que cuenta con el aval de la dirigencia, pero que son sólo tres mil, mientras se supone que los que decidirán en junio serán más de 300 mil y ahí pesará lo que mayoritariamente dicen las encuestas y analistas, en el sentido de que Astori es el candidato que aseguraría la continuidad en el gobierno, pues captaría el voto de independientes y centristas que fue la gran conquista del carismático presidente Vázquez.
Mujica, que recibió las primeras felicitaciones de los gobiernos de Venezuela y Cuba, es también un hombre de carisma. Fue el senador más votado en las pasadas elecciones (29,2% del total del FA). Es un dirigente no reconocido como radical sino como de gran sentido común y pragmatismo. Utiliza un lenguaje muy popular, llama las cosas por su nombre y vive de forma muy humilde. A principios de la década de los años 60 del siglo pasado fue fundador del Movimiento de Liberación Nacional (MLN)-Tupamaros, guerrilla urbana que se alzó en armas contra el régimen constitucional y democrático vigente en el país. Los Tupamaros en 1973 fueron vencidos por los militares, quienes a partir de ahí se adueñaron del poder. Mujica, en su condición de tupamaro y entonces perdedor, estuvo 14 años preso y en 1985 tras la vuelta a la democracia, Ley de Amnistía mediante, recobró la libertad. Fundó el Movimiento de Participación Popular (MPP) al que lidera, fue diputado, senador y ministro de Ganadería de Vázquez. Tiene 74 años y está casado con la también senadora y ex tupamara Lucía Topolansky.
Parecería que José Mujica, es una prueba viviente de la validez del proceso dialéctico hegeliano-marxista, y que a la postre aquella violencia dio resultados y en definitiva lo "peor es lo mejor". Hay quienes dentro de la misma izquierda temen, empero, que la ortodoxia que, más allá de su propia actuación, ahora representa Mujica ahuyente el voto de los uruguayos, de naturaleza moderados y prudente y hasta conservadores, y la dialéctica continúe su dinámica con la vuelta al llano de la izquierda uruguaya.
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