Ni inevitable ni deseable
Se dice que la “desdolarización” es inevitable frente a la caída del precio del petróleo, la reducción de las remesas, la caída de las exportaciones no petroleras y la moratoria que el Gobierno declaró frente a parte de la deuda externa. También muchos creen que es deseable desdolarizar ya que la capacidad de devaluar haría “más competitivas” a nuestras exportaciones.
Con respecto a que la desdolarización es inevitable, vale recalcar que esta creencia no tiene tinte político. La popularidad de esta noción podría facilitarle el camino al Gobierno –liderado por un economista que nunca estuvo de acuerdo con el sistema y que cuando sale del país habla de crear canastas de monedas obviando referencia al dólar– para desdolarizar sin quedar como el culpable de esa medida tan impopular.
La caída del precio del petróleo de alrededor de 140 dólares por barril en junio a aproximadamente 30 dólares en diciembre, al igual que la reducción de las remesas, son golpes severos para la economía ecuatoriana sin importar qué moneda estemos utilizando. En crisis, siempre tiene que haber un ajuste y cambiar de moneda no lo evitaría. La única diferencia entre hacer el ajuste dolarizados y hacerlo con una moneda propia es que en el segundo caso el ajuste sería amortiguado a través de devaluaciones e inflación. Esto último siendo un impuesto altamente regresivo que recae principalmente en los más pobres.
Lo que se dice de las devaluaciones es que estas hacen a las exportaciones más “competitivas”. Lo que no se dice es que se vuelven más baratas solamente porque se reduce el salario real de los trabajadores. Y lo otro que tampoco se dice es que aquellos exportadores que requieren de insumos importados para producir, también ven sus ingresos reales reducidos por la devaluación, lo cual en el mediano y largo plazo resulta en una reducción de su capacidad de producción (y creación de empleo).
Manuel Hinds, ex ministro de Finanzas de El Salvador, señala que mientras que el yen se apreció 176% en términos reales y todos los países latinoamericanos se empeñaron en devaluar sus monedas durante las últimas cuatro décadas, las exportaciones de Japón aumentaron 3,7% cada que hubo una apreciación de 1% en su moneda.
La próxima vez que alguien le diga que si no se desdolariza dadas las actuales condiciones habrá un caos, pregúntele si acaso no habrá corrida bancaria (y caos) el momento en que se conviertan los dólares de cada ecuatoriano en “nuevos sucres” o como se llame la nueva moneda nacional. ¿No fue simplemente por el rumor de que eso sucedería que muchos ecuatorianos corrieron al banco el 19 de diciembre?
Para reducir la posibilidad de una desdolarización por lo menos hay que dejar de ahuyentar el capital (nacional y extranjero) y fortalecer al sector financiero. Los impuestos de 1% a la salida de capitales y a los activos que los bancos mantienen en el exterior no funcionan para atraer capital, lo espanta. El fondo de liquidez –que compromete la solvencia y liquidez de la banca privada– debilita al sector financiero. Por lo tanto, con este Gobierno, una desdolarización no es inevitable pero parece ser muy probable.
- 28 de diciembre, 2009
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