La caída del dólar agobia a Alemania y Japón, pero alivia a EE.UU. y los países emergentes
La pronunciada caída del dólar amenaza con crear ganadores y perdedores en el comercio mundial en medio de las condiciones económicas más difíciles que se han visto en décadas.
Para países como Japón y Alemania, la baja es una fuente de ansiedad debido a que una moneda más fuerte encarece las exportaciones en momentos en que disminuye la demanda global. Para Estados Unidos, en cambio, se trata de un acontecimiento positivo que, de paso, podría ayudar a contrarrestar el descenso de los precios.
En la situación actual, ningún país quiere ser el último en tener una moneda fuerte. A algunos economistas les preocupa que los países intenten debilitar sus monedas para obtener una ventaja sobre sus socios comerciales, desatando una ronda de devaluaciones que, en última instancia, perjudique el comercio mundial.
Hasta hace poco, el dólar era una de las monedas más robustas, subiendo en relación a todas las demás, con la salvedad del yen. En las últimas semanas —y en particular luego de que la Reserva Federal recortara su tasa de referencia a cerca de cero— el dólar ha cambiado de curso de forma abrupta. Desde inicios de noviembre, el dólar ha perdido cerca de 10% en relación al euro y 8% contra el yen.
En Japón, el gobierno está tan preocupado por la fuerza del yen que ha enviado señales de una posible intervención en el mercado cambiario. Este mes, el presidente de Honda advirtió que el yen inflado podría estrangular a la industria japonesa. Japón y Alemania "son muy dependientes de las exportaciones, con muy poco crecimiento doméstico", afirma Adam Posen, economista del Instituto Peterson de Economía Internacional. "Se aproximan malas noticias y la caída del dólar representa otra mala noticia para ellos".
Una moneda fuerte, en todo caso, tiene sus ventajas. La baja del dólar ha traído un poco de alivio a los mercados emergentes, cuyas monedas habían recibido una paliza en los últimos meses. Eso aliviana la carga sobre empresas con deuda en moneda extranjera.
A fines de los años 90, una serie de economías emergentes desde Rusia a Brasil se vieron obligadas a devaluar. Con el tiempo, el tipo de cambio más competitivo les ayudó a recuperarse al desatar una ola de exportaciones y aprovechar una demanda boyante. Hoy, sin embargo, la actividad se ha desacelerado en todo el mundo, por lo que es difícil que un país repunte gracias a las exportaciones.
Todos los países tampoco pueden devaluar sus monedas al mismo tiempo. "El mundo no puede depreciar [su moneda] contra Marte y exportar al resto del sistema solar", señala Simon Johnson, ex economista jefe del Fondo Monetario Internacional.
Para Estados Unidos, no obstante, una moneda más débil podría representar una ayuda necesitada en otro frente: frenar un ciclo de precios decrecientes. "Hay un argumento bastante convincente tanto en teoría como en la historia que dice que si su problema es la deflación, entonces bajar el tipo de cambio es un método efectivo de atacarlo", dice Barry Eichengreen, economista de la Universidad de California en Berkeley.
Eichengreen señala que durante la Gran Depresión, en los años 30, era difícil utilizar una moneda más débil para exportar debido al proteccionismo que imperaba en el mundo. Sin embargo, era una forma útil de cambiar las expectativas inflacionarias de la población, ya que las importaciones se encarecían. Cuando Estados Unidos devaluó el dólar en 1933, afirmó el economista, los precios de algunas materias primas que habían estado cayendo comenzaron a subir de golpe.
Un seguidor de esta línea de pensamiento es el presidente de la Reserva Federal Ben Bernanke. En un discurso pronunciado en 2002, Bernanke señaló que la devaluación del dólar y el rápido aumento de la provisión de dinero en 1933 y 1934 "terminaron con la deflación en EE.UU. de una forma extraordinariamente rápida". Bernanke describió el episodio como una ilustración de lo que se puede lograr, "aun cuando la tasa de interés nominal está en cero o cerca de cero".
Es ahí, precisamente, dónde se encuentra la tasa de referencia de la Fed. El hecho de que la Fed haya estado dispuesta a adoptar medidas no convencionales y agresivas conlleva un mensaje implícito: que "un dólar que se debilite de manera ordenada es sin dudas un resultado deseable", afirma David Gilmore, de la firma de investigación Foreign Exchange Analytics.
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