Lo peor y lo mejor del 2008
Tengo un amigo que cuenta los días para que termine el 2008. Es un año que odia. Se enfermó, se cayó y perdió un montón de dinero. Y no está solo. El 2008 es, posiblemente, uno de los peores años de nuestras vidas. Por razones que aún no están muy claras estamos atorados en una crisis económica mundial. Sólo en Estados Unidos alrededor de 3 millones de personas perdieron sus casas este año. Y millones más se quedaron sin trabajo o están a punto de perderlo. La bolsa de valores sube y baja como yoyo. Y el presidente Bush echa dinero por todos lados como para espantar los desastres que deja. Si pudiera, estoy seguro, se iría a esconder ya mismo a su rancho de Texas.
Estados Unidos ha arrastrado al precipicio financiero a muchos otros países. Si los norteamericanos no compran, sufren en China, India y Brasil; si no viajan, sufren Costa Rica, Italia y España; si manejan menos, sufren Venezuela, Ecuador y Arabia Saudita; y si no hay trabajo aquí, ¿qué envían a sus países los mexicanos, salvadoreños y colombianos?
Así que en mi lista de desastres en el 2008 está hasta arriba la crisis económica global. Pero le sigue muy de cerca la violencia en México. Es increíble que haya días en que sean asesinadas más personas en México que en la guerra en Irak. Es increíble que México sea el país más peligroso para los periodistas después de Irak. Es increíble que ser secuestrador se haya convertido en una profesión en México. Es increíble la incertidumbre e inseguridad conque viven los mexicanos.
La Comisión Nacional de Derechos Humanos acaba de confirmar que México parece ingobernable. Cuarenta y ocho millones de mexicanos han sufrido algún delito en los últimos tres años. Hay más. Del 2001 al 2008 hubo más de 20 mil secuestros y más de 10 ejecuciones vinculadas al crimen organizado. Y 98 de cada 100 crímenes quedan impunes.
¿Qué ha pasado? Que el gobierno del presidente Felipe Calderón le declaró la guerra a los narcos y a los criminales y luego no pudo. ¿Pero cómo va a poder si muchas veces la policía es la que protege a los delincuentes y protagoniza secuestros, crímenes y todo tipo de abusos? Este año me dolieron, como si fueran en mi familia, las muertes de Fernando Martí, de 14 años de edad, y de Silvia Vargas, de 17. Los dos jóvenes fueron secuestrados y asesinados en México. El estado no los pudo proteger. La policía no los pudo proteger. Y entonces ¿quién garantiza el respeto a la ley y a la vida en México? El mensaje es claro: que cada quien se cuide a sí mismo porque el gobierno no puede. Punto. Al igual que con la crisis económica mundial, la violencia en México promete empeorar antes de mejorar.
Pero no quiero pecar de pesimismo. Estoy convencido de que las cosas pueden cambiar. La historia no es como los árboles. La podemos moldear, dirigir y empujar como plastilina. Nada está escrito. Por eso me encanta la historia de Ingrid Betancourt. Es una de las dos historias de esperanza que rescato del 2008. Tras casi siete años de cautiverio en manos de las FARC, Ingrid fue rescatada hace 5 meses en una imaginativa y arriesgada operación del ejército colombiano. Y ahora no para de luchar para liberar a los otros 700 rehenes que todavía quedan en la selva. Acaba de regresar de una larga gira por Chile, Argentina, Brasil, Bolivia, Ecuador y Venezuela para buscar apoyo a su nueva misión. Cuando habla, brilla.
Sin duda dejó muchas cosas enterradas en la selva. Y una de ellas fueron sus aspiraciones presidenciales. Tuve la oportunidad de entrevistarla 38 días antes que fuera secuestrada en febrero del 2002. Era candidata presidencial y me ofreció enseñarme el Palacio de Nariño como presidenta. Y me quedaré con las ganas. Ingrid ya cambió de parecer. En una reciente entrevista me dijo que no quiere lanzarse otra vez a la presidencia de Colombia, que prefiere la libertad de criticar a cualquiera sin compromisos políticos que la amarren. Y me lo dijo sonriendo. Le creí y la sentí en paz. Ingrid, la ex rehén más famosa del mundo, puede cambiar su país; secuestrado por secuestrado. Y de paso nos empuja a pensar que nada es imposible.
La otra historia que quiero rescatar es la de la elección presidencial en Estados Unidos. Fue única. Por primera vez una mujer (Sarah Palin) o un afroamericano (Barack Obama) tuvieron la oportunidad de llegar a la Casa Blanca. Y no es que hayan desaparecido todos los prejuicios raciales en Estados Unidos. De hecho, los llamados ''crímenes de odio'' y amenazas contra los afroamericanos se multiplicaron luego de la elección de Obama. Pero es una verdadera maravilla que un país que por décadas defendió la esclavitud y que hasta hace sólo 88 años no permitía votar a las mujeres, haya corregido esos espantosos errores.
Como periodista me tocará criticar y hacerle preguntas incómodas a Barack Obama de la misma forma en que se las hice a Bush, a su padre y a Bill Clinton. Los periodistas siempre estamos mejor en oposición a los que tienen el poder, sea quien sea. Pero no cabe la menor duda de que la historia de Obama ha inspirado a millones en todo el mundo. Es verdaderamente sorprendente y aleccionador que un niño afroamericano pobre, nacido en Hawaii y educado en Indonesia, huérfano de padre africano y madre de Kansas, se pueda convertir por su inteligencia y esfuerzo en el hombre más poderoso del mundo.
La lección de Obama para todos los niños del mundo es que no hay límites. Todo se puede lograr. Por eso su elección se siente tan personal. El alcanzó lo que todos los padres les decimos a nuestros hijos: tú puedes lograr cualquier cosa que te propongas en la vida. Su lema de campaña —Sí se puede— es un himno a lo mejor del ser humano. Si Obama pudo, cualquiera puede. Y prefiero terminar con esto. Sé que el 2009 viene duro, muy duro. Pero Ingrid y Barack nos demostraron este año que todo, absolutamente todo, se puede cambiar.
Posdata con abrazo. El presidente de México, Felipe Calderón, acaba de aparecer abrazando en Brasil al dictador cubano Raúl Castro. ¿Acaso Calderón se hubiera atrevido a abrazar también al ex dictador chileno Augusto Pinochet? México nunca deportó a la dictadura de Pinochet a chilenos que buscaron refugio en territorio mexicano. Entonces, ¿por qué ahora deporta a Cuba a cubanos que huyen de la dictadura? No es parejo.
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